Capítulo 29

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CAPÍTULO 29

Me tomo la molestia de encender un cigarro bajo la luz de la luna mientras espero. Dante se encuentra en el despacho de mi hermano Matt, hablando con él y Max. Supongo que si hace las cosas bien lograra convencerlos de tomar mi mano.

Estoy sentada en uno de los jardines más hermosos que he visto. Matt tiene un hotel precioso. Estoy en una especie de laberinto de arbustos y flores con una fuente en el centro de este.

La fuente tiene luces sumergidas en el agua y pétalos de rosas flotando en su interior. El ruido del agua cayendo me relaja un poco.

El banco de mármol blanco me resulta lo bastante cómodo en una de las situaciones más tensas de mi vida. Es decir, acabo de encontrar la comodidad sentada en un banco y no en mi vida.

¿Qué demonios conmigo?

Le doy otra calada a mi cigarrillo y veo como el humo se pierde en el aire. Me enjuago las lágrimas con el dorso de mi mano la cual tiene manchas negras por el maldito maquillaje de ojos que se ha corrido.

Teniendo tanto dinero no consigo ni un puto maquillaje a prueba de agua. Si no puedo conseguir eso ¿qué me hizo creer que podría conseguir que Dante y Amenadiel aceptaran mi propuesta? ¿Qué me hizo creer que podía conseguir ir más allá con ellos? Soy patética.

Levanto la vista y veo como una chica y un chico que rondan entre los dieciocho y veinte años se están acercando a mí. Me enderezo ya que no los conozco.

La joven tiene el cabello pelirrojo corto recogido hacia un costado para lucir un precioso arete de diamantes que cuelga de su oreja. Lleva un vestido ajustado al cuerpo color rosa claro que le cubre los zapatos altos que lleva puesto. Incluso me resulta algo incomodo pensar en que podría lastimarse si se pisa el vestido. Este destaca la silueta de su cuerpo y tiene un rostro tan angelical como serio, inexpresivo.

A la joven pelirroja la acompaña un chico mucho más alto que ella, de cuerpo increíblemente fuerte y posee un esmoquin oscuro que le queda a la medida. Tiene el cabello rapado, tez morena y unos ojos tan claros que me quedo mirándolo por un instante. También se mantiene serio.

Por un momento creo que son pareja por la comodidad que ambos poseen al estar uno al lado del otro, pero eso cambia cuando ella me dice:

—¿Tía Aria? —se detiene ante mí, mirándome extrañada por encontrarme llorando.

Me pongo de pie al instante, con el ceño fruncido.

—Somos Scarlett y Tom. Tus sobrinos —me explica ella rápidamente, señalándose —. Mi padre es Max Voelklein y el padre de Tom es Matt, el tío con rostro malhumorado.

—¡Mis sobrinos! —exclamo, emocionada.

Les sonrió y me acerco a ellos luego de tirar la colilla del cigarro. Los recibo con un abrazo y me echo hacia atrás, animada. Quiero verlos de cerca. Son tan perfectos.

—¡Que altos que son y que belleza imanan sus rostros!

Ambos se ruborizan tras intercambiar miradas y luego posar nuevamente sus ojos en mí con más confianza.

Me aparto en seguida ya que quizás, mi cariño excesivo los podría estar agobiando un poco. Demonios. Soy tía

—Queríamos conocerte —admite Tom, con una voz grave que, de cierta forma, irradia timidez.

Es tan alto y grande que me sorprende que sea tan tímido. Su rostro es intimidante.

—Si hubiera estado enterada de su existencia ya los habría visitado antes —me lamento, volviéndome a sentar mientras busco otro cigarro que fumar en mi bolso —. Me presento, soy su tía fumadora y fracasada en el amor ¿dónde está mi maldita caja?

Sedúceme si puedes (libro 3 TRILOGIA SAGA EL PECADO DE LOS DIOSES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora