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Había dormido realmente poco, pues las palabras de mi prima se repetían una y otra vez en mi mente. Me sentía cansada y todo lo que quería era hablar seriamente con Tom, y que me dijera que me quería de verdad. Pero él había estado hasta altas horas de la noche hablando con mi tío y enviando cartas, lo que hacía todo mucho más sospechoso. Hacía poco tiempo había amanecido y yo intentaba dormir al menos algo, pero no lo lograba.

La puerta se abrió de repente y entró Tom. A pesar de que él tampoco había dormido mucho, se veía radiante, perfectamente bien peinado y con una hermosa sonrisa que le iluminaba el rostro.

—Buenos días, Emily —saludó y se acercó para darme un beso, sin esperar a que le dijera nada.

—Hola —le dije, sin mucha emoción.

La sonrisa desapareció lentamente de su rostro, se sentó junto a mí en la cama y me miró fijamente, como tratando de averiguar si me pasaba algo.

—¿Qué te dijo Madeleine anoche? —preguntó, en tono apremiante—, porque si te estuvo llenando la cabeza de...

—Tom —lo interrumpí, y por la forma en que miró, supe que no le había gustado para nada que yo hiciera eso—. Ella solo se disculpó conmigo por todo lo que ha hecho, nada más.

No me creía, lo podía ver en sus ojos.

—Si ella no te dijo nada, entonces qué te pasa. Tú nunca eres así conmigo.

Respiré profundo e intenté no hacerle todas las preguntas que rondaban en mi mente.

—Lo que pasa es que... no me gusta que me ocultes cosas —resumí.

Me miró con impaciencia, y buscó mi mano para entrelazar nuestros dedos.

—Hoy vamos a terminar con todo este misterio —respondió—, más tarde vas a saber qué es lo que tu tío y yo hemos estado planeando.

—¿Era necesario tanto misterio? ¿Acaso no confías lo suficiente en mí como para decirme lo que planeas para tu futuro? Yo no sé si es que yo me he hecho muchas ilusiones, pero no miento cuando te digo que me gustaría que tú estuvieras en mi futuro. Pero si no me tomas en cuenta...

—No, Emily —parecía preocupado por lo que yo pensaba—, este es un asunto delicado, porque tú puedes no estar de acuerdo con esto. Después de que sepas de qué se trata, puedes querer alejarte definitivamente de mí, y eso es algo que no quiero. Esta es la primera vez en mi vida que siento afecto por alguien, y que me preocupa lo que alguien más piense de mí.

—Yo no me quiero alejar de ti.

—No lo digas todavía, puede que en un par de horas no pienses lo mismo.

Aquellas palabras me asustaron y aumentaron lo mal que me sentía. ¿Todo entre nosotros podía terminar pronto? Se levantó despacio y soltó mi mano.

—Es mejor que te vistas... en un rato habrá una reunión aquí.

Dicho eso, salió de la habitación, dejándome con una horrible sensación de estar cerca de perderlo. Me levanté, me bañé y me vestí, asegurándome de ponerme algo presentable para la supuesta reunión.

Era un día soleado de verano, y en cuanto vi que el jardín estaba lleno de personas que pertenecían a las familias de sangre pura más importantes del país, pude hacerme una idea sobre de lo que se podía tratar la reunión. Saludé a algunos conocidos y luego me encontré con mi prima, que bebía champaña de una copa que no sabía de dónde había sacado.

—Qué reunión tan aburrida —comentó, con fastidio—, ojalá termine pronto.

Tom apareció junto a mi tío, intercambiaron unas palabras que nadie más oyó, y luego se aclaró la garganta, haciendo que todos guardaran silencio y lo miraran.

—Están aquí reunidos porque todos ustedes pertenecen a las más antiguas familias de sangre pura de este país —dijo, en un tono de autoridad que nunca le había escuchado. Allí, hablándoles a todos, parecía mucho mayor de lo que era, y totalmente seguro de sí mismo—. Ustedes saben mejor que nadie acerca de la importancia de mantenerse alejados de los muggles, y no tener ningún tipo de relación con ellos. La magia es poder, nos hace diferentes, y mucho más si por nuestras venas no corre ni una sola gota de sangre muggle. Nuestros antepasados tenían una idea muy acertada de lo que significa ser un mago, y es una lástima que muchos desacrediten ese nombre tratando como iguales a los que no pueden hacer magia, o vienen de una familia muggle. Pero podemos terminar con eso, podemos construir ese mundo con el que soñamos, un mundo en el que solo haya lugar para quienes venimos de una familia mágica de larga tradición. Quienes tienen el poder actualmente no son más que unos traidores a la sangre, que se preocupan por proteger a los muggles y siempre están tratando de ponerlos por encima de nosotros, pero eso tiene que terminar, y de eso nos vamos a encargar, demostrándole a todos la importancia de nuestro estatus de sangre.

Por lo que podía ver en los rostros de todos los presentes, el discurso había despertado el interés general. En realidad, no esperaba algo así, no esperaba que para Tom fuera tan importante la pureza de la sangre. No sabía cómo sentirme al respecto, pues consideraba que no era necesario tanto misterio, eso pudo haberlo dicho desde el principio y yo no me iba a asustar. No había tenido en cuenta que yo había crecido con personas que valoraban mucho la importancia de la sangre pura, y que estaba acostumbrada a escuchar ese tipo de discursos. Sin embargo, una cosa era despreciar abiertamente a los muggles, y a los magos nacidos de muggles, y otra muy distinta, querer borrarlos de la faz de la tierra.

—¿Sugiere que nos convirtamos en vulgares asesinos y nos dediquemos a hacerle el mal a los muggles y sangres sucias? —preguntó un hombre, que si no recordaba mal, era de apellido Bulstrode.

Tom sonrió.

—No existe el bien o el mal, solo el poder, y aquellos que son demasiado débiles para alcanzarlo —dijo.

—¿Entonces quiere el poder para acabar con los sangres sucias y muggles? —preguntó otro hombre al que no conocía.

—No voy a limitarme a decir que quiero el poder, es que voy a alcanzarlo, porque sé que nací para eso. Pero el camino a recorrer es bastante largo, y hay mucho por hacer. El mundo con el que soñamos no resultará de la noche a la mañana.

—Estaremos contigo —aseguró un hombre joven, y dio un paso al frente—, haremos lo que haga falta para lograr nuestro objetivo de limpiar nuestro mundo de aquellos que no tienen derecho a la magia.

Se escuchó un murmullo general de aprobación, acto seguido, todos comenzaron a hablar a la vez, mostrándose de acuerdo con aquel plan de conformar un grupo con el único fin de acabar con los impuros. Yo no tenía idea de cómo sentirme respecto a todo eso. Me quedé en silencio, perdida en mis pensamientos, hasta que me di cuenta de que Tom estaba junto a mí.

—Todo lo que necesito saber es si vas a estar de mi lado cuando esta lucha comience formalmente —dijo, en voz baja, para que solo yo lo escuchara.

Lo miré a los ojos e intenté parecer mucho menos confundida de lo que en realidad estaba.

—Todavía no entiendo por qué no comenzaste por contarme eso. He escuchado este discurso pro pureza de sangre durante toda mi vida.

Se acercó un poco más y tomó mi mano.

—No se trata de eso. Se trata de que tienes que elegir un bando, y no sabía si hace unos meses estabas en capacidad de hacerlo. Te quiero de mi lado, pero no puedo obligarte a que lo estés. Solo piensa si lo que sientes por mí es lo suficientemente grande como para seguirme en el camino que voy a tomar. Piénsalo bien, y asegúrate de tomar la decisión correcta, porque después no podrás dar ni un paso atrás.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora