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Madeleine pudo elegir un vestido bonito, aunque al principio me pareció un poco revelador. Me gustaba, pero no estaba segura de que me quedara bien. Al final, pensé en que no tenía nada de malo ponerme algo así en una ocasión tan especial como esa.

Estaba decidida a verme muy bien esa noche, así que me recogí el cabello en un elegante moño y me puse algunas flores

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Estaba decidida a verme muy bien esa noche, así que me recogí el cabello en un elegante moño y me puse algunas flores. Me hice un maquillaje sencillo, y elegí algunos accesorios que me parecieron bonitos. Cuando estuve lista me quedé un buen rato frente al espejo, nunca me había sentido tan bien siendo yo misma. Me puse un poco de perfume y salí, pues casi era la hora en que comenzaría el baile.

Tom estaba más guapo que siempre, y al verme, una sonrisa radiante apareció en su rostro. Se acercó despacio y me dio un beso en la mejilla.

-Siempre eres hermosa, pero hoy me dejaste gratamente sorprendido -dijo en voz baja

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-Siempre eres hermosa, pero hoy me dejaste gratamente sorprendido -dijo en voz baja.

-Y tú estás guapísimo.

Le sonreí también, y lo tomé del brazo, pues ya estaban abriendo las puertas del gran comedor para dar inicio al baile. Mientras entrábamos, los presentes hacían exclamaciones de admiración y hablaban de la bonita pareja que hacíamos. La sonrisa no se iba de mi rostro, y la sensación de alegría que sentía era indescriptible. Sabía que recordaría esa noche hasta el último día de mi vida, porque aunque hasta ahora estaba comenzando, ya estaba siendo muy especial. La música comenzó a sonar y nos dispusimos a bailar. En mi mente iba contando uno, dos, uno, dos a cada paso, porque no quería hacer el ridículo. La canción parecía durar demasiado, pero no me importaba, porque estaba bailando con Tom, y todo era perfecto cuando estábamos a tan poca distancia.

-¿Madeleine te envió ese vestido? -preguntó en un susurro.

-Sí. ¿No te gusta? -le respondí.

-Ahora tengo algo que agradecerle a tu prima.

-Yo tampoco esperaba que fuera a enviarme algo bonito.

Se acercó un poco más para hablarme al oído.

-No te quiero asustar, pero más tarde podría ayudarte a quitarte ese vestido.

Compuso una sonrisa pícara, y yo sonreí también, pero le dirigí una mirada de advertencia, esperaba que nadie hubiera escuchado ese comentario.

Cuando terminó la canción, fuimos a sentarnos en una de las mesas que estaban por todo el gran comedor, y comenzamos a beber un poco de champaña. Muchas otras parejas se levantaron a bailar, Fred y Angelina se acercaron a saludarme.

-¡Hola! -dijeron-.

-Hola -los saludé.

-Te ves muy bien, Emily -dijo Fred, y sonrió.

-Gracias -sonreí y le di un sorbo a mi copa.

Murmuraron una disculpa y se fueron a bailar también. Puse mi mano sobre la mesa y Tom puso su mano sobre ella. Parecía estar muy feliz, pues no dejaba de sonreír. Cuando quieres a alguien tanto como yo lo quería a él, verlo feliz te hace feliz también. Me acerqué un poco y recosté la cabeza en su hombro.

-¿Quieres bailar otra vez? -pregunté, mientras dejaba la copa vacía sobre la mesa.

Asintió y nos levantamos para bailar otra vez. Mientras nos movíamos al ritmo de la música, se me hacía casi imposible dejar de mirarlo, para mí era lo más maravilloso que había en todo el mundo. Bailamos un par de veces más y luego regresamos a la mesa. Bebimos bastante champaña, hasta que casi comenzó la presentación de las brujas de Macbeth.

-¿Y si nos vamos? -preguntó Tom, con un poco de impaciencia.

Lo tomé de la mano y nos escabullimos del gran comedor, aprovechando el alboroto que había, y el ruido. Parecía que nadie nos había visto. Me recogí el vestido con una mano hasta las rodillas para no enredarme al caminar, y seguimos nuestro camino hacia las mazmorras.

No había nadie en la sala común de Slytherin, parecía como si todo estuviera completamente vacío. Entramos en su habitación y casi no esperamos a cerrar bien la puerta para comenzar a besarnos. Sentía sus manos en mi espalda, que subían y bajaban, mientras yo lo rodeaba con los brazos. Me quité los zapatos y tuve que estirarme un poco para seguir besándolo. Me soltó el cabello, de manera que cayó sobre mis hombros descubiertos. Sin dejar de besarme, encontró el cierre del vestido y lo bajó, haciendo que cayera al suelo. La ropa fue desapareciendo y poco después, estábamos desnudos y casi sin aliento, pero no queríamos dejar de besarnos. Fuimos retrocediendo hacia la cama, Tom me empujó con suavidad para que me acostara y se acomodó sobre mí. Sus besos fueron bajando por mi cuello, mis hombros y mis pechos. Alguien podía llegar, pero ni siquiera me importaba, en esos momentos era como si no existiera nada más en el mundo que nosotros dos. Separé las piernas y le rodeé la cintura con ellas. Sin que se lo dijera, entendió qué era lo que yo quería, así que se acomodó mejor y fue entrando despacio. Se quedó quieto unos instantes, esperando a que pasara un poco el dolor que había sentido, después se retiró un poco y volvió a entrar con mucha más fuerza. Comencé a mover también las caderas, cada una de sus embestidas era más y más fuerte. Mis uñas se clavaban en su espalda, y era muy posible que le estuviera haciendo pequeñas heridas, pero en esos momentos nada importaba, solo el placer que estábamos sintiendo.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora