Me desperté en la habitación del hotel. Había un botiquín médico a mi lado y mis recuerdos eran borrosos de la noche anterior.
A mi otro lado estaban Aaron y Tara hablando en voz baja. Hice el esfuerzo de levantarme y acercarme pero me dolía mucho la cabeza.
—Aaron... —murmuro.
Él se giró hacia mí y se acerca lo más rápido posible.
—¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? —intenta ponerme la mano en la mejilla pero la aparto de un manotazo—. ¿Aún estás enfadada? —me mira mal.
Aparto la mirada hacia la ventana. Y mis recuerdos de anoche empiezan a llegar a mi cabeza. Me incorporo de momento y mis ojos se llenan de lágrimas.
—¿Me han... —no puedo formular la pregunta.
Miro a Aaron dejando escapar algunas lágrimas y él niega con la cabeza.
—Te rastree con la aplicación que compartimos las dos porque estabas tardando en llegar —me cuenta Tara—. Llegamos a tiempo.
—¿¡A tiempo!? —les grito a ambos—. ¡Me persiguieron, me golpearon y me desnudaron! —ambos apartan la mirada a la vez y yo suelto una risa seca—. Me acaban de generar un miedo que jamás voy a superar.
»También sé que tengo parte de culpa, muchísima. Me fui sin avisar a donde iba y yo me lo busqué y lo siento. Siento echaros la culpa de algo que vosotros no habéis hecho.
—Pequeñaja, mírame y escúchame. —dice Aaron.
—¡No! —lo miro con los ojos llenos de lágrimas—. He sufrido maltrato psicológico y físico, pero jamás llegué a imaginarme que me intentaran... —hago una pausa, dejando las palabras en el aire, tenía la respiración agitada—. Siento muchísimo que parezca que os estoy echando las culpas de todo, cuando es mi culpa.
No aguantaba más este dolor interno. Aaron me abrazó con fuerza y yo le correspondí al segundo, ahora mismo no podía estar enfadada con él y menos por una tontería.
—Piensa en que estás aquí y a salvo. —me susurra y yo lo abrazo más fuerte.
Daniel entra por la puerta con una gran sonrisa —parece demasiado fingida porque en sus ojos noto la preocupación—, con unas tortitas.
—Para la medio metro de la casa. —me guiña un ojo y me extiende el plato de tortitas.
—Puedes preguntar.
—Bien —hace una pausa, aún con la sonrisa en su cara—. ¿Cómo mides tan poco? —se ríe a carcajadas.
Daniel es la persona que más rápido sabe subirme el ánimo. Porque aunque el mundo se esté acabando él hace bromas para que la gente se olvide un poco de sus problemas y se ría.
—¿Cómo vosotros sois tan grandes? —miro a Daniel y Aaron y ambos se encogen de hombros a la vez.
—Come y calla medio metro. —me ordena Daniel.
—A ver, el futbolista y el payaso, fuera. Tengo que hablar con mi hermana.
—¿El payaso es Aaron, no? —pregunta Daniel señalándolo y Aaron lo mira mal.
—¿Tú que crees? —le pregunta Tara.
—Que sí. —se encoge de hombros.
—¿Podríais comprarme un poco de ropa? —les pregunto a ambos mientras me acabo de comer las tortitas.
Aaron y Daniel salen de la habitación casi corriendo. Esos dos hacen lo que sea por mí.
—Bueno... ¿habéis arreglado los problemas en el paraíso? —me pregunta Tara, sentándose enfrente de mí.

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Único
Teen Fiction[TERMINADA] Ella era fría y estaba rota por dentro. Él la hizo brillar y la amó de todas las formas que el ser humano puede amar a alguien. Él estuvo para ella en todo momento y le hizo volver a sentir y a tener esperanzas. Ella volvió a sentir paz...