-Capítulo 2: En la azotea

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Años después...

8:00am

-¡Esther!, ¿por qué demoras tanto?
-¡Enseguida voy!

Había limpiado el gran cuarto donde dormíamos todos y ahora me llamaban para que realizara otra labor en la "casa" (sé que es un orfanato, pero llamarlo casa lo hace sentir más... no sé... ¿familiar?) Caminaba por los pasillos que conducían a la cocina cuando un brazo me haló hacia el interior de una habitación.

-¡Ruth!... ¿qué crees que estás haciendo? Sabes que trabajo a esta hora...- exclamé sobresaltada
-Y si llegas tarde te penalizarán, ya lo sé- Ruth me cortó las palabras rodando los ojos

Ruth es mi mejor amiga. Alta, morena, de cabello castaño y un poco ondulado (lo lleva por los hombros porque en nuestra casa no nos permiten tenerlo muy largo) sus ojos son color café, si hay algo que me gusta de ella es su mirada, autoritaria, pero tierna a la vez. Nos conocimos en el lugar donde Esmeralda nos enseñaba sobre Jesús, pero esa es otra historia...

-¿Qué es tan importante?- pregunté mirándola fijamente
-Es que necesitas descansar un poco, no paras de trabajar, tengo miedo de que te pase algo Esstie- expresó tiernamente haciendo un puchero con sus labios
-Ruty, debo trabajar y lo sabes, no se nos permite permanecer aquí si no somos útiles, además, yo lo hago con gozo, es para mi Dios, no para los hombres
-En la azotea a las 9:00
-Es muy arriesgado, sabes que si nos descubren estamos en graves problemas- la cuestioné
-Confía en mí, esta noche nuestras "niñeras" se tomarán un descanso y dejarán a una desconocida a cargo

Las niñeras eran las encargadas de la casa, todas ancianas, muy rectas y arbitrarias, pero logramos acostumbrarnos a su carácter con el paso del tiempo.

La azotea era nuestro lugar de reunión desde niñas, íbamos allí para conversar, estar lejos de los demás, hablar con Dios, bajo las estrellas era el escenario perfecto, nunca nos habían descubierto...

-¿Qué dices?- indagó Ruth ansiosa por mi respuesta
-Bueno... Me vendría bien un descanso... Está bien...- contesté aún dudosa
-¡Siiiiiiiii!- chilló una muy emocionada Ruth- Ahora vete, recuerda, tienes deberes que hacer y no podemos levantar sospechas- recordó divertida empujándome suavemente fuera del cuarto

Retomé mi camino hacia la cocina con una sonrisa en los labios. Las encargadas del lugar no salían mucho, teníamos que aprovechar esta oportunidad.

-Al fin llegas Esther- amonestó una de las jefas algo enojada
-Lo siento señora- me disculpé con la cabeza baja
-Levántate y ponte a trabajar...- ordenó
-Sí, señora- afirmé con energía, pero sin ocultar la pena que sentía por su regaño

Desde pequeña siempre detesté que me llamaran la atención, por eso procuraba hacer todo lo que me encargaran sin protestar, manteniendo una actitud de respeto aunque en ocasiones no actuaran de la mejor manera.

Levítico 19:32
Delante de las canas te pondrás en pie; honrarás al anciano, y a tu Dios temerás; yo soy el SEÑOR.

Recordé lo que decía la Biblia sobre el respeto hacia los ancianos.

8:50pm

Después de comer nos enviaban a las camas, los más pequeños caían rendidos rápidamente, yo me quedaba orando hasta dormirme; pero esta noche me encontraba impaciente, esperando a que sonaran las campanadas de las 9:00 para levantarme e ir a encontrarme con Ruth.

-¡Din, Don, Dan!- anunciaba imponente el gran reloj de la casa informándonos que eran las 9 en punto de la noche

Miré la silla donde se encontraba vigilando la sustituta de las superioras y me di cuenta de que estaba dormida, era la oportunidad perfecta, Ruth y yo habíamos esperado mucho por este momento. Me levanté de la cama con mucho cuidado de no hacer ruido. Acomodé las sábanas de modo que pareciera que alguien se encontraba allí. Caminé de puntillas hasta la puerta, la tensión en mi cuerpo era insoportable, me sentía turbada por mi atrevimiento, pero logré salir del dormitorio. Subí las escaleras con mucha precaución, hasta llegar a mi destino:

-¡Ruty, estás aquí!

Ruth se hallaba de espaldas a mí mirando las estrellas. Ella es más traviesa que yo, pero a pesar de eso es una jovencita muy madura.

-Logré escabullirme y llegar aquí después de cenar ¿no es increíble?
-¡Eres asombrosa Ruth!
-Tú también

Me abrazó dulcemente. Las dos teníamos un pasado muy duro, una niñez triste, llena de malos recuerdos, pero ambas estábamos decididas a comenzar de nuevo con Dios a nuestro lado. Nos quedamos mucho tiempo abrazadas, en aquel lugar, sin movernos, eran unos de esos minutos especiales donde nos teníamos la una a la otra y nos animábamos para continuar.

Proverbios 17:17
El amigo ama en todo momento, en tiempos de angustia es como un hermano.

Recité en mi mente. Me agrada memorizar pasajes bíblicos, se puede decir que tengo uno para cada ocasión:

Lucas 11:28
Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.

Todavía estaba abrazando a Ruth cuando nos interrumpió un carraspeo:

-Ejem... Niñas, ¿qué están haciendo aquí?

N/A
Nuevo capítulo!! Gracias por leer. Dios los bendiga. Cuénteme que les parece Ruth❤️👀

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