El juego de la vida (+18)

Capítulo 2 - El padrino

Daniel Leal

- ¡Corran que no son niñitas! - grita nuestro entrenador, me pone hasta las pelotas que me griten pero bueno es el entrenador es a la única persona que no le gritaría - Corran y dejen de llorar que sino son 50 vueltas más - seguimos trotando nada que hacer - Escuchen la temporada termino, asi que estan de vacaciones, tienen dos meses y medio, así que aprovéchenlos, nos vemos - dice y se va.

- Ey Daniel, con Sebastian vamos a ir a un bar, a buscar chicas ¿Quieres ir? - me dice Sergio, un amigo que también es jugador de los Lakers, en cuanto a Sebastian fue lo único que me traje de filadelfia.

Miro el reloj, son las 5:30 tendría que ir a mi apartamento a cambiarme, sería buena opción un polvo para desestresarme, pero no me puedo amanecer pues Jack viene a visitarme junto con su estresante novia.

- Esta bien - le digo

- Nos vemos en el bar de la sexta - me dice y yo asiento.

Salgo del lugar de entrenamiento y me dirijo a mi Volkswagen para ir a mi hermoso penthouse ubicada en una zona lujosa de los Ángeles.

Me tomó alrededor de media hora llegar, entró a mi penthouse y vanessa me recibe con la cena lista, le digo que voy a salir por lo tanto no voy a cenar, me ducho y me pongo un pantalon de color gris, una camisa de color negro y unos zapatos valenciaga, busco las llaves del volkswagen y salgo de mi casa.

Al llegar al sitio hay un poco de gente pero soy cliente VIP, además solo hace falta mostrar mi cara para que todos corran atenderme, después de todo soy la bestia.

- Hermano ¡Ven! - me dice Sebastian, lo sigo y me lleva a un mesa donde hay tres chicas más, una castaña, una rubia y otra pelirroja.

¡Pelirrojas! Detesto a las pelirrojas.

- Mira amigo te conseguí este afrodisiaco - me dice Victor mientras señala a la pelirroja.

- No la quiero - digo mientras me siento en uno de los sofás con un vaso de whisky.

- No te sientas mal hermosura, solo que a mi amigo no le gustan las pelirrojas, es algo personal - nunca le he dicho eso a Sebastian pero supongo que lo sabe. - Vente conmigo bebe, hay espacio para las dos - dice mientras le da una nalgada a la castaña y la rubia se sienta en las piernas de Victor.

Los dejo solo y me voy a la barra.

- ¿Necesitas compañía? - me preguntan a mis espaldas, me volteo para encontrarse a una pelinegra de ojos azules, trae pueso un vestido de color dorado, haciendola resaltar más, tiene pechos grandes, cintuta pequeña y culo mmmm esta normal.

- Puede - le contesto, mientras sigo mirando su escote, sé lo que quiero, no tengo por qué ocultarlo.

- Mmmm pues no has dejado de verme las tetas, así que... - dice y se acerca a mi - yo creo que puedo darte lo que quieres - me dice y ahora solo la tengo a 5 centímetros de mi rostro.

No le digo nada y la beso, pegandola más a mi, le estrujo el culo a mi antojo y me vale mierda si alguien nos mira, siento sus enormes pechos en mi torso y eso es suficiente, la cojo de la mano sin preguntarle nada, busco mi auto y la meto en el asiento del copiloto, empiezo a conducir cuando ella abre su boca.

- ¿Cuál es tu nombre? - me pregunta.

- No te interesa - le respondo.

- Si lo dice la Bestia - me dice y una sonrisa se forma en sus labios.

- Si sabes quien soy, ¿Para qué preguntas? - le digo.

- Un solo queria charlar - me dice

- Vamos a follar, no a charlar - le digo - firma esto - le pasó un acuerdo de confidencialidad que tengo en la parte trasera, las cosas que tengo que hacer por ser figura pública - Es un contrato de confidencialidad, no puedes comentar nada de lo que pase esta noche, si no quieres tener una demanda de 10 mil millones de dólares - le digo