10. El Sonido de las Pulseras Rotas

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BAN

Enterramos a Zhivago en una pradera. T/n había elegido el lugar, diciendo que aquí él estaría en paz. La idea de paz... todavía me parecía algo distante, incluso con su cuerpo descansando bajo la tierra.

—Zhivago..., no, tu padre te amaba —t/n murmuró, apoyándose en mi hombro.

—Él era el mejor. —La verdad estaba en cada palabra que pronuncié.

T/n mantuvo su mano sobre mi brazo, dándome un poco de consuelo. Pero el peso de todo lo que había pasado estaba allí, latente. Zhivago se había ido, y ahora el vacío era mucho más profundo.

—Zhivago, gracias por tu consejo... pero estoy bien. Me alegra tanto haberte conocido. Hasta siempre —dijo t/n, su voz temblando un poco. Eso me hizo preguntarme... ¿de qué hablaron? ¿Qué consejo le dio?

Me di la vuelta para irnos, y t/n me siguió. Pero, de repente, se quedó parada en seco, sus ojos se abrieron como platos.

—¡Rayos! Olvidé mi capucha en el alojamiento —dijo frustrada, frunciendo el ceño como si el mundo se le viniera encima por un pedazo de tela.

—Yo la iré a buscar. Soy más rápido —respondí con una sonrisa pícara, dándole un toquecito juguetón en la frente—. No te muevas de aquí, ¿vale?

Mientras me alejaba, esa sensación... esa maldita sensación que siempre me persigue, se coló en mi mente. Algo no estaba bien. Me giré para mirarla una última vez. Allí estaba, de pie, aparentemente tranquila.

No le pasará nada, me dije. Es solo una pradera, ¿no? Pero por alguna razón, empecé a caminar más rápido. Siempre hay una razón.

T/N

Sentada en el pasto, la paz aparente de la pradera me envolvía, pero en mi interior, todo era caos. Mi mente no encontraba descanso. Lo que ocurrió anoche... o lo que casi ocurrió... volvía a golpearme una y otra vez.

¿Cómo pude permitirlo? ¿Con Ban, de todas las personas? Él ama a Elaine, siempre lo ha hecho, ¿no? No es el tipo de hombre que se acuesta con alguien mientras su corazón pertenece a otra. Entonces, ¿por qué casi pasó? ¡Debe haber sido el licor! Esa es la única explicación lógica que me quedaba. Pero aun así, el peso de la culpa se hacía insoportable. Estuve a punto de arruinarlo todo.

Pero... ¿era solo el licor? En el fondo, sabía la verdad. Siempre lo supe. Yo amaba a Ban, pero jamás se lo había dicho. Nunca me lo permití. Él no era para mí, nunca lo sería. Su corazón siempre le había pertenecido a Elaine. Amar a alguien que ya amaba a otra... era un dolor con el que aprendí a vivir. Y aun así, anoche, por un instante, había deseado que todo fuera diferente. Tal vez deseaba que, por una vez, pudiera ser yo. Pero eso nunca debería haber pasado. Lo había arruinado todo.

Me cubrí el rostro con las manos, como si pudiera esconderme de la vergüenza que sentía. Mi corazón latía desbocado y mis pensamientos se enredaban, pero entonces... algo cambió. Sentí un escalofrío recorrerme la nuca. Alcé la vista rápidamente. El aire a mi alrededor parecía volverse denso, casi sofocante. Algo no estaba bien.

Una ráfaga de viento, afilada como una cuchilla, cortó el aire justo por encima de mi cabeza. Salté hacia atrás, mis reflejos tomando el control. Un portal se abrió en el aire, de donde surgieron unos brazos delgados y espectrales.

La mujer que emergió del portal era hermosa, pero de una manera aterradora. Su cabello rubio ondeaba con una elegancia perturbadora, pero su piel parecía casi translúcida bajo la luz pálida, y sus ojos... esos ojos no reflejaban más que desesperación y odio. Me observaban con una intensidad afilada, como si ya me hubiera juzgado mucho antes de aparecer frente a mí.

AMOR ETERNO - BAN Y TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora