5 - Paseo

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Min Yoongi era demasiado arrogante, encantador y extraño al mismo tiempo. Y Jimin seguía sin tener idea de por qué le había contratado... además de su ya comentada atracción física.

Pero viendo que el conde continuaba su marcha con Holly, le siguió. El chucho tenía todos los aires de ser el perro del alfa rico y no del tutor arruinado. Y, pese a la molestia, Jimin se sorpredio sin poder culpar al perro.

Min Yoongi podía ser arrogante, sí, pero tenía motivos.

A decir verdad, la expectativa de salir a dar un paseo con ese hombre eran raras. Jimin se sentía tan contrariado y pequeño cerca de él, que sopesó la idea de pedir algunos acompañantes más para el paseo. Pero era ridículo.

Ambos eran lo suficientemente adultos y sensatos para dar un paseo a plena luz del día sin que se cuestionase la moral de nadie.

Si Jimin se sentía en peligro o no, eso era solo su asunto.

[[...]]

Yoongi se encontraba sorprendido y trastornado por enésima vez en el día.

Por supuesto, su estado actual se debía al señorito Park Jimin, quien ahora caminaba a su lado bajo los arboles diseminados en Hyde Park. El omega traía una sombrilla gris para proteger su rostro del sol. Pero la sombrilla poco hacía para disimular la expresión del chico ante su mirada curiosa.

Estaba enfadado... con él, al parecer porque le resultaba satisfactorio sentarse en un salón a escuchar el parloteo de sus parientes hasta el día del Juicio Final y Yoongi le había privado de eso.

¿Qué omega puede preferir la cháchara interminable de su tía por sobre la compañía del soltero más codiciado de Londres?

Park Jimin, al parecer.

—¿Qué desea discutir conmigo, Park? —le preguntó mientras lo veía observar los vehículos que recorrían ruidosamente el paso de carruajes en su ritual vespertino.

—La educación previa de la señorita Min no era tan terrible como usted me hizo creer, milord.

—¿Así que cree innecesaria su presencia? Temo discernir, no conseguiremos que se case ni con un pastor en las condiciones actuales. ¿Qué digo pastor? Ni el hijo del sepulturero querrá desposarla al verla vestida como si hubiese muerto la Reina sobre ella.

Jimin apretó sus labios en una fugaz sonrisa.

—Ella es su prima —recordó con suavidad. —Podría conseguir a cualquiera que se proponga.

—Cualquiera con ansias de riquezas, nobleza o posición. —corrigió, guiando al perrito de nuevo al sendero. —No a alguien que ya posea esas tres cosas.

Varios carruajes comenzaron a aminorar el paso y girar en su dirección. Obviamente, alguien como el conde no se podía librar de ser acosado tan temprano.

Yoongi maldijo entre dientes y guió a Jimin por un sendero menos concurrido. 

—Así pues —continuó el alfa —Le parece que mi prima tiene salvación. Pero le preocupa algo mas, ¿cierto?

Jimin vaciló.

—Me preocupa su tía, milord.

Por primer vez en ese día, Yoongi sonrió abiertamente.

—Bienvenido a mi mundo, señorito Park.

—Eso es horrible.

—Soy un hombre horrible, tesoro. Supongo que te diste cuenta hace un rato.

How to teach an alphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora