La muerte me guiña un ojo, me jura silencios en mi dolor, promesas de un vacío intenso donde no existe más color
que el que da mi propia sombra reflejado en un muro de aire, levantado en el recuerdo, en la paleta del eterno pintor.
La Muerte me pide un beso, desnuda mi miedo con su voz. Me hace el amor y en su lecho me roba la vida, me calma el dolor.
Me nombra el dueño eterno de la tierra de la mar encantada, más allá de cielo e infierno, donde una lágrima está congelada, donde la risa está demacrada.
Soy el rey de una tierra sin penas, sin recuerdos, sin amor. La patria de los que no soportaban la vida y prefieren la cobardía de una muerte amañada, a enfrentarse a un nuevo día, a luchar cada mañana...
Soy el Rey de la Tristeza Deportada, de la angustia maquillada, de un lugar llamado muerte. Soy el Rey de un lugar llamado Nada.
Pdt.: Este poema está escrito en Bilbao un día en el que bailé un tango con la Muerte.
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el cementerio de los versos perdidos
PoesiaEste libro está dedicado a todos aquellos que todavía creen que las palabras son el lenguaje de la belleza, la música el idioma del alma, y un beso el único lenguaje válido allí donde no llegan ni las palabras ni la música. A quienes juran qu...