Capítulo 16

812 73 7
                                        

Todo hubiera salido perfecto si no fuera porque un chico me agarró de la cintura para que no cayera al vacío.

—¿Qué se supone que haces? —frunce las cejas.

Me aparto de él bruscamente.

—¡Ya van dos veces que quiero matarme esta noche y no me dejáis!

—¿Sólo piensas en eso? Puede que si tú te suicidas todo para ti esté bien, pero piensa en las personas a las que vas a hacer daño.

No puedo aguantarlo más, le doy una bofetada con todas las fuerzas que mi cuerpo ha reunido.

—¿A qué has venido? No eres el indicado para reprocharme nada —se me llenan los ojos de lágrimas—. Tú tenías pensado acostarte conmigo después de que Aaron me dejara —lo señalo—. ¿Eso es ser un buen amigo?

Daniel me miraba aún con la mano sobre su mejilla adolorida.

—Te has acostado con todos mis amigos, ¿son un juego para ti? —frunzo las cejas—. ¡Por eso Tara y Hugo no se hablan! —me paso las manos por el pelo frustrada—. Tú eras como un hermano para mí —se me quiebra la voz—, Wanda me ha abandonado y Aaron se ha acostado con otra.

—Te dije que no es lo que piensas —da un paso hacia mí—. Irina no te ha abandonado y Aaron no se ha acostado con nadie.

No entiendo que me quiere decir, estoy demasiado estresada como para pensar. Voy a irme pero mi cerebro hace click justo a tiempo y me giro hacia Daniel lentamente.

—Wanda nunca se ha ido a Francia, ¿verdad?

Él no dice nada, pero sí está tenso.

—¿Cuántos amigas estaban en vuestra casa? —enarco una ceja.

—Dos. —murmura, apartando la mirada.

—Daniel.

Él vuelve a mirarme, parece que quiere mantenerse tranquilo pero no puede.

—Wanda está viviendo con vosotros —me acerco, lentamente—, ¿por qué nos ha mentido? —frunzo las cejas.

—Claudia, ella ya se fue a Francia y nosotros nos vamos a Italia, he venido a despedirme por parte de los tres. Me lo pidieron.

—Genial —asiento lentamente con la cabeza, mientras pongo una mueca—. Nunca debí conoceros. —paso por su lado, yéndome a casa.

****

Tara y Hugo están con las maletas justo cuando abro la puerta.

—¿Dónde vais? —enarco una ceja.

—Yo con mamá y Vicent. —contesta Tara.

—Yo con mis padres. —contesta Hugo.

Ni siquiera hago el esfuerzo de pararlos. Ambos se van dejándome sola.

****

El mes de julio entró hace dos semanas. Tengo un nuevo trabajo y no sé nada de ninguno de ellos.

Me levanto para ir al trabajo y al lado de la estantería veo la libreta negra que jamás le entregué a Aaron. No me lo pienso dos veces, la agarro y la llevo a su departamento por si algún día vuelve.

También llevo una mochila para guardar la ropa que me dejé en su casa.

Como suponía, todo sigue como la última vez que llegué. Todo estaba oscuro.

ÚnicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora