Capítulo 9

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Ya era de día, Daniel y yo ya nos hemos tatuado y vamos al hospital a por Aaron. Tara a primera hora se ha ido y se ha despedido de todos nosotros. Hugo y Wanda por su parte han empezado a buscar trabajos para mí.

Ahora a Daniel le da pereza conducir, así que me toca a mí hacerlo.

—Una pregunta.

—Dime. —dice, sacando su móvil.

—¿Cuándo es el cumpleaños de Aaron?

—¿No lo sabes? —frunce el ceño.

—No, Daniel, por eso te estoy preguntando. —pongo los ojos en blanco.

—Es el 16 de agosto. ¿Estás pensando en qué regalarle? —una sonrisa maliciosa se forma en su rostro.

—Definitivamente sé que regalo quiere. Y mi respuesta es un no.

—Tus respuestas siempre son un no —pone los ojos en blanco—. ¿Qué es?

—Quiere tener hijos.

Silencio.

Daniel me miraba con los ojos muy abiertos. Voy a decir algo pero me corto al escuchar que se está riendo a carcajadas.

—Ni siquiera lleváis ni tres meses y ni estáis casados y quiere hijos... —hace como que se limpia una lágrima de la risa.

—Daniel, te has acostado con mi mejor amiga y en menos de dos semanas te has acostado con mi hermana. —pongo los ojos en blanco.

—¿Eso que tiene que ver? —enarca una ceja—. Y que sepas que tu hermana y yo aún no nos hemos acostado. Literalmente, es mi mejor amiga.

—Tiene que ver en qué tú no eres el indicado en decir lo que está bien y lo que no. Y ni se te ocurra acostarte con mi hermana.

—No lo tenía pensado hacer —aparta la mirada de mí y la dirige a la ventana—. Además, a ella le gusta otro.

Abro los ojos muy sorprendida —¿¡Quién!?

—Se llama Valerio o algo así.

—Víctor —le corrijo.

—Eso —me mira con los ojos muy abiertos—. ¿Cómo lo sabes?

—Porque es su ex —pongo los ojos en blanco—. No lo supera, y no creo que le guste, es más bien obsesión.

Él asiente lentamente con la cabeza y aparta la mirada.

—Te gusta Tara. —sonrío maliciosamente.

—No.

—No era una pregunta, era una afirmación.

—Pues niego tu afirmación.

—Tranquilo, no se lo voy a decir.

—¿Me lo prometes? —me vuelve a mirar.

Pongo los ojos en blanco porque me recuerda mucho a un señorito.

—Te lo prometo.

****

Ya estábamos en el hospital. La pierna de Aaron ya no estaba escayolada, en su lugar ahora tendría que utilizar una muleta durante dos o tres días.

—Voy a echar de menos este sitio, le he cogido cariño. —dice Aaron, mientras se agarra a la muleta.

—Calla y escucha —dice Daniel—. En tres días es el cumpleaños de tu novia y nos vamos a Canarias a celebrarlo.

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