veinticinco

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Me desperté porque una luz realmente blanca me estaba dando en la cara.

Me costo un poco abrir los ojos.

Mire a mi alrededor, estaba en una habitación de hospital.

Mire en el sofá que tenía al lado de la camilla y pude divisar a un Damiano profundamente dormido.

— Dami — dije con un hilo de voz.

El abrió un poco los ojos, y cuando me vio que estaba despierta se levantó de golpe y me abrazó.

— Dios, menudo susto nos has pegado pequeña — dijo acariciándome la cabeza.

Yo no sabía que había pasado, no me acordaba de nada.

— Dami, que ha pasado? Que hago aquí? — dije aún con un hilo de voz.

— Anoche saliste con Victoria, bebisteis de más, y pues según Victoria te acompaño al baño porque querías ir, te empezaste a tambalear y te caíste al suelo — dijo acariciándome la mejilla — Los médicos han dicho que alguna de las bebidas que consumiste llevaba algo que te sentó mal o algo por el estilo. Al menos no te drogaron — dijo un poco desanimado.

— Has dormido toda la noche aquí? — dije mirándolo a los ojos.

— Como no iba a dormir aquí sabiendo lo que te había pasado? — dijo pegando su frente con la mía — Me puse eufórico cuando supe lo que había pasado, de lo nervios no era capaz ni de conducir hasta aquí, tuve que avisar a mi madre, la cual está muy preocupada por ti — dijo mientras se sentaba en el borde de la cama.

— Donde están? — dije preocupada.

— Imagínate si el grupo te quiere, que tienes a un Ethan, un Thomas y a una Victoria afuera preocupados por ti, súper nerviosos, bueno, además están mis padres — dijo sonriendo.

— Diles que entren — dije yo también sonriendo.

Me hizo caso.

Los chicos y los padres de Damiano entraron y todos me dieron un abrazo y me dijeron lo preocupados que habían estado.

Victoria no paró de culparse, cosa que Damiano y yo intentamos que no hiciese, porque realmente no fue culpa suya.

Apareció el médico que me había atendido y me dijo, que me daba el alta, es decir, ya podía salir.

Les pedí a los chicos que saliesen, porque quería cambiarme, ya que Damiano se había empeñado en traerme ropa limpia.

El no salió, me ayudó a cambiarme, porque yo aún estaba un poco débil por los medicamentos que me habían echo tomar.

Mire a Damiano, el cual estaba recogiendo mis cosas.

— Gracias por todo — dije mirándolo — Gracias por ser la personas que estás siendo conmigo y por volver a mi vida.

El se giró y vino a abrazarme.

Escondió su cabeza en el hueco de mi cuello, se había sonrojado.

— No te me escondas, que quiero verte sonrojado — dije riéndome.

El quito la cabeza del hueco de mi cuello y me miro.

Estaba completamente sonrojado y no pude sonreír más en mi vida.

— Solo tú me pones así — dijo mirándome — Gracias por aparecer otra vez, te necesitaba pequeña — diji dándome un beso en la frente — Ahora vamos, mi madre y mi padre están en el coche y hay que despedirse de los chicos para que no se preocupen — dijo dándome la mano.

Le cogi la mano y salimos de la habitación.

Confirmamos mi alta en la recepción, y fuimos directos al coche de los padres de Damiano.

Nos despedimos de los chicos y demás.

Me comentaron que habían cancelado el concierto que tenían hoy, porque Damiano prefería quedarse cuidándome.

Mire mal a Damiano, no me gustaba que mirase más por mi que por el, y menos en algo que a él le hacía feliz, pero no iba a discutir, no me apetecía.

Subimos al coche, y fuimos directos a casa de los padres de Damiano.

Caí rendida a medio camino, estaba súper cansada.

Amor sin fronteras // Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora