-Capítulo 30: Odio

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Esther me pone los nervios de punta con ese carácter tan… suyo.

Adán no saldrá ileso de su traición.

Ella simplemente me da asco. Siempre con su “Fe”… no hay Dios, eso es lo que yo concluyo. La asustaré lo más que pueda, no me importa si me delata, nadie va a creerle.

Ella cree en Dios después de que toda su familia muriera; me provoca náuseas su confianza muerta… Tal como se muestra no hay quien la haga cambiar. Pero yo, Jerson, prometo que la haré sufrir, provocaré su miedo, sus escalofríos, lograré que nunca se sienta segura, la seguiré a donde vaya, seré su sombra y siempre tendrá la incertidumbre de un próximo ataque.

Pero esta vez lo llevaré todo a cabo yo solo. Sin ayuda del grupo ¿quién me asegura que Adán es el único impío allí?

Adán y Eva… los santos, los perfectos. Todos los juzgan mal, sólo porque son hijos de esa Esmeralda, cada día la odio más…

Esos cristianos falsos. Son como Adán y Eva, intachables cuando los están mirando, pero en el fondo son crueles. Tienen una doble cara. Desearía gritar los estragos que esos mellizos provocan.

Eva es la chica más hermosa que he conocido, misteriosa… guarda muchos secretos… quién sabe, estoy casi seguro de que las cosas saldrán a la luz tarde o temprano.

¿Qué hace Esther aquí?

Observé cómo se acercaba segura al pasillo donde estaba escondido, pero desvió sus pasos hacia la oficina, tengo que escuchar lo que va  a decir…

Si no la puedo derrumbar a ella voy a destruir lo que más quiere en este mundo…

Pensé mientras pegaba mi oído a la puerta.

EstherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora