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*Seis meses después*

Todo parecía ir muy bien en mi vida. Habíamos ganado la copa de quidditch, había aprobado el curso de aparición e incluso era candidata para el premio anual por las buenas notas que había sacado en sexto año. Por otra parte, Madeleine había recuperado casi por completo su memoria, lo que significaba que me estaría odiando de nuevo, y no me emocionaba volver a verla, pero ya había salido de San Mungo, y al regresar a casa, tendría que volver a convivir con ella.

Pasé todo el viaje de regreso a Londres charlando animadamente con mis amigos. Oliver se acababa de graduar, y a mí me quedaba solo un año, pronto, todos tomaríamos caminos distintos. Por eso cuando bajamos del tren, le di un fuerte abrazo a cada uno de ellos, y esperé a que Tom llegara a mi lado. Apareció de repente y me tomó de la mano. Juntos fuimos a encontrarnos con mis tíos, que nos saludaron afectuosamente. Ya parecían mucho más tranquilos con lo de mi prima, en cierta forma se habían hecho a la idea de que le quedaba poco tiempo.

Cuando entramos en la casa, ella estaba sentada en uno de los sillones de la sala, leyendo un ejemplar de la revista corazón de bruja. Esperaba que me mirara de nuevo con odio, pero no fue así.

—Hola, Emily —saludó, en un tono increíblemente amable.

—Hola, Madeleine —la saludé.

Compuso una pequeña sonrisa y luego saludó a Tom con un gesto.

—Riddle —dijo.

—Hola —la saludó él, fríamente.

—Necesito hablar un momento contigo, Emily.

Me pregunté de una vez qué sería lo que quería decirme, pero me limité a asentir. Tom me dirigió una mirada de desconfianza.

—Yo también tengo que hablar contigo, Tom —dijo mi tío—, de lo de mañana.

¿A qué se refería cuando había dicho: "lo de mañana"? Pero me mordí la lengua para no hacer más preguntas. Los planes de Tom y mi tío, seguían siendo un misterio. Ellos se fueron en dirección al estudio y yo seguí a mi prima hacia su habitación.

No había entrado ahí en mucho tiempo, pero todo estaba exactamente igual a como lo recordaba. Madeleine se veía bien, aunque bastante pálida, pues ya no se maquillaba como lo hacía antes, y estaba mucho más delgada.

—Imagino que ya recordaste todo lo que pasó en el último año —le dije, evitando mirarla. No sabía por qué, pero me sentía tan incómoda como si la acabara de conocer. Ella había cambiado y yo también, era obvio.

—Sí, pero me faltan recuerdos —me respondió, mientras se sentaba en la cama—. Escucha, Emily... no quiero pasar mis últimos meses de vida peleando contigo.

Por fin me atreví a sostenerle la mirada. Había en sus ojos azules una expresión amistosa que se me hacía tan extraña.

—Entonces ya te lo dijeron —dije.

Ella asintió.

—Hace un tiempo que lo sé, pero como te dije, no voy a desperdiciar el poco tiempo que me queda, odiándote. Ya he pasado toda mi vida sintiendo envidia de ti, y no me ha servido absolutamente para nada más que para perder el tiempo. Quiero que sepas que lo siento, por todo lo que te he hecho.

Me quedé mirándola a los ojos, tratando de averiguar si lo decía sinceramente o no, pero todo indicaba que sí.

—Yo también tendría que disculparme —dije—, últimamente tampoco me porté muy bien contigo.

Caminé hasta llegar a su lado y me senté en la cama. Ella sonrió y puso su mano sobre la mía.

—Riddle ha hecho de ti una persona distinta —me dijo.

—No estoy segura de que haya sido él, supongo que fue por otras cosas.

—Hablando de Riddle... hay algo que quiero decirte sobre él, pero no quiero que lo tomes a mal, no lo digo con mala intención, solo quiero que lo pienses.

Fruncí un poco el ceño, comenzando a hacer suposiciones sobre lo que fuera a decirme.

—Te escucho.

Hizo una pausa como ordenando sus ideas, después habló:

—No creas que está contigo porque te quiere. Lo que quiere en realidad es todo el dinero que hay en nuestra cámara de Gringotts.

Sus palabras me causaron una sensación desagradable, pero intenté no prestarle mucha atención. Lo que decía no podía ser, me negaba a pensar siquiera en que las cosas fueran así. Yo me había enamorado profundamente de Tom, y creía que él sentía lo mismo, aunque no demostrara sus sentimientos de la manera en que la mayoría de las personas lo hacían. Me resultaba demasiado difícil de creer que todo lo que teníamos se basara en el interés.

—Nunca hemos hablado de ese dinero —dije—, ni siquiera es como si fuera mío.

Ella me miró con impaciencia.

—No seas tonta, Emily. Ese dinero te pertenece también a ti, y mucho más ahora, que yo no viviré lo suficiente como para disfrutarlo. Voy a morir, mis padres me seguirán en unos cuantos años y entonces... entonces tú vas a ser la última persona con el apellido Parkbey. Es cuestión de poco tiempo para que mi padre te entregue la llave de la cámara, y todas las propiedades que ahora son de él, pasen a ser tuyas. A tu lado, Riddle terminará siendo un hombre inmensamente rico, y eso puede ser el logro más grande que pueda alcanzar alguien como él, que tal como me lo dijo hace un tiempo: nunca ha tenido nada.

Por más que me resistía a escucharla, sus palabras habían entrado en mi mente, y una vez sembrada la semilla de la duda, era difícil sacarla de ahí. Una parte de mí estaba cien por ciento segura de que Tom me quería sinceramente, pero otra le encontraba algo de sentido a lo que me había dicho mi prima. Ella me miraba, a la espera de alguna reacción de mi parte, con una expresión inofensiva, como si lo que hubiera dicho no pudiera hacerme ningún daño.

—Encontraré la manera de comprobar que lo que dices no es cierto —le dije.

Ella sonrió y puso su mano sobre mi hombro.

—Yo también espero estar equivocada, porque sé que si yo tengo razón, vas a sufrir mucho. Pero si he llegado a esa conclusión, es porque lo he analizado mucho. Riddle te oculta cosas, por ejemplo, lo que sea que planea junto a mi padre, ¿por qué no te ha dicho nada sobre eso? Mi padre tampoco habla de eso con nadie, creo que ni siquiera mi madre lo sabe. Tal vez no sabes en realidad quién es la persona de la que te enamoraste tan perdidamente.

No, ella no podía tener razón, eso era imposible. Esa conversación me dejó la mente hecha un caos, y un miedo casi irracional a que lo que dijo fuera verdad.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora