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Sentí un alivio inmenso cuando por fin terminó la semana más estresante de mi vida. Puse el punto final en la última prueba y me pareció que me quitaba un peso enorme de encima. Para celebrar que habían terminado los exámenes y que las vacaciones de verano estaban a punto de iniciar, organizaron una fiesta en la sala común de Slytherin. Madeleine estaba más que emocionada por ir, porque vería a Cedric y también a Tom. Pero yo, por mi parte, no sentía mucha emoción, pues tenía que seguir esperando para poder actuar en público como si tuviera una relación con Tom. Comenzaba a impacientarme y me preguntaba cuándo mi prima dejaría de comportarse como si le gustara Tom. Escogí un vestido de terciopelo verde oscuro, con unos delgados tirantes y me cepillé el cabello para dejarlo suelto.

Como era de esperar, la sala común de Slytherin estaba llena y había mucho ruido. Tom estaba sentado en uno de los sillones, hablando con uno de sus amigos. Fred y George recorrían la sala saludando a varias personas y lo primero que hice fue bailar dos veces con cada uno de ellos. Madeleine observaba a Cedric, que bailaba con una chica, mientras bebía rápidamente vaso tras vaso. Me dispuse a beber algo yo también y cuando me di cuenta, ella había desapareció de mi vista. Bebí despacio tres vasos llenos de whisky de fuego e iba por el cuarto, cuando Tom se acercó.

—Vamos a mi habitación un momento, ¿sí? —dijo en voz baja, mientras tomaba un vaso de whisky y lo bebía todo en un par de sorbos.

Asentí y lo tomé de la mano con disimulo. Miré a mi alrededor y como no vi a mi prima, lo seguí hasta su habitación. Una vez allí, puse mis manos sobre sus hombros y le di un largo beso, había esperado todo el día por ese momento. Luego fuimos a sentarnos en su cama, ninguno de los dos quería hablar, era mucho mejor seguir besándonos, pues sabíamos que pasaríamos varias semanas sin vernos y esa era un forma de prepararnos para eso. A pesar de que hacía frío, no lo sentía, porque los besos eran cada vez más intensos y apasionados. No le dije absolutamente nada cuando me tomó de la cintura para ponerme sobre su regazo. Puso sus manos en mis muslos y las subió, subiendo también el vestido al mismo tiempo. Sabía que estábamos llegando muy lejos, pero no me importaba, porque por primera vez era consciente de cuánto lo deseaba. Con una mano buscó el cierre del vestido en mi espalda y lo bajó un poco, de manera que dejó al descubierto mis hombros. Sus besos bajaron de mis labios por mi barbilla hasta mi cuello. Mientras tanto, yo deslicé las manos por debajo de su camisa y acaricié su piel suave.

Era un momento perfecto, pero la puerta se abrió de repente y entró nada más y nada menos que Madeleine.

—¡Por la tanga de Merlín! —exclamó, y aquella expresión hubiera resultado muy graciosa, pero en esos momentos era incapaz de reírme.

Me levanté de un salto del regazo de Tom y me puse bien el vestido, que tenía recogido hasta la cintura. Me llevé las manos a la espalda y me subí el cierre. No sabía qué hacer o qué decir. Ella me miraba como si fuera el ser más despreciable que ha caminado sobre la tierra, y se cubría la boca con una mano. Tom se levantó también de la cama, e intercambiamos una mirada incómoda.

—¡No puedo creer que me hayas dejado por ella! —gritó Madeleine, y cerró la puerta de golpe.

—Actúas como si alguna vez hubiéramos tenido algo serio —respondió Tom, con toda tranquilidad.

—¿Qué demonios le viste? ¿Qué tiene esta estúpida mojigata que no tenga yo?

Una parte de mí sabía que debía sentirme mal porque nos había encontrado en una situación tan comprometedora, pero no era así. En lugar de eso, sentía que había muerto esa Emily que soportaba los insultos de mi prima, no iba a permitir que me tratara mal ni una sola vez más.

—La única razón por la que acepté ese trato contigo —dijo Tom—, fue porque fue la única forma de acercarme a Emily que se me ocurrió.

Aquella revelación pareció herirla todavía más y dejó de mirarlo a él, para mirarme a mí.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora