Esther

-Capítulo 12: El Dios que nunca me abandona

La azotea se está volviendo una costumbre para mi… eso no me gusta mucho, aunque creo que no estoy desobedeciendo ninguna norma porque permanezco dentro del orfanato,  pero ¿qué pasa si luego, poco a poco, me es más fácil transgredir las reglas que debemos cumplir mientras permanezcamos aquí?, yo no soy como Ruth, sinceramente le temo horriblemente a los regaños, por eso soy más pasiva y serena, no le causo problemas a nadie, pero tengo esa sospecha de que tarde o temprano todos los enojos que guardo para mis adentros saldrán a la luz provocando una gran explosión…

Normalmente las personas “descargan” sus problemas sobre mí, los aconsejo conforme a lo que dice la biblia y oro por ellos, luego se van y se olvidan de mi existencia. Yo también necesito contar lo que me sucede, soy una adolescente, tengo mis propios miedos y preocupaciones, cuando estás todo el tiempo para todos se olvidan de que tú tienes tu vida, entonces terminas sola, porque después de que ayudas nadie te vuelve a tomar en cuenta. No quiero sentirme así, ansío ayudar, pero que del mismo modo me ayuden a mi cuándo no sepa qué hacer. Por supuesto que allí está Dios y sé que puedo acudir a Él continuamente, pero preciso de otras personas a mi alrededor. Comúnmente ese es el trabajo de una madre, pero Dios lo quiso de otro modo para mí.

¡Mamá, si tan solo estuvieras aquí!

Suspiré.

Están Lucas y Ruth, pero por alguna razón no logro ser cien por ciento abierta con ellos a pesar de lo que hemos pasado juntos. Quién sabe cómo reaccionarán si les digo cosas sobre mí que no quieren escuchar. Yo soy como su fuerte, cuando lloran o sufren miran hacia mí sin darse cuenta de que yo lloro igualmente y muchas veces no tengo a quién mirar.

Recuerdo que cuando llegué estaba sola, ni siquiera tenía a Jesús, por eso lloraba en silencio, escondida, estaba desolada. Mis semejantes aquí en la tierra son importantes en estos casos. El apoyo de alguien más se siente bien, la certeza de que tienes a quién acudir. Necesitamos verdaderas amistades. Yo me siento afortunada de tener a Lucas y Ruth, pero aún después de todos estos años no puedo decirles las cosas francamente sin tener temor de lo que piensen sobre mí, esa duda de que algún día ellos se irán también me golpea la cabeza…

Entonces Dios me habló:

2da de Corintios 12:9
Pero él me dijo: “te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad” Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.

Cuando me siento triste dirijo mis ojos a Jesús, de Él viene mi socorro. Jesucristo me basta para llenar cada vacío. El único eterno es Jesús, solo Él permanece para siempre, todo lo demás es pasajero.

Salmos 27:10
Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos.

Gracias mi Dios, ahora sé que Tú eres todo lo que necesito, ya no siento miedo de la soledad, porque tengo certeza absoluta de que cuando Tú estás no me falta nada. Te agradezco Dios mío por ser mi Padre, Tú nunca me dejarás. Conoces todo sobre mí y a pesar de que eres el único que puede juzgarme no lo haces. Te amo mi Rey.

-¡Esther! Te necesitan en la cocina, ponte tu delantal- vociferó una voz sacándome de mis pensamientos
-¡Enseguida voy!- grité

Salí corriendo, necesitaba llegar al dormitorio antes para buscar la ropa que utilizaba para trabajar allí. Pero un pequeño papel sobre mi mesa de noche me llamó la atención.

Te espero en la azotea a las 10:00
Thes.