CAPÍTULO 19.
Una hora después del comienzo de un desastre, Aria se ha aislado en una de las habitaciones de la mansión Voelklein. Cae el atardecer y todos los cuerpos divinos se esfuman del jardín, como si nada hubiera pasado.
Son seres que no pertenecen al plano terrenal.
Cabe mencionar que cuando un dios muere, su cuerpo y alma al ser una sola, se va directo al Inframundo sin dejar rastro alguno de lo que alguna vez fue. Pero las manchas de sangre serán algo que no se va, no se quita, por lo que podría ser un dolor de cabeza para la familia Voelklein.
Luego del desastre, Ada, Max, Amenadiel, Matt y Amy ingresan a la casa junto otros dioses heridos. La desesperación por curar heridas y limpiar el lugar se vuelve un trabajo en equipo. Aunque todos desean el bienestar de los suyos, hay un pensamiento en común: ¿qué decisión tomara la hija de la muerte?
Ada desinfecta limpiando una cortadura profunda en la mejilla del dios de ojos bicolores mientras este se encuentra sentado en una butaca alta.
Con delicadeza la hija de Afrodita pasa el paño blanco que poco a poco se tiñe de sangre por la mejilla del joven, dándole palmaditas con una paciencia impresionante.
Amenadiel tiene la mirada perdida, cansada. Su mundo se está derrumbando porque sabe lo mucho que ella está enojada con él. Le ha ocultado algo que jamás creyó que saldría a la luz. Evade las ganas de echarse a llorar.
Tan solo pensar que podría volver a perderla se le revuelve el estómago.
—No te enfades con Aria tome la decisión que tome —le dice Ada, apenada.
—Estoy por perderla una vez más y no sé qué hacer —se le quiebra la voz y trata de ocultarlo tomando una bocanada de aire al final de sus tristes palabras.
—Si se aman estarán juntos pase lo que pase. Pero ahora todos los dioses que quieren sacar a Zeus de su pedestal quieren que Aria se marche con él para terminar con siglos de torturas por amar a quienes no deben. Está presionada sé comprensivo, cariño.
Le hablaba con una tranquilidad y sabiduría que era imposible creer que dentro de ese cuerpo de jovencita de veinte años Ada Gray era una mujer que superaba los cuarenta en la tierra.
La juventud eterna en los dioses a veces era un castigo ya que era complicado disimularlo en la tierra.
—Aria sufrió abuso por parte de su padre Hades en el Inframundo —le cuenta Amenadiel con cierto rencor —. Ella no volverá a ese sitio en donde le lastimaron el alma, Ada. Respetaré si ella decide marcharse al Olimpo si eso ayuda a que todos los dioses sean libres a la hora de amar. Ella a asesinado a los nuestros, quizás tenga la intención de remediar las cosas ¿Cómo demuestro amarla si me opongo a lo que ella decida?
Los ojos de Ada descienden con tristeza al procesar lo que él acaba de contarle. Si tan solo supiera que ella vivió lo mismo que Aria y con la misma persona, pero no quiere hacerlo, no se atreve porque es un pasado que evita recordar por más que le duela en las entrañas.
Un doloroso recuerdo como tal no se supera, solo se aprende a vivir con él cada día y muy pocas veces se logra vivir con paz.
—No deja de ser grosero y asqueroso que Zeus la quiera junto a él —agrega Amenadiel —. Si ella decide irse al Olimpo yo la acompañaré para que no le haga daño. Sea donde sea.
—¿Y si ella decide quedarse en la tierra con el odio de todos los dioses por oponerse a liberarlos por su bienestar?
Amenadiel mira directamente los ojos grises de Ada.
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Sedúceme si puedes (libro 3 TRILOGIA SAGA EL PECADO DE LOS DIOSES)
RomanceAria Evans es una diosa que tiene a todo hombre a sus pies. Es consciente de ello y la hace sentir con poder. Pero aquella belleza es invisible para el resistible Dante, su amor no correspondido. Muere por él y mataría por conseguir su atención. O...