el cementerio de los versos prohibidos

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Este libro que tienes en tus manos no es simplemente un modesto libro de poemas escrito por alguien más o menos conocido. Tampoco es un coqueto inquieto de enseñarte de qué está hecha mi Alma. Ni tan siquiera es un presumido acto de maquillar con colores hechos de palabras mi tan gastada, desconocida y demacrada imagen pública. Este libro es mi hucha, una invisible hucha donde he ido ahorrando mis sentimientos, mis lágrimas y, cómo no, más de una risa robada a una vida que me ha regalado más de lo que merezco.

Hay personas que lloran lágrimas, otras lloran silencios. Las hay que no lloran, simplemente pagan como rescate a la alegría, almacenar su llanto, un lamento en el desván de lo olvidado. Pero aunque ellos no lo sepan, su mirada llora, y su risa acaba poseída por una eterna mueca de melancolía, de vacía alegría, como si su sensibilidad estuviera en obras.

Mi caso es peculiar. Yo lloro palabras. Mis lágrimas son tinta que resbala por mi alma y caen, gotita a gotita, en un papel. Cada poema es un llanto, un lamento, una pregunta, un 'te amo', un 'no me olvides', un '¿me acompañas?' Escribo para mantener a raya la locura y que no me coja. Al llorar versos en flor, los pétalos forman un charco de perfume y melancolía que baña mis pasos cuando siento que me perdí en el camino y estoy varado en la senda del barro de mi propia oscuridad.

Por eso quiero que hoy viajes conmigo a una necrópolis imaginaria donde enterré hace tiempo mi llanto, mi risa y mi olvido. Un cementerio del Alma, donde hoy voy a desenterrar mis silencios, mis sueños, mi pena.

¿Me acompañas?

Txus di Fellatio El Príncipe de la Dulce Pena

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