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Me parecía que nunca había tenido que tomar una decisión tan importante, y aunque sabía lo que quería, me resistía a dejar que el inmenso amor que sentía por Tom, decidiera por mí. Una parte de mí, caminaría a través de las ardientes profundidades del infierno, solo por él. Pero todavía quedaba un poco de mi parte racional, que pensaba que eso era un asunto serio que iba más allá del amor. ¿Lo que yo quería en realidad era pertenecer a una recién fundada organización de criminales que se dedicarían a matar a cuanto sangre sucia encontraran? En realidad, todo lo que yo quería era estar con Tom, ni siquiera me preocupaba que fuera un peligroso mago oscuro en ascenso, y de dudosa moralidad. Estaba casi segura de querer secundarlo en sus planes, por peligrosos que fueran. Tenía la mente hecha un caos, y estaba sola en mi habitación, porque no quería hablar con nadie, ni siquiera con él.

Veía cómo poco a poco el día daba paso a la noche, y yo me preguntaba una y otra vez lo mismo: ¿Qué debo hacer?

Mi tía Clarissa llamó a la puerta, y como no le dije nada, la abrió un poco y se asomó. Después de mirarme en silencio por unos momentos, decidió entrar y cerrar la puerta tras ella para venir a sentarse junto a mí.

—Te haría bien hablar con alguien, cariño —me dijo, con paciencia.

La miré, y pude ver que ella sabía mejor que yo cómo me estaba sintiendo.

—Creo que no tengo nada que decir —dije. Me sentía tan desanimada y confundida.

Ella comenzó a acariciarme el brazo en un gesto tranquilizador que me recordó a cuando era niña y me pasaba algo, e iba a buscarla llorando. Cuánto hubiera dado en ese momento por volver a ser esa niña que fui, en ese tiempo mis únicos problemas eran cuando peleaba con mi prima por cosas tontas, o cuando me caía y me hacía daño. Pero por desgracia había crecido, y tenía que enfrentarme a cosas mucho más graves.

—Yo te he visto crecer y por eso conozco tu corazón, Emily, y sé que estás realmente enamorada de él.

Lo estaba, ella no se había equivocado, pero a pesar de que estaba muy enamorada de él, no podía seguirlo con los ojos cerrados.

—No sé qué me impide estar por completo de su lado sin cuestionármelo —dije—, la verdad es que no me entiendo.

—Cuando amas de verdad a alguien, aceptas cada una de sus facetas, incluso aquellas que no son tan agradables. Sigues a su lado, pero no porque te obliguen o porque no tengas opción, sino porque quieres, porque has aprendido a amar todo lo que es esa persona. Yo sé que es lo que te pasa: es que sabes que de seguirlo en sus planes de alcanzar el poder, tendrías que renunciar al futuro que planeaste, y temes equivocarte, porque dudas de lo que él siente por ti. Si estuvieras cien por ciento segura de su amor, no lo habrías dudado ni por un segundo, y le hubieras dicho de inmediato que estás lista para seguirlo a donde sea.

Estaba sorprendida, ¿cómo había podido ella explicar todo eso mucho mejor de lo que yo hubiera podido hacerlo? Tenía toda la razón del mundo. Mi duda no se debía a que lo que Tom pensaba hacer fuera algo moralmente reprobable, o que no estuviera de acuerdo con sus ideas a favor de la pureza de sangre, era que las palabras de Madeleine me habían sembrado la desconfianza, y no podía elegir un camino cuando pensaba en que Tom no me amaba, sino que estaba conmigo porque necesitaba de mi dinero y de las influencias de mi tío en el mundo mágico para hacerse con el poder con el que tanto soñaba. La idea de que me estuviera usando, me hacía querer huir de él, pero no podía ni debía ser una cobarde. Todo lo que yo tenía que hacer, era decirle las cosas directamente, no solo quedarme callada haciendo suposiciones acerca de cuáles eran los sentimientos de Tom.

Me puse en pie de un salto.

—Tengo que hablar con él.

Mi tía sonrió, se levantó también y juntas salimos de mi habitación. A medida que nos acercábamos a las escaleras, se hacían mucho más claras las voces de Madeleine y Tom, que estaban teniendo una acalorada discusión.

—¡Por supuesto que le dije! —gritaba ella— no iba a quedarme callada viendo que quieres quedarte con todo el dinero de la familia. ¿Qué vas a hacer en cuanto lo tengas? ¿Matarla? ¿Buscarás la manera de quitarla de tu camino como haces con todo el que te estorba?

—¡No tenías por qué llenarle la cabeza de mentiras y ponerla en mi contra! —replicaba Tom, totalmente fuera de sí— ¡lo que dices no es cierto!

—¡Claro que es cierto! ¡No eres más que un pobre diablo, no tienes nada que ofrecerle! Tu única esperanza es quedarte con una fortuna que no te pertenece. Ella te quiere, no puedes dejarla con las manos vacías, eso no sería justo.

Mi tía y yo intercambiamos una mirada, y me apresuré a bajar las escaleras corriendo e intervenir en la discusión.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —pregunté en cuando llegué a la sala.

Los dos se veían más que airados, furiosos y se lanzaban miradas cargadas de odio y de amenaza. Tom se acercó a mí y me miró a los ojos.

—No puedes creerle —a pesar de su expresión, su tono era de súplica—, lo que dice no es cierto, a mí no me importa el dinero que hay en la cámara de Gringotts de tu familia, no estoy contigo por eso. Tienes que creerme.

Y me costaba tanto no creerle, sentía que no me estaba mintiendo, veía la sinceridad en sus ojos. No sabía qué decirle, y la mirada expectante que me dirigía Madeleine me incomodaba. Lo tomé de la mano y salimos al jardín. Allí pude aclarar mejor mis ideas y pensar en qué decirle.

—Emily... —murmuró, y yo me quedé mirándolo— yo sé que te dio argumentos suficientes para convencerte, pero no es verdad. Nunca había querido a nadie, pero a ti sí. No sabía cómo era el amor, pero lo he descubierto a tu lado. No puedes alejarte de mí por lo que te dijo ella. Nadie me conoce como lo haces tú.

Parecía realmente preocupado por que le creyera, incluso había dicho que me quería, o algo así. Le creía, le creía de verdad. Me acerqué un par de pasos hasta estar a escasos centímetros de distancia y lo miré a los ojos antes de hablar.

—No me voy a alejar de ti —le dije, con toda convicción—, voy a estar de tu lado, siempre, sin importar lo que nos espere. Puedes contar con mi lealtad, desde este día, hasta el último.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora