Amenadiel sube malhumorado a la parte trasera de la RAM negra de Max Voelklein. Este se encuentra en el asiento del conductor. Por un instante, los ojos bicolores de Amenadiel se encuentran con los del pelirrojo por el espejo retrovisor hasta que Ada Gray sube al asiento del acompañante, rompiendo todo contacto visual entre ellos.
Apoya la valija en su regazo.
Mientras tanto Matt Voelklein, quien se encuentra a su lado, tiene el codo en el apoyabrazos de la puerta y los dedos por debajo de sus labios. Está observando por la ventanilla. En realidad, pareciera estar consumido más por sus pensamientos que en el porche de la mansión de Amenadiel.
Ada le da un beso fugaz en la mejilla a su esposo, el cual le regala una dulce sonrisa ante de poner en marcha el coche.
—¿Puedes borrar esa estúpida cara de niño malhumorado? —le dice Ada.
Amenadiel la rebaja.
—¿Pretendes que pregunten cómo están todos después de que no me avisaran que Aria está en el maldito Inframundo? —espeta —¿Desde cuándo lo saben?
—Oye, baja el tono de voz cuando te diriges a mi mujer —le advierte Max observándolo en el espejo retrovisor —. Sabíamos que estarías cabreado por la noticia. Nos enteramos esta semana cuando se empezó a hacer todo el revuelo del enfrentamiento.
Echa la cabeza hacia atrás, reposándola en el borde del asiento y cierra los ojos tratando de calmar su mente que va mil por hora.
—Volverás a verla —lo alienta Ada, posando la mano en su rodilla. Él abre los ojos levantando su cabeza y se encuentra con sus fuertes ojos azules —. No sabemos qué ocurrirá, pero volverás a verla, Amenadiel.
—Aria es astuta, tanto que me preocupa —de pronto habla Matt Voelklein con la mirada en la ventanilla —. Temo más lo que puede llegar a ocurrirle a los guerreros que deseen enfrentarla.
—Les pateara el trasero —coincide Max.
Amenadiel le preocupa contagiarse de aquel optimismo familiar que rodea a Aria. Tiene miedo de ilusionarse. Tiene miedo de que todo se vuelva un puto caos, aunque Aria es un puto caos precioso que desea ver.
Se siente culpable al pensar que ha estado imaginando por un año entero a Aria en brazos de un dios como Dante. La rabia lo carcome el pecho al pensar que lo ha defendido para que ella no lo matara para conseguir una gloria absurda en el Olimpo. Y al final, a la que tenía que proteger era a ella ya que él terminó por asesinarla.
Si bien Aria es considerada una cruel asesina de dioses jovenes, por fin estaba teniendo su bendita redención. Pero el poder la cegó y terminó eligiendo a Dante por encima de él.
¿Qué podía darle él? ¿Amor y noches de películas con patatas fritas como tanto ella le gustaba? Fue tan estúpido al enamorarse de una cazadora, pero más estupido fue creer que ella era feliz con ese idiota.
La ha imaginado con una vida idealizada junto a Dante que se sentía feliz por dentro al saber que eso había sido parte de su imaginación y que ellos, nunca estuvieron juntos.
Antes se preocupaba por saber cómo demonios mandarla al Inframundo y ahora...ahora pretendía salvarla sacándola de allí cuanto antes.
«Luego de lo que Dante te hizo, seguro estarás entrenando para regresar más fuerte que nunca. He esperado esto hace tanto tiempo que se ha vuelto un pensamiento recurrente en mi memoria atormentada, Aria mía. Si algún día deseas regresar a mis brazos no me veré golpeado por el rencor de que lo escogieras a él. Abriré mis brazos para darte el más cálido de los abrazos y te prometeré tener un hogar en donde estarás a salvo...aunque la que me cuidará serás tú ya que posees la fuerza de un huracán, Evans. Contigo a mi lado no tengo por qué temer» pensó Amenadiel con angustia.
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Sedúceme si puedes (libro 3 TRILOGIA SAGA EL PECADO DE LOS DIOSES)
RomanceAria Evans es una diosa que tiene a todo hombre a sus pies. Es consciente de ello y la hace sentir con poder. Pero aquella belleza es invisible para el resistible Dante, su amor no correspondido. Muere por él y mataría por conseguir su atención. O...