#𝐓𝐑𝐄𝐂𝐄

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Jaemin desde las cinco de la mañana estaba en su "laboratorio" preparando armas y formas para torturar a la gente.

Había tenido insomnio y ¿Qué mejor manera de perder el tiempo que esa?

Chenle nunca había matado a nadie que estuviera dentro de las jaulas por órdenes de Jaemin. Él miraba todo lo que el mayor hacía con admiración sin preguntar o quejarse. JM.Zero pensaba que era hora de que el menor también se divirtiera un poco.

Chenle tampoco podía dormir. Daba vueltas en su cama esperando que el primer rayo de sol se asomara por su ventana más eso parecía ser eterno.

Se paró de golpe de su cama y tomó una sudadera para salir. No iba a poder seguir durmiendo. Nadie lo siguió hasta su destino.

Presionó los botones del ascensor asegurándose que nadie lo estuviera viendo. Este empezó a bajar, a lo lejos los gritos se escuchaban empezando a emocionar más a Chenle.

Al llegar no le sorprendió ver a Jaemin abriendo y cerrando cajas con armas o alguna otra cosa.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó el mayor en cuanto entro.

—No podía dormir... La emoción —el contrario asintió y siguió en lo suyo.

—Entonces podremos empezar desde antes ¿Te parece? —«Podremos», esa palabra resonó en la cabeza de el menor varias veces.

—¿A que te refieres con "podremos"? —dijo haciendo comillas con sus dedos y con la emoción consumiendo lo lentamente.

—Por primera vez te dejaré jugar —sonrió inocentemente.

Chenle no contuvo la emoción y dio pequeños brincos en su lugar.

—Ayúdame a elegir armas y después veremos a quienes tomar —dijo Jaemin siguiendo en lo suyo.

El menor se acercó sacando una pistola de la caja más chica y le limpió el polvo con un trapo verde que estaba en la mesa.

—¿Cómo empezaremos?

—Mataremos a los que han estado aquí mas tiempo... Y torturaremos a los más molestos y a los nuevos —dijo serio como si no tuviera mucha importancia.

Los encerrados lloraban, imploraban para que los liberaran pero todas sus súplicas eran inútiles.

—Por favor... P-por favor —una mujer empezó a llorar por lo alto llamando la atención de los dos chicos—. Si no m-me dejan libre... M-mátenme —rogó en su llanto.

—¿Cómo dijiste bonita? —preguntó Jaemin acercándose a paso lento—. Venga, repítelo, no muerdo.

—Por favor má-mátame.

—¿Eso quieres? ¿Sí? —esperó una respuesta de la chica, que solo asentía mientras quitaba sus lagrimas intimidada ante la mirada de Jaemin.

—Chenle, tú decides si ella muere o no —Jaemin le lanzó una pistola que afortunadamente atrapó.

—Ella... —la pistola en sus manos temblaba. Ya había matado a mucha gente pero nunca ante la mirada de Jaemin. Además, Jaemin era un saco sin sentimientos y tenía un corazón roto, turbio y podrido. Pero Chenle todavía sentía algo de empatía por los demás.

Cerró sus ojos y jaló el gatillo. La bala estrelló en el estómago de la chica y esta dio su último suspiro.

—Bien... —sonrió el mayor limpiando algunas gotas de sangre que habían salpicado en su brazo—. Con eso damos por iniciado esto.

Abrió una de las jaulas en la cual tres chicas se encontraban gritando pegadas a la pared para que Jaemin no las atrapara. Pegaban al aire en un intento de alejar a su captor.

Los demás, veían sin emitir ningún sonido. Unos muy espantados como para reaccionar y gritar por ayuda. Imaginándose cualquier forma de muerte que esos dos chicos podían hacerles pasar. Pensando en planes para escapar. Lo mejor era morir, las torturas que JM.Zero empleaba dejaban serios traumas que muchos experimentaron.

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Jaemin arrojó otro cuerpo inconsciente dentro de una jaula. Ya no había mas gritos, solo leves lloriqueos que el dolor les provocaban las heridas. Quedaban pocas personas conscientes pero ninguno de los dos había parado de "jugar".

—JM.Zero, ¿Cómo se te ocurren tantas formas para dañar mentalmente a las personas? —Chenle llegó por detrás con las manos llenas de sangre y un cuchillo.

—Mmm, estudie psicología —contestó serio tomando una cubeta llena de agua. En vez de ayudar a las personas a superar traumas él les creaba los traumas. Todo lo que Jaemin hacía era con extrema tranquilidad,  sin preocupación alguna.

Jaemin todavía no estaba satisfecho, caminó por el lugar buscando a alguien. 

—Basta... —Minghun, el más reciente en llegar a ese espantoso lugar, quería regresar a su casa y no salir por mucho tiempo.

—¿Recuerdas a tus amigos? ¿A esos que murieron porque prendí el auto en llamas? —habló Jaemin importándole por las condiciones de el chico frente a él.

—¡No hables de ellos! —le gritó Minghun enojado, al borde del llanto una vez mas.

—No te preocupes, te traje una cubeta con agua para que apagues el incendio —sonrió inocentemente.

—¡No sonrías así, das asco! No quiero tu maldito cubo de agua —volvió a gritar.

Jaemin estalló en carcajadas como loco, Minghun viéndolo asustado con lagrimas acumuladas en los ojos amenazando con salir.

—No te pregunte si querías la cubeta —sus carcajadas cesaron de un segundo a otro, su rostro cambiando a un semblante serio.

De una patada Minghun cayó al suelo demasiado débil como para volver a levantarse. Unas cuerdas ataron los brazos y piernas del menor impidiéndole hacer cualquier intento de levantarse. Jaemin coloco la cubeta de agua a un costado de el chico y con un vaso negro empezó a vaciar el agua helada en la boca abierta de Ming. El agua vertida empezaba a desbordarse de su boca y tapaba su nariz impidiéndole respirar. Minghun trataba gritar que parara pero sentía que si lo hacía, se ahogaría.

—¿Crees que hubiese sido agua suficiente para apagar el incendio? —preguntó Jaemin volviendo a meter el vaso a la cubeta para rellenarlo. Los recuerdos de sus amigos en llamas regresaron a la cabeza de Minghun y no pudo evitar su llanto.

Jaemin pateó el estomago de el menor repetidas veces y este se empezó a ahogar. Gotas de sangre y agua era lo que tosía Minghun. Sus costillas le dolían, seguramente porque las tenia destruidas. El oxigeno empezó a hacerle falta y cerro sus ojos pensado que ahí acabaría su suplicio.

—¿Creías que te dejaría morir? —la voz de Jaemin nuevamente resonó en la cabeza de Minghun, quien respiraba irregularmente y tosía incontrolablemente. Pensó que realmente se había ahogado, o tal vez si lo había hecho, pero Jaemin no le permitió morir—. No te vayas a ahogar ¿quieres agua? —Na con una sonrisa estiró su mano con el mismo vaso negro lleno de agua.

—Eres un maldito hijo de puta.

Jaemin solo salió de la jaula riendo para seguir torturando a alguien más.

Era de los destinos que nadie debería desearle a alguien más. Nadie más debía sufrir eso. Nadie excepto Jaemin. Él se merece sufrir sus mismas torturas.

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#𝐇𝐄𝐋𝐋𝐄𝐕𝐀𝐓𝐎𝐑¡! - 𝐍𝐂𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora