—Ah, y un reloj. Me gustaría saber qué hora es —añadió Jimin, hundiéndose en los almohadones con especial flojera.
Thom asintió, con expresión un tanto demacrada, y fue cerrando poco a poco la puerta de su prisión.
—En seguida, señorito Park.
Él no sentía compasión alguna por el pobre beta, a pesar de que Yoongi le hubiera obligado a ser su vigilante. Estaba recibiendo dinero por mantenerlo encerrado en espera de que el alfa decidiera hacer "lo que fuera" con él.
Ese era otro demonio.
El conde, por lo visto, se había desvanecido, pero Jimin podía seguir torturando sus criados, si señor.
—Gracias. Mi correspondencia debería estar lista para cuando regrese.
—Sí, señorito Park —cerró la puerta del todo y echó el cerrojo.
Por mucho que odiara admitirlo, esto comenzaba a resultar divertido. Dios sabía que nunca antes se le habían satisfecho cada uno de sus caprichos.
—¿Qué deberíamos pedir a continuación, Holly?
El perrito marrón alzó la cabeza y luego volvió a dormirse en su fortaleza bajo la mesa de tocador. Parecía perfectamente contento de seguir en la bodega ahora que Thom le había suministrado un rico y jugoso hueso tan grande que a duras penas podía arrastrarlo.
Donde quiera que el hueso estuviera, ahí se quedaría él. Al menos alguien la estaba pasando bien.
Jimin firmó la carta, la dobló y escribió la dirección. Cuando terminó, la puerta sonó y se abrió de nuevo. Thom miró al interior con recelo, temiendo sin duda una emboscada. Cuando lo divisó de pie junto a la mesa de tocador abrió más la puerta para dejar pasar a Toby con el reloj del comedor.
—¿Servirá éste, señorito Park?
—Sí, gracias. —Cruzó la habitación, conteniendo la sonrisa cuando ambos betas se estremecieron de miedo, y le entregó la carta—. Por favor, encárguese de que salga de inmediato.
El tic que por lo visto le había aparecido al pobre hombre durante las últimas horas hacía que se le contrajera espasmódicamente la mejilla.
—Lord Lett ha dicho que nada debe abandonar la casa sin que él lo vea primero.
El omega se cruzó de brazos, nada sorprendido. En cualquier caso la carta era más para Yoongi que para su amiga.
—Comprendo. Por favor, entonces infórmele que Holly ha dejado algo en el rincón para que lo inspeccione —señaló Jimin.
Él se inclinó cortésmente y arrastró al atemorizado Toby fuera de la habitación.
—Yo lo haré, señorito Park.
Tras la marcha del criado deambuló por los límites de la bodega, buscando otro encargo que encomendar a los guardias. Seguro que finalmente se dejarían la puerta abierta por accidente. Su mirada hastiada se posó en la única ventana de su prisión. Ésta se encontraba en la parte alta de un muro, muy pequeña y oculta en el exterior por el jardín, de modo que apenas entraba luz para iluminar la bodega.
Después de echar otro vistazo a la puerta, arrastró la silla del tocador para situarla bajo la lóbrega abertura. Subiéndose en el delicado asiento y balanceándose de puntillas, podría alcanzar justo la parte de abajo del marco. Los constructores no lo habían hecho demasiado amplio, pero el marco de madera cedió un poco cuando le dio un golpecito con el dedo.
Bajó otra vez y se puso a buscar algo con que dejar al descubierto la vieja madera. Un cuchillo de mesa habría sido perfecto, pero ya se habían llevado la bandeja del almuerzo. Yoongi había sido cuidadoso en su búsqueda por reunir y deshacerse de cualquier arma y potencial medio de escape.
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How to teach an alpha
RandomA fines del siglo XlX, Min Yoongi es el conde de Lett y, por desgracia, debe hacerse cargo de todos los asuntos del condado: incluyendo la custodia de su molesta prima. Alfa y el soltero más codiciado, se ha propuesto casar a su prima para librarse...