6

146 8 0
                                    

Dakota se quedo helada. Otra vez no...

- ¿Tú otra vez? ¿No te cansas de seguirme?- dijo, con un leve temblor en la voz. Se detuvo bajo un farol y miro para todos lados, asegurándose de que Robert no la estuviera observando, como la última vez.

- No. Es divertido, ¿Es que acaso tú no lo disfrutas tanto como yo?

- No. Basta Jamie por favor. Basta de acosarme.- le dijo, aunque sabia de que sus suplicas no servirían para nada.

- Sabes....- dijo, ignorando su comentario.- me gusta tu nueva casa. Y tu habitación junto con tu cama,mmh....- gimió.- perfecta para hacer el amor. Dakota abrió los ojos como platos. Sujetó al cachorro en sus brazos con fuerza, y sintió como la mano con que tomaba el celular le comenzaba a temblar.

- Es imposible, yo...yo... - ¿Colocaste la alarma a tu casa? Oh, Dakota.. se

nota que no me conoces bien. Yo lo sé todo...

- ¿Cómo supiste la clave?- el perrito dio un pequeño quejido y se removió en sus brazos, intranquilo. Al parecer, no era la única quien estaba nerviosa. En un

intento por tranquilizarlo, Dakota lo acarició.

- Ya te lo dije, yo lo sé todo.- repitió. Dakota escuchó del otro lado de la línea telefónica el ruido de unos cajones abrir y cerrar.- pero que tenemos aquí... un

bonito conjunto de lencería blanca.- gruñó.- ya quiero vértelo puesto para luego arrancártelo y hundirme en tu pequeño cuerpo...

*El rostro de Dakota palideció. Envuelta por el miedo, empezó a gritar lo primero que se le ocurrió.

- ¡Sal de mi casa! ¡No te quiero ver! ¿Entiendes? jamás, y escúchame bien... jamás me podrás tener.-y colgó. Los ojos de Dakota se cristalizaron, pestañó y una

lágrima cayó de sus ojos, así mismo como varias fueron cayendo después. Siempre se describía ha sí misma como una mujer fuerte, pero con Jamie...

siempre había sido débil. Buscando el consuelo de alguien, Dakota abrazo al cachorro y para su sorpresa, él empezó a llorar con ella.

- Tu también tienes miedo, ¿Verdad?- empezó a hablarle, entremedio de sollozos.

- tenemos que llamar a Frank...

- ¿Alo?- contestó él, en cuanto Dakota le marcó. -Frank....- susurró, ahogada por las lagrimas.- es Jamie... esta en mi casa. Tengo miedo de ir allá.

- Oh, mierda.- masculló.- lo lamento, oh Dakota... de veras lo siento. No debí dejarte sola. ¿Dónde estas?

- A una cuadra de la tienda de mascotas. - No te muevas de ahí.- y tan rápido como habló, colgó. Diez minutos más tarde, Dakota se encontraba en el

auto de Frank mientras este corría por la carretera. Al llegar a la casa Frank bajo primero, mientras que Dakota lo seguía por detrás. - No te separes de mí.- dijo él. Entraron a la casa y Frank reviso cada una de las habitaciones, asegurándose de que estuvieran solos. Subieron al segundo piso y todo estaba en su lugar.

Jamie se había ido. Entraron a la habitación de Dakota, todo estaba en orden al igual que el resto de la

casa, salvo por una cosa... Dakota se acerco a la cama y dejo al cachorro a un

lado. Ignoró la rosa rojo carmesí que estaba encima y tomo la carta que se encontraba junto a esta.

"He notado últimamente que tienes miedo Dakota, esta bien, puedo comprenderlo... te daré unos cuantos días mas para que te puedas acostumbrar a la idea de que te voy a ser mía . Oh, suena tan excitante así. Esta ,te atenta nena, porque estoy mas cerca de lo que tu crees...

El homonimia".

Dakota arrugó el papel con sus manos y lo tiró con

fuerza hacia la pared.

- Idiota.- musitó molesta la castaña.

Al Día Siguiente...

Dakota  sonrío mientras veía jugar a su perrito con una pelota de hule. Los movimientos que hacia al morder

la pelota y al agitar su pequeña cabecita eran enternecedores, era imposible no sentir cierta ternura viendo aquella imagen. De vez en cuando saltaba de

un lado hacia otro, por lo que Dakota se divertía viéndolo jugar. Después de tanto pensar, le había puesto el nombre de Nico. Se preguntó si Nico seria igual así de tierno cuando crezca... tal vez sea tan grande que ya no cabria en la casa, y que tendría la fuerza suficiente para arrancarle la cabeza si quisiera.

Pero bueno, aun faltaba mucho para eso. Ya habían pasado dos semanas desde la última carta de Jamie,Dakota  había cambiado la clave de la alarma de su casa y afortunadamente, Jamie no

había tratado de entrar otra vez, por lo que estaba más relajada, pero no del todo. Dakota se levantó del sillón y cogió la correa de perros que había comprado en la tienda de mascotas.

- Nico.- lo llamó Dakota y al instante el perrito se volteo para verla. Al darse cuenta de que ella traía la correa en la mano corrió hacia ella y empezó a dar

brinquitos alrededor de ella, emocionado. Le encantaba salir a pasear.

- ya, tranquilo Niquito, que

no puedo colocarte la correa.- río y se puso en cuclillas para estar a su altura. Dakota le amarró la correa alrededor de su cuello y cogió su pequeño bolso, coloco la alarma y salió. Era de día, y había un sol de infarto, ninguna nube estaba

presente y el aire que soplaba el viento era tibio, por lo que salio con un simple short y una camiseta de tiras. Recogió su pelo en una coleta y camino con una tranquilidad que no sentía desde hace mucho tiempo por las calles. Con Nico trotando a un lado de ella, llegaron a un parque no muy lejos de su casa. Dakota le quitó la correa a Nico y este salió disparado para correr por todo el parque. Sacó de su bolso la pelota de hule y el perrito se acerco nuevamente donde ella, atento para cuando decidiera lanzarla.

Dakota tiró con fuerza la pelota y Nico corrió tan rápido como sus patitas le permitieron tras ella. Cogió la pelota con la boca y se dirigió hacia Dakota con su

característico trote. Dejó la pelota en el césped y Dakota se inclino para acariciarlo.

- Bien hecho Nico.- dijo y le dio una galleta en forma de hueso como recompensa. De repente, su celular sonó.

- ¿Aló?

- Dakota, fui a tu casa y no estabas ¿Dónde estas?- dijo Frank. Dakota sostenía el celular con una mano, mientras que con la otra tiraba la pelota a lo lejos para que Nico la fuera a recoger, y así sucesivamente.

- Estoy en un parque junto con Nico. Frank suspiró de alivio.

- ¿Le colocaste la alarma a tu casa?

- Si, ¿Por qué?

- Esque recibí un mensaje desde mi celular que decía "Cuídala", la primera persona que pensé fue en ti y me asuste. - ¿Fue Jamie quien te lo envío?

- No lo sé, está como anónimo.Dakota será mejor que vuelvas, es por tu seguridad. Dakota se quejó.

- No he salido desde hace varios días, déjame quedarme unas cuantas horas más junto a Nico, él también necesita respirar aire puro.

- Dakota, no me hagas ir por ti.- le reprocho.

- Vale, vale.- gruño.- en quince minutos estoy allá.- y colgó. - Vamos, Nico, tenemos que irnos.- dijo y se coloco

en cuclillas para colocarle la correa. Y de pronto, todo ocurrió. No supo como, pero mientras ella estaba concentrada en atarle la correa a su perrito, alguien la jaló del pelo hacia atrás bruscamente y le tapó la boca con un pañuelo. Sus

gritos fueron ahogados, y se movió tratando de zafarse de su agarre, pero sintió un fuerte pinchazo en su brazo derecho. Al instante los parpados le

comenzaron a pesar, cada vez se sentía mas cansada y dejó de luchar. Lo ultimo que sintió fueron los ladridos de Nico, y luego... la nada misma.

acosada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora