6 - Súcubo

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Jimin se dejó caer sobre la cama junto a Holly.

¡Veinticinco libras!

Veinticinco libras mensuales era una pequeña fortuna. Una ganga. En su primer trabajo aquello había sido sus ingresos de todo un año. El trabajo como tutor era peor pagado que el de cocinera, puesto que debía incluir comidas y la estancia en la casa. Asi que recibir el dinero de todo un año en tan solo un mes era como sacarse la lotería.

Jimin estaba en bancarrota desde hacía meses y, de poder permitirse declinar, tampoco cree que lo hubiera hecho.

Sospecha que su terquedad se debía en gran medida a la manía del conde en retarlo. Jimin era incapaz de soportar un rero si lo tenía en frente y el reto de convertir a Lord Lett en un hombre casadero, bueno, podría otorgarle la santidad a Jimin.

Sonrió.

"San Jimin, Santo Patrón de los alfas imposibles de casar, egoístas y arrogantes."

Por supuesto, el hecho de que Min Yoongi despertara extraños sentimientos en su cuerpo no tenía nada que ver con su decisión de conservar el puesto. Él estaba ahí exclusivamente en ayuda a la joven dama que necesitaba su ayuda; como omega se sentía en la obligación de ayudar a sus iguales. Lo que hiciera el dueño de la casa lo mantenía sin cuidado, siempre y cuando, no lo incluyera.

Holly se enderezó de golpe, moviendo sus orejas peludas en todas direcciones. Un momento después, alguien llamó.

—¿Señor Park? —preguntó, titubeante, una voz femenina.

Jimin se levantó, arregló sus prendas y se encaminó a la puerta.

Los rizos de la joven omega le saludaron incluso antes de que ella lo hiciera.

Ciertamente, debían hacer algo con ese peinado también.

—¿Señorita Min?

—¿P-puede venir? —balbuceó ella, con mejillas sonrojadas. — Tengo un problemas algo serio en mi habitación.

—¿Su habitación? Pero casi es hora de vestirse para la cena, señorita.

—Sí, lo sé —la muchacha hecho una mirada por sobre su hombro. —Sobre eso quería hablarle.

Jimin, picado por la curiosidad del misterio de la chica, asintió y salió al pasillo tras ella. Cerró la puerta dejando a un muy molesto Holly tras de sí.

—Verá —continuó Jennie, con voz pausada. —Mamá dice que el tafetán amarillo resalta mi piel, pero no creo que al primo Yoongi le agrade el tafetán.

Cuando entraron al espacioso cuarto, Jimin notó enseguida a la doncella parada junto al gran tocador. En la habitación se encontraba un gigantesco armario con dos espejos de cuerpo entero y otro armario mas pequeño. Todo de la madera más fina posible y, de nuevo, enorme.

—¿Trajo todo esto de su casa para acá?

—Sí. El primo Yoongi nos proporcionó otra habitación para guardar el resto de las cosas de mamá y mías —contó la chica, levantando entre sus manos lo que debería ser el vestido amarillo más feo que Jimin había visto en sus veinticuatro años. Parecía que había caído mostaza caducada y había manchado la tela, dejando el color más espantoso jamás visto. —¿Qué opina? Es francés.

Jimin parpadeó, mirando el vestido y luego a la chica. ¿En serio no sé daba cuenta lo horrible que era? Quizá Jimin tendría que hacer que le revisaran los ojos a la joven más tarde.

—Eh..., ¿puede mostrarme otro? —preguntó, descansando el amarillo.

—Tengo este azul. Es muy fino, ¿cierto? —la doncella salió del armario sosteniendo una versión mas vívida del vestido del pavo real.

How to teach an alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora