Capítulo 1

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Estoy sentada boca abajo en el sofá, mirando el techo distraída, escuchando el tic-tac del reloj y los vehículos pasar por la carretera.

Me levanto porque la sangre ya me ha llegado a la cabeza, siento un mareo enorme, me dirijo a la cocina y cojo una manzana.

Estoy apunto de morderla cuando una mano me la quita, miro hacia atrás y veo a mi mejor amigo Hugo comiéndosela con una sonrisita dibujada en su cara.

—En menos de diez minutos tienes que ir a trabajar —me señala—. ¿Vas a ir así vestida?

—¿Así vestida cómo? —me cruzo de brazos y enarco una ceja.

Es verdad que no iba muy adecuada para ir a trabajar. Llevo puesto el conjunto de deporte que utilizo por las mañanas.

—Vete a cambiar —pasa por mi lado riéndose—. Te diría que te fueras a duchar también, pero no creo que te de tiempo.

—A mí me da tiempo a todo, cariño —hago sonar ridícula la última palabra—. ¿Qué me recomiendas?

—¿En el trabajo? —pasa su mano por la estantería llena de libros—. Sonreír, nunca sonríes, ni siquiera conmigo o con tu mejor amiga Wanda —pone los ojos en blanco—. Te llamaré señora fria —sonríe orgulloso por el nombre.

—¿Señora? Me has añadido treinta años de más —abro el armario—. Y hablaba sobre que ropa me recomiendas —pongo los ojos en blanco—. En serio, ¿qué problema tenéis tú y Wanda?

—Ninguno —miente, mientras me pasa la ropa—. ¿Por qué lo dices?

—Como si no se notara porque lo digo —ironizo, mientras me dirijo al baño.

—¿Me puedo duchar contigo? —bromea y yo le dedico una mirada seria—. Es broma, no te flipes. —me mira mal.

****

Suponía que Hugo aún estuviera en mi casa, así que me dirigí a la cocina porque escuchaba mucho ruido. Pero me sorprendí al ver a Wanda y él juntos en la cocina.

—...usar eso! —le grita Wanda enfadada.

Es de aclarar que Wanda es un apodo que le puse porque según yo, se parecía mucho a la Wanda de Marvel —tal vez por su color de pelo rojizo— ahora no veo tanto parecido.

—Mira Wanda... vete a la mierda.

—Para ti Irina —le corrige.

—Vaya, que amables estáis hoy —bromeo, pero como no veo caras felices por la broma me aclaro la garganta incómoda—. ¿Qué ocurre? —vuelvo a tomar mi actitud fría.

—Tu mejor amiga Irina —la mira con mala cara—. No me deja usar tus planchas de pelo porque dice que no sé usarlas.

—Es que no sabes —le reprocha.

—¿Tú para que quieres las planchas de pelo? —me cruzo de brazos.

—Para hacer palomitas.

Silencio.

Literalmente mi cara era un cuadro al oír semejante tontería, por no hablar de la de Wanda que parecía querer atravesarle el cráneo con la mirada.

—Será una broma... —dice Wanda, aguantándose sus ganas de reírse a carcajadas.

—No lo es. Mira, me ha salido en instagram un vídeo de una chica haciendo palomitas con las planchas, y yo quiero probarlo —enchufa las planchas.

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