#𝐒𝐄𝐈𝐒

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—Pobre iluso —Jaemin arrojó su celular hacia el sofá evitando que se quebrase. Estaba satisfecho con lo que había causado en la población. Las noticias reproducían nuevamente el vídeo recientemente grabado y hablaban de aquello.

Estaba apoyando su barbilla en sus manos, parecía que veía el televisor muy serio, pero realmente estaba planeando cual sería su siguiente paso y en quién sería.

Sabía que había gente que pensaba que el vídeo era una broma de mal gusto y querrían comprobarlo tarde o temprano. Podía demostrarles a todos que sus palabras no eran un juego y todos corrían por el mismo camino de inseguridad, sin importar que relación tuvieran con Jaemin.

Suspiró y tomó su mochila negra que reposaba en su cama. Recorrió su pequeño departamento con la mirada para cerciorarse de que no se le olvidara nada. Sonrió y se colocó un cubre bocas al ver que en efecto sí se le olvidaba algo. No tardó en meterlo en su mochila y cerrarla para salir.

Notó que las calles estaban algo mas solas que de costumbre, sonrió levemente al saber la razón.

Caminó mirando sus pies hasta llegar a la tienda más cercana. Entró buscando algo que tomar y agarró varios jugos de manzana.

Mientras buscaba algo más que comprar entraron seis chicos riendo escandalosamente. Se veían unos dos años menores que Jaemin, pero eran más altos que él.

Na y el más alto de los jóvenes cruzaron miradas unos segundos, segundos suficientes para saber que tenía que salir de la tienda.

Intentó dejar todo en su sitio y salir de la tienda antes de que el escándalo ocurriera pero fue demasiado lento. Dos chicos sacaron armas, uno apunto hacía el señor de tercera edad detrás del estante y el otro apuntó hacía el cachetón que se mantenía inexpresivo.

Amenazaron con matarlos si llamaban a la policía y si no entregaban todo su dinero.

Jaemin miró las pistolas que portaban los supuestos asaltantes y después de unos cortos segundos, se dio cuenta que no moriría.

—En mi mochila tengo mi dinero, por favor, déjenme sacarlo —suplicó el pelinegro inocentemente. Sólo le asintieron en silencio, éste tomó sus pertenencias y buscó dentro de su mochila—. Tengo un trato... —empezó a hablar Jaemin mientras buscaba dentro de su mochila—. Juguemos un juego... Se llama, "quien dispara primero gana". Las reglas son fáciles. Tú me apuntas a mí con esa pistola que tienes en tu mano —sacó otra pistola de su mochila— y yo te apunto con esta... Obviamente quien tarde en disparar... —esbozó una cínica sonrisa—. Morirá.

Los seis jóvenes se miraron asustados entre ellos sabiendo que morirían.

¿Por qué?

Las pistolas que traían eran de juguete. Tal vez dispararían alguna cosilla, pero no balas, ya que son para entretener y no para matar realmente. Las habían modificado para que parecieran más reales pero... Estaban frente un asesino, obviamente sabe las diferencias entre una real y una de juguete.

—N-no... Yo... Perdón por buscar problemas... No nos haga daño... —rogaron los niños.

—Dejen todo en orden y salgan de la tienda —ordenó Na.

Sin quejarse salieron de el lugar con dirección a un carro al final de el pequeño estacionamiento.

—Muchas gracias, de verdad... Yo no diré nada de lo que pasó, me salvó la vida y... —el señor de tercera edad se agradecía con Jaemin mientras éste lo veía con cierta lástima.

Un disparo. Dos disparos.

El cráneo de el señor estaba perforado con dos agujeros profundos creados por una bala.

—Ya me aseguré de que no le dijera a nadie... —se aseguró de desconectar y borrar las grabaciones de la cámara de seguridad antes de salir de el establecimiento.

Su siguiente objetivo...

Los 6 jóvenes.

No era nada personal, para nada. La sed de sangre que constantemente tenía Na era un problema, una vez que iniciaba no podía parar. Era su adicción más fuerte.

El carro seguía estacionado donde antes. Los jóvenes estaban reunidos atrás de el coche discutiendo su fracaso como buenos delincuentes, bastante enojados.

—Al parecer son estúpidos —Jaemin llegó a la puerta opuesta de el carro y la abrió sin problemas, se escondió en los asientos traseros y espero a que su presa entrara.

No tardaron en empezar a abordar el vehículo.

Contó exactamente tres minutos para empezar con su tan habitual plan.

1, 2, 3.

Saco una navaja y sin hacer ruido apuñaló a los tres pasajeros de atrás dejándolos sin vida al instante. Hizo su característico corte en la garganta procurando que se vieran sus acciones en el retrovisor de el carro, siempre manteniendo esa sonrisa de loco en su rostro, realmente disfrutaba escuchar los últimos suspiros de sus víctimas.

—¡Minghun detén el auto! —gritó el copiloto, mirando a sus tres compañeros sin vida en los asientos de atrás.

—¿¡Qué mierda!? —no se lo podían creer, de un momento a otro sus amigos habían muerto. Aunque sus destinos no eran muy distintos.

Todos estaban shockeados, era el momento perfecto para hacer sufrir a los demás.

Golpeó fuertemente la cabeza de los tres restantes. A dos de ellos los dejó abordo de el auto. Mientras el tercero estaba amordazado junto a Jaemin a unos metros lejos.

—Mmmmm —"Minghun" despertó y no tardo en querer escapar de las ataduras que tenía en las muñecas.

—No hagas esfuerzo y disfruta de la muerte de tus amigos —lo calló Jaemin.

Na agarro un fósforo y lo prendió. Lo aventó por la ventana del carro y al instante el carro prendió en llamas por la gasolina que había vertido minutos antes de que el chico despertara.

Jaemin no permitió que Minghun bajara la mirada en ningún momento, ya que lo tenía agarrado de el cabello.

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La función, temiblemente para el pelinegro, había terminado... Pero para el menor apenas había empezado la tortura.

Jaemin se las arregló para meter al secuestrado a su departamento y obviamente llevarlo a su lugar secreto. Lo encerró y encadenó todavía amordazado.

—De aquí no podrás salir... bienvenido al paraíso. Mi paraíso. Su infierno.

—Jódete —balbuceó.

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#𝐇𝐄𝐋𝐋𝐄𝐕𝐀𝐓𝐎𝐑¡! - 𝐍𝐂𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora