Capítulo 25

389 33 6
                                    

Capítulo 25.
Sé que uno de ellos tenía una mano falsa y el otro había perdido la visión en un ojo. Se me hace un nudo en el estómago en cuanto pienso que ellos han sido castigados por amar a alguien que no debían y estuvieron exactamente en la misma situación que yo. Trago con fuerza y trato de deshacer la horrible pelota que tengo en la garganta.
No esperaba que vinieran e incluso su presencia inesperada empiezan a incomodarme. Aparto la mirada. Son tan apuestos que me he puesto roja.
—No vamos a permitir que persuadas a Aria para que regrese al Inframundo, Perséfone —alza la voz Matt, el de cabello oscuro y pinta de Christian Grey.
—¿Quieres permitir que tu hermana consiga su gloria a través de un hombre?¡Eso es lo menos que le he enseñado! —le grita Perséfone, defendiendo con uñas y dientes sus intenciones.
—¡Mamá, sé que es horrible que sólo las diosas podamos conseguir la gloria de una forma más eficaz a través de dioses masculinos, pero no me queda otra opción!¡No sé hacerlo de otra forma! —insisto, exasperada. Miro a Matt y Max —¿Qué hacen aquí ustedes dos?
—Venimos a darte apoyo, Aria —me sonríe Max, el de cabello pelirrojo y ojos color caramelo—. Tomes la decisión que tomes, no pertenecemos al grupo de dioses que te odian a muerte por cometer crímenes para salvarte. Todos hemos cometido cosas horribles para no regresar al Inframundo.
—¿Me odian a muerte? —me escandalizo, abriendo los ojos de par en par —. Ay por todos los cielos. Te juro que no lo sabía, Max—suelto, sarcástica y este me sonríe, simpático —. Gracias por venir, chicos.
Me acerco a ellos para darle el más cálido de los abrazos. Max me corresponde rápidamente, mientras que Matt mantiene la respiración, algo frio con mi muestra de afecto. Aunque no tarda en corresponderme.
Dios mío. Huelen tan bien y son tan altos que sólo consigo abrazarlos a la altura de sus pectorales.
Me doy vuelta para mirar a mi madre, quien está de brazos cruzados, completamente disconforme con lo sucedido. Menea la cabeza en signo de desaprobación, conteniendo su enojo en su rostro tan frio como la nieve.
—Bien. Yo no voy a obligarte —Perséfone levanta las manos en modo de rendición con la ceja enarcada —. Pero lo que si te voy a pedir es que me digas qué decisión tomaste ¿aceptaras la propuesta de casamiento de Amenadiel o la de Dante, Aria?
Abro la boca para decir algo, pero Matt me interrumpe:
—¿Propuesta de casamiento? —él busca mis ojos en cuanto se posiciona frente a mí, horrorizado —¡¿Qué?!¡Eres sólo una niña!
Le sonrío, nerviosa mientras me paso las manos por la punta de mi cabello.
—Ella tiene más años que nosotros, Matt —le recuerda Max, posicionando sus manos sobre mis hombros —. No tienes por qué escandalizarte. Aunque no tiene cara de anciana, es adulta.
—Y tengo tres titulos universitarios. —agrego con la voz atropellada porque tengo mucho miedo de que su apoyo desaparezca.
Matt frunce el ceño y sus ojos grises se clavan en mí. Mira a mi madre con cierto entendimiento y vuelve a mirarme.
—No voy a permitir que te cases sin conocer a ese tal Mante y Daniel —se rehúsa Matt —. No los conocemos y no sabemos quiénes son.
—Sus nombres son Dante y Amenadiel —lo corrijo, poniendo los ojos en blanco —. Y uno es nieto de la diosa Afrodita. Es hijo de Cupido. Y el otro es hijo directo de Zeus. Estamos hablando de dos hombres con puestos importantes en el Inframundo y te juro que no hay nada de malo en ellos.
—Amenadiel quizo mandarla de nuevo al Inframundo como forma de castigo por robar un vino preciado de Cupido y Dante simplemente no la valoro hasta último momento —suma mi madre, metiendo más leña en el fuego.
Me paso una mano por la cara y esta desciende hasta mi barbilla, sofocada. Matt está tomando su postura de hermano de forma exagerada, cosa que me está alterando mientras que mi madre está disfrutando ver como uno de sus hijos se pone poco a poco de su lado.
—¿Dante te envió a la zona del amigo y quieres estar con él? ¿Dónde está tu amor propio, hermana? —de pronto se escandaliza Max, sacando sus manos de mis hombros para quedarse parado ante mí.
Ahora tengo a mis dos hermanos y a mi madre mirándome como si trataran de entenderme.
—¡Las cosas no fueron tan así! ¡Dante y Amenadiel cambiaron su actitud conmigo! —exclamo, llevándome las manos al pecho —¡Y es por eso que he tomado una decisión!
—No —responde Matt, negando con la cabeza y con gesto endurecido —. Puede que tengan tu aprobación, pero no la tendrán fácil conmigo hasta que no los conozca. Cítalos a ambos mañanas en mi hotel cerca de la costa, te enviaré la ubicación por Whatsapp.
—¿Qué?¡Dante está muerto y yo no tengo tu Whatsapp, Matt!¡No necesito ninguna aprobación de un pedante macho alfa como tú!
—¡Si quiere tomar tu mano que se levante de los muertos y que venga hablar conmigo!¡¿Acaso vas a casarte con un muerto?!¡¿Qué demonios con todos aquí?! —alza la voz, haciéndome frente —¡No voy a entregar la mano de mi hermana a alguien que no conozco!
—¡Pensé que venias a apoyarme! —se me llenan de lágrimas los ojos por la rabia.
Se pasa una de las manos por el cabello y se echa hacia atrás, retrocediendo y rompiendo contacto visual conmigo.
—Estoy a favor de que no quieras volver al Inframundo, pero no de esta forma, Aria —me dice, más calmado —. Tú eres igual de importante que los dioses del Olimpo y mereces respeto. Y ellos deberán demostrarme hasta dónde llega el respeto contigo. Si Amenadiel y Dante quieren tomar tu mano, yo seré el rostro que los recibirá y será quién decida con quién puedes desposarte.
—¡No! —me niego —¡Yo soy la que decidirá, Matt y me he manejado yo sola en esta vida sin ninguno de ustedes dos!
Se queda en silencio por segundos hasta que suelta:
—Y así te ha ido, Aria —asiente con la cabeza Matt.
Su respuesta me destroza, dejándome sin palabras.
—Que vengan a vernos y sabremos qué intenciones tienen contigo —insiste Max, acercándose a mí con su cálida voz. De esas voces que te dicen siempre que todo estará bien —. Puede que tu mirada con ellos sea subjetiva, Aria. Pero nosotros podremos decirte con seguridad quién será capaz de merecerte.
Max Voelklein me observa con sus ojos color caramelo con cierta paz que desconozco. Mientras mi otro hermano espera impaciente por mi aprobación, con su rostro enojado.
Sé que no van a dejarme en paz si sigo negándome. Así que mis hombros bajan ante la defensiva y asiento con gran pesar.
Veo como Matt suelta el aliento y Max me atrae hacia él para estrecharme contra su pecho, aliviado.
Si tan sólo supieran que ya he tomado una decisión con respecto a qué hacer con Dante y Amenadiel. Sólo les estoy dando lo que ellos quieren para que me dejen en paz.

Mi madre, Matt y Max se han marchado, dejándome nuevamente sola en mi habitación. Estoy sentada en el borde de la cama con mis manos entrelazadas sobre mis muslos. No puedo conciliar el sueño.
Observo el cielo estrellado con una gran angustia en mi pecho. Yo he tomado una decisión, pero dudo que Amenadiel y Dante lo acepten. Es horrible escoger entre los dos cuando cada quién hizo su parte para merecerme.
No sé si se ha encontrado un caso como este en algún momento.
¿Debatir por dos amores? ¿Qué es esto? Uno me ofrece un puesto en el Olimpo y su amor eterno. El otro, quedarme en la tierra a su lado sin intenciones de enviarme al Inframundo.
—Dante —mi voz suena ronca al inicio de mi oración dirigida a él. Sólo deseo que me escuche en donde quieras que esté —. Mis hermanos insisten en tener una charla contigo para saber si tú eres digno de tenerme. Sé que esto es ridículo, pero es muy importante para mí que asistas a una fiesta que se hará en uno de los hoteles de mi hermano Matt. Sí, harán una fiesta en mi honor y quiere que Amenadiel y tú asistan. Es una tontería, lo sé, pero necesito el apoyo de ellos dos para llevar la fiesta en paz.
» No tengo el apoyo de mi madre, ella insiste en que vuelva al Inframundo para reinar juntas. No me convence. No quiero hacerlo y sabes por qué. El inframundo me trae malos recuerdos, es un lugar al que juré no volver por más que se trate de mi hogar. Nadie que haya sufrido en su hogar quiere regresar. Por favor, si me amas como dices baja de tu reino para presentarte ante mí. Yo he peleado por ti Dante, ahora es tu turno de demostrarme hasta dónde llega tu amor...
Las puertas de cristal del ventanal de mi habitación se abren de par en par y una figura familiar aparece a contra luz.
Me pongo de pie lentamente, perpleja, sintiendo como el tiempo se ha detenido ante mis ojos y debido a una persona que no esperaba que viniera.
—¿Alguien dijo fiesta? —la media sonrisa de Dante brilla ante mí y expande sus brazos para que corra hacia él.




Sedúceme si puedes (libro 3 TRILOGIA SAGA EL PECADO DE LOS DIOSES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora