19

66 5 0
                                    

Jamie cerró la maleta. Cuando se giró, encontró a Dakota apoyada en el marco de la puerta. Su mirada entristeció. Él se acercó hacia ella y la besó. - No estés triste, cariño. Volveré en tan solo dos días, ¿Vale? - No quiero que te vayas.- acarició su mejilla.- te voy a extrañar, Jamie. Sus palabras resonaron en sus oídos. “Te voy a extrañar”, Jamie se tensó ante esa última muestra de afecto. Nunca antes alguien lo había extrañado, y se sentía fantástico, poder oírlo de parte de ella. - Yo también te voy a extrañar.- admitió él.- pero tengo que ir a ver a mi padre. - Claro, lo entiendo. - Edd vendrá todos los días para saber cómo estás. Ven aquí.- la abrazó y la besó en la frente.- estaré de vuelta lo más pronto posible. - Espero que sea así.- suspiró, sin despegarse del pecho de Jamie - ¿Sería mucho pedirte un último beso? Ella sonrió. Una sonrisa amplia, sincera, preciosa, una de esas sonrisas que llenaban de ternura el corazón de Jamie. - Claro que no.- dijo y lo besó. Jamie cerró los ojos, disfrutando de la exquisitez del beso. Entreabrió los labios y sus lenguas se juntaron. Tomándola de la nuca, la acercó más a él y sus manos acariciaron sus mejillas, demostrándole que quería ser tierno con ella. Y la amaba. Ya no podía ocultarlo, no podía negar lo que era obvio. Siempre la había amado. Desde la primera vez que la vio, cuando tenía diecisiete años de edad, supo que era especial. Y ahora que él tenía veinticinco años, aún Dakota seguía siendo su debilidad. Daría su vida por ella. Dakota era la mujer que cualquier hombre desearía tener. Incluyéndolo. Ella había pasado por tanto sufrimiento por culpa de él, que ahora pensaba que no podía hacerla feliz. Dakota merecía a alguien mejor. El solo pensamiento de imaginársela con otro hombre que no fuese él, le destrozaba el corazón. Por primera vez quería ser egoísta. Quería tener algo sólo para él, algo que lo hiciera feliz. Y esa felicidad era algo que Dakota solo le podía dar. De noche. Dakota estaba sentada en el sillón de la sala principal mientras leía un libro. Nico dormía acurrucado a sus píes. Jamie se acercó, se sentó a su lado y encendió la televisión. Dakota lo miró por el rabillo del ojo. Se veía tan hermoso, y no era justo que un hombre fuese tan guapo. Bebió de su Red Bull, relamiéndose los labios y Dakota no pudo evitar imitar su acción. De pronto, una soledad invadió a su corazón al imaginárselo lejos de ella. Lo único que quería era mantenerlo cerca de ella por toda su vida. Besarlo y decirle cuanto lo amaba. Jamie se iría a Pphiladelphia mañana por la mañana, seguramente antes de que Dakota se despertara y el simple pensamiento de no estar junto a él le dolía en el alma. - Dakota.- la voz ronca de Jamie la sacó de sus pensamientos. Se volteó para mirarlo. - ¿Si? - Haz el amor conmigo.....

acosada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora