1- Arribo

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Yoongi, se apoyó contra uno de las columnas de mármol de la entrada principal de la Casa Min y observó las nubes oscuras concentrarse en el cielo.

«—Incluso el cielo parece saberlo —murmuró, dando una calada a su cigarro. —Algo malo se acerca»

Que el cielo no fuese azul no era lo que realmente le preocupaba a Yoongi. El clima en Londres no era el mejor, sin embargo, la llegada de su tía política y su única prima sí era cuestión para hacerle temblar.

Yoongi acababa de salir de un celo que, aunque satisfactorio, había dejado un amargo sabor en su boca. Definitivamente estaba mal si, incluso la omega que le atendió intentó embarazarse. Su reputación como libertino prendía de un hilo cada vez que era época de presentaciones en sociedad (con la horda de omegas jovensísimas y madres locas por echarle el lazo a su fortuna entrando y saliendo de la ciudad.)

Y ahora tenía que sumar a su desgracia la presencia de una omega campesina que, en cima, se veía en la obligación de mantener.

La puerta principal se abrió tras él, sacándolo de sus cavilaciones. Yoongi miró al cielo mientras un trueno retumbaba a lo lejos.

—¿Qué sucede ahora, NamJoon?

—Me pidió que le avisara a las tres en punto, señor — dijo el mayordomo con su tono impasible. —El reloj acaba de dar la hora.

Yoongi le dio otra calada a su cigarro y dejó que el viento arrastrara el humo.

—Procure una copa para el señor Jung. Imagino que la va a necesitar pronto.

—Muy bien, milord.

El mayordomo entró en la casa y, como efecto dramático que acompañó el ruido de la puerta, la lluvia comenzó a caer con fuerza sobre los escalones de granito justo cuando un carruaje interrumpía en la calle. Girando, cómo no, en dirección a la mansión.

Yoongi dio una última calada y apagó el cigarro en la columna, exprimiéndolo y maldiciendo entre dientes.

«Las desgracias nunca llegan tarde

La puerta se abrió de nuevo y Namjoon, seguido por media docena de criados uniformados con los colores de la casa, azul y negro, apareció a su lado en el instante que el monstruoso carruaje se detuviera en las escaleras. Un segundo coche, mas pequeño, se detuvo detrás.

Mientras NamJoon y su tropa se adelantaban a atender a las mujeres, Jung Hoseok, un beta que era su abogado y amigo personal, se situó a su lado para palmear su hombro. 

—Tengo que felicitarte —se sonrió. —Te estás portando como todo un caballero al hacerte cargo de las damas.

Yoongi lo miró, arqueando una ceja.

—Sabes mejor que nadie que hice de todo para no tener que ocuparme de ellas. —espetó. —No me felicites por quedar atrapado en la trampa de mi padre.

Hoseok sonrió sin perder todo ese aire de seriedad y profesionalidad que siempre lo envolvía.

—También se que no eres un caballero, pero imagina lo bien que hablará de ti la sociedad. Vas a limpiar todas las malas acciones que tuviste este año. — hizo un sonido ahogado al ver salir el primer ocupante del carruaje. —Que sean dos años.

Do MiNa puso un pie fuera del carruaje y sonrió mirando toda la mansión con regocijo. Parecía tan feliz que no se daba cuenta de la lluvia. La omega, de unos cincuenta y tantos años, traía un vestido que solo podía competir en estridente con la carpa del Circo Nacional de Inglaterra.

How to teach an alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora