Capítulo 2

1.6K 134 20
                                        

Como suponía he pasado casi toda la noche despierta.

Al salir de mi habitación y dirigirme a la cocina me encuentro a Aaron, Wanda y Hugo. El primero cocinando y los otros dos haciéndole un interrogatorio.

—Necesito saber como tenéis las llaves de mi casa —me siento al lado de Wanda.

—Te las robé un día e hice dos copias —me sonríe Hugo, inocentemente.

—Wanda, toma tus tortitas —dice Aaron, pasándole el plato con una sonrisa.

—¿Él puede decirte Wanda y yo no? ¡Me conoces de toda la vida! —se cruza de brazos, indignado.

—Es que él sí me cae bien, tú no —contesta Wanda, mirándolo mal.

—¿Tú también lo prefieres antes qué a mí? —me señala.

Lo miro sorprendida sin saber que decir. Dirijo la mirada a Aaron que parece divertido.

—Claro que no —pongo los ojos en blanco—. Hugo tú eres el único chico que quiero en mi vida.

—Uno a uno, perfecto. —contesta Aaron sin despegar la mirada de mí.

Le había mantenido tanto la mirada que cuando me había dado cuenta Wanda y Hugo estaban discutiendo otra vez.

—Bueno, eh... —me aclaro la garganta—. ¿No tienes casa?

—Prefiero quedarme aquí, la verdad —sonríe.

—Aquí no se te ha perdido nada, y literalmente te has quedado a dormir en mi casa y solo te he hablado cinco veces —contesto, con un tono frío.

—Bueno. Entonces me voy —se inclina hacia a mí—. Adiós pequeñaja —sonríe y se va hacia la puerta.

—Adiós, Aaron. —contesto antes de que cierre la puerta.

Mi mirada se queda perdida, hasta que me doy cuenta de un cojín volando hacia mi cara.

—¡Eran mis tortitas! —grita Wanda, muy enfadada.

—¡Solo me he comido un trozo, Irina! —grita Hugo, irritado.

No puedo soportar los gritos, así que doy un golpe a la mesa, lo que hace que los dos se callen y se giren en mi dirección.

—¿¡QUÉ!? —gritan los dos a la vez, mirándome como perros rabiosos.

—Fuera de mi casa —mi tono de voz era tan frío que si hubiera sido ellos ya habría salido corriendo.

—Señora fría ha vuelto —bromea Hugo.

—Vámonos Hugo —dice Wanda agarrándolo de la mano—. Solo está cariñosa con el futbolista que se acaba de ir —bromea—. Me va a costar llamarlo varias veces —cierra la puerta.

El silencio ha hecho que me vuelva a relajar. Me dirijo al sofá intentando no estropear el silencio y seguir escuchando el tic-tac del reloj como si fuera mi único pasatiempo.

Veo una libreta negra a mi lado. Decido abrirla y me quedo sorprendida al ver lo que hay dentro.

Literalmente, es un dibujo mío. Mis ojos grises están brillando más de lo normal y mi pelo negro ya no parece tan oscuro. Llevo un vestido acorde a mis ojos y el pelo recogido en una coleta dejando escapar mis mechones más claros.

Veo que hay una nota debajo. La abro y empiezo a leer lo que pone.

Espero que te guste el dibujo, lo hice anoche cuando no podía dormir. Te he dejado unas pastillas para conseguir el sueño en la estantería. He visto que te has dormido un poco esta mañana por lo que tus ojeras ya no serán tan visibles. Pásate por mi casa esta noche si quieres.

ÚnicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora