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llegó a casa.
Ya habían pasado dos semanas desde que se fue de la casa de Jamie … semanas
que para ella
parecieron meses.
El no tenerlo a su lado provocaba un gran vacío en su corazón.
Frank se había enfadado con ella cuando le contó que quería retirar los cargos
contra Jamie , pero aun así ella se mantuvo firme ante la idea de
dejarlo en paz.
Atravesó la cocina y se sirvió un vaso de agua. Nico la seguía por detrás.
Desde que no había vuelto a ver a Jamie , Nico se ha demostrado apenado y
afligido.
En lo más profundo de su corazón, Dakota sabía que él también lo extrañaba.
- Yo también lo extraño, Nico.- susurró.
Sirvió un poco de comida canina en el plato de Nico y lo acercó hacia él.
Nico se acercó un poco y olfateó, ladeó la cabeza y luego retrocedió.
- Tienes que comer, por favor.- pidió ella.
Se colocó en cuclillas y lo acarició.
En todos los días que habían pasado, Nico no ha comido casi nada y eso el
preocupaba.
Nico la miró.
Sus ojos grandes y tiernos se clavaron en
ella un par de segundos, para luego voltearse y comenzar a comer de su plato.
- Buen chico.- sonrió, dando un par de palmaditas en su lomo.


Dakota dejó que comiera tranquilo y volvió a la sala
principal.
Se sentó en el sillón y encendió la televisión.
Lo que más le dolía, era pensar que Jamie no la haya vuelto a buscar.
¿Tan poca cosa había significado para él? Lo
cierto es que los días que los había pasado junto a él fueron los mejores de su vida.
Apretó los labios, esforzándose por no echarse a llorar.
Extrañaba despertarse en las mañanas y ser a él quien viera primero.
Extrañaba la forma en que la tocaba… sus abrazos… sus besos…
Se levantó y se quitó los zapatos de aguja.
Apagó la televisión y subió con los pies descalzos la escalera para llegar a su
habitación.
Había ido a una fiesta solo con la intención de despejar un poco su mente, y lograr
olvidarse
de Jamie aunque sea por un pequeñísimo tiempo. Pero luego llegaba a casa y todo
resultaba en vano.
Tiró los zapatos a un lado de la habitación.
Luego se colocó frente al espejo de cuerpo completo y se miró.
Tomando una toallita desmaquillante, lo deslizó por toda su cara y se quitó el
maquillaje, dejando su piel limpia y suave al natural.
Desató su cabello, dejándolo caer sobre sus hombros.
Ahora si, era ella misma.
Su celular vibró en el velador.
Lo tomó y sin fijarse en el número contestó.
- ¿Diga?
- Dakota, hija.- dijo, la voz suave de su madre.- ¿Cómo estas? ¿Ya tienes listas las
cosas para la mudanza?
- Si.- suspiró.- mañana temprano me iré.
*Después de a ver le confesado mi amor mi madre & yo nos peleamos lo cual
decidí irme..
- Está bien. Te estaré llamando para saber cómo va todo.
Papá dice que te quiere.
- Dile que yo igual.- sonrió.- te quiero, adiós mamá.
Dakota colgó y antes de dejar el celular encima del velador se fijó en la hora.
Las diez con dieciséis de la noche.
No era tan tarde, pero aun así quería dormir. Mañana tendría que preparase para la
mudanza y tenía que levantarse temprano.
Dirigió sus manos hacia su espalda, buscando el cierre de su vestido para bajarlo.
Cuando éste cayó al piso, dejándola solamente en bragas y sostén, sintió que
alguien la miraba desde la ventana de su habitación.
Y ella reconocía esa mirada.
La cara se le iluminó, el corazón le latió con rapidez.

acosada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora