8 - Etiqueta

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—Jennie —le reprendió Jimin —recuerda que aún quedan cinco platos. A este paso no terminaremos nunca.

—Pero si sólo como un poco, tal como dijiste —dejó el tenedor de golpe en su plato vacío y comenzó otra vez a hacer pucheros —Esto es una estupidez, lo siento.

Recordándose que Min Yoongi le pagaba veinticinco libras al mes, y que ya había tratado antes con omegas tercas de diecisiete años, Jimin sonrió y sacudió la cabeza.

—No es una estupidez. Y el ritmo al que ingieres es el adecuado. Pero es la trigésima segunda vez que tomas un sorbito de vino. Me temo que te has enjuagado los dientes más que de sobra.

Menos mal que Jennie relajó sus tensos hombros y se puso a reír.

—Solo es vino de mentiras, Jimin.

Jimin se acomodó mejor en la silla que había ocupado frente a su alumna. Le alegró que tanto el vino como la comida fueran imaginarios; de otro modo, tanto ella como su pupila habrían tenido que pedir que madame Charbonne ensanchara sus atuendos antes de la fiesta.

Había escogido este método de enseñanza para hacer que ella estuviera más pendiente de lo que hacían sus manos que de lo que su boca saboreaba.

Había otro problema, no obstante.

—El problema es que pareces usar la copa de vino como un aplazamiento. Cada vez que te hago una pregunta, tomas un sorbo de vino antes de dar tu respuesta —señaló el profesor, dando una mirada aguda a la chica que se sonrojó al ser atrapada.

—Es para tener tiempo de pensar una repuesta apropiada —se justificó la omega, entonando los ojos. —Me lo enseñó la señorita Thomas.

Ya se lo había figurado.

—Sí, es un buen truco. Pero necesitas más de uno, querida, o todos se percatarán de lo que haces... y al final de la comida estarás tan ebria que no atinarás con las respuestas.

—¿Más de uno?—preguntó Jennie con tristeza, hundiendo los hombros —Apenas puedo recordar éste.

—Ah, es sencillo —contestó Jimin, sin darle importancia aunque estaba preocupado.

Ésta debería haber sido la parte fácil.

Apenas habían entrado en la conversación para la cena, y menos aún en los procedimientos posteriores. Era muy consciente de que la velada con los Howard sería una prueba para habilidades de la chica y para las suyas propias.

Y quería demostrar su valía... y por supuesto la de Jennie, a un alfa en particular.

—Elije cinco acciones y hazlas en sucesión una y otra vez.

—¿Qué? No lo entiendo.

—Deja que te lo demuestre.

Volvió a sentars erguido y tomó un poco de vino, igual que había hecho Jennie —Ah, sí, lord Han. Sé exactamente lo que quiere decir —entonces el omega agarró la servilleta y se limpió la comisura de la boca. —Realmente fascinante—. Volvió a colocar la servilleta en su regazo con esmero. —Qué valiente por su parte —a continuación tomó un imaginario bocado de su imaginaria cena, masticó y tragó —Oh, estoy sencillamente abrumado.
—por último, apiló a un lado del plato dos trozos de patata—Muchas gracias.

Jennie volvió a reír.

—Me temo que estoy totalmente perdida.

—Así de simple. Beber, servilleta, servilleta, bocado, juguetear con la comida. Cada vez que necesites un momento para pensar, repasa tu lista y utiliza el siguiente truco. Claro que puedes variarlos. Si necesitas un momento prolongado, toma bocado. Si sólo es necesaria una respuesta rápida y sencilla, no hagas nada, o colócate la servilleta. Para cualquier otra cosa, sólo repasa la lista.

How to teach an alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora