treintainueve (maraton 1/4)

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Me desperté porque no note la presencia de Damiano en la cama.

Levante medio cuerpo y pude observar la sábana manchada.

Mierda, seguramente Damiano lo había visto, que vergüenza.

La puerta de la habitación se abrió y yo tapé aquello como pude, por la vergüenza.

— Tranquila, lo he visto — dijo detrás mío — Por eso te he traído una infusión para el dolor de barriga — dijo sentándose delante mío.

— De verdad que lo siento — dije cabizbaja.

— No te preocupes, es algo normal por lo que no tienes que avergonzarte — dijo acariciándome la cara — Ahora levántate, te he dejado toallas preparadas en el baño, he supuesto que querrías ducharte.

Que gesto más tierno, creo que voy a morir de amor.

— Gracias — dije dándole un pequeño beso y mientras me tomaba la infusión.

Me levante como pude sin que el viese si lo tenía manchado y lo dejé cambiando las sábanas.

Me metí en la ducha, y la disfruté como nunca.

Con el agua caliente cayéndome y demás, mis músculos se relajaban.

Cuando salí, me envolví en las toallas que Damiano me había dejado.

Mierda, no he cogido ropa para ponerme.

Abrí la puerta para gritarle a Damiano.

Amore! — grite desde el baño.

— Dime preciosa! — gritó Damiano desde la habitación.

— A que puedes traerme unos pantalones de chándal cortos, una camiseta y bragas? Porfa! — grite desde el baño.

— Voy! — grito desde la habitación.

A los dos minutos Damiano pico a la puerta y me dio mi ropa, pude cambiarle y vestirme tranquilamente.

Salí del baño y me fijé que casi era la hora de comer, así que fui a preparar la comida para lo dos.

Damiano vino a ayudarme y cuando acabamos finalmente comimos.

No teníamos nada que hacer hoy, así que no tiramos en el sofá, como vagos que somos.

Al cabo del rato, a Damiano lo llamo Victoria.

Resulta que habían comprado material nuevo para el estudio y querían que Damiano les ayudase a montar lo que hiciste falta.

Así que se vistió y me dejo en casa.

Me quede porque no tenía ganas de salir y tenía un dolor terrible en la barriga.

Me dijo que en dos hora más o menos estaría aquí otra vez.

No sabía que hacer, así que fui a la habitación y me tumbé en la cama.

Me puse a mire el techo, hasta que mi mirada se fue directa a las guitarras que habían en la habitación de Damiano.

Cuando era pequeña estuve yendo a clases de guitarra, cosa que dejé cuando me fui de Roma.

Cogí la guitarra española, y toqué algunos de los acordes que me acordaba, hasta que conseguí sacar los acordes de una de mis canciones favoritas del grupo, Torna a casa.

Por reflejo, me puse a cantarla, porque de tantas veces que le había escuchado ya sea en los ensayos o a través de YouTube, me sabía la letra.

Cabe decir que si, en mis ratos libres siéndole he cantado, nunca para nadie más y menos lo he subido a algún lugar, porque me daba vergüenza.

Salí de mi trance de cantar cuando escuché a Damiano cantarla también, desde el umbral de la puerta de la habitación.

— Dios, estoy flipando — dijo mirándome.

— Que vergüenza — dije tapándome la cara.

— No no, nada de vergüenza, pero tú te has escuchado? — dijo arrodillándose delante mío — Cantas como los mismísimo ángeles — dijo acariciándome la mejilla.

Me sonroje ante eso, sin duda este hombre era demasiado para mi.

— Aunque quiero que me hagas un favor — dijo levantándose — Graba una cover conmigo de esta misma canción — dijo sentándose en la cama.

— No se Dami — dije rascándome la nuca.

— Por favor — dijo con un puchero.

— Valeee, pero no la subas a ningún sitio vale? — dije mirándolo.

El asintió, así que volví a comer la guitarra.

Empecé a tocar los acordes y la magia empezo.

Nuestras voces se mezclaban tan bien, era una fantasía.

Cuando acabamos, el dejo de grabar.

•••••

No había tocado el móvil desde hace un par de horas, ahora mismo estaba haciendo la cena para los dos mientras Damiano estaba en el comedor haciendo algo.

Cuando acabe, nos serví la cena a los dos y cogí el móvil.

Tenía un montón de notificaciones, ya sé de mensajes, nuevos seguidores, o likes a fotos.

Sabía porque, Damiano había colgado el vídeo.

Lo mire mal, porque no quería colgar el vídeo porque me daba realmente vergüenza que la gente me viese cantar.

— Se que me habías dicho que no lo subiera, pero no en he podido resistir — dijo nerviosos.

Teniendo un novio cantante, tarde o temprano me iba a tocar desvelar este secreto quiera o no, porque el lo ha tú descubierto finalmente, así que bueno, el vídeo ya está publicado y no se puede hacer nada, no me voy a enfadar porque se que él lo a echo de corazón.

— No pasa nada, tranquilo — dije acariciandole la mano.

El me sonrió y seguimos cenando entre charlas.

Fuimos a meternos en la cama.

Iba a dormir, hasta que me llegó un mensaje que no me esperaba.

Me quede helada.

Amor sin fronteras // Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora