SEGUNDA PARTE.
El inframundo.
¿Cómo describir ese plano en donde las almas son calcinadas y torturadas a más no poder? ¿cómo describir ese sitio en donde el tiempo no corre y todo parece insignificante?
Todo está bajo la autoridad de Hades y su esposa Perséfone. Pero, en la actualidad, es la joven diosa del Olimpo quien reina sobre las almas entristecidas y con destino aceptado con resignación.
—¡Si Zeus tiene aliados terrenales nosotros también los tendremos!¡Los que habitan entre las almas saben que las injusticias se pagan ante las llamas! —grita Perséfone con voz potente en lo más alto de su trono.
Sus aliados tanto hombres como mujeres muertas la miraban con preocupación ya que no sabían cómo terminaría todo aquello. En el palacio se oye murmuros y suposiciones sobre una posible catástrofe.
¿Un enfrentamiento contra Zeus, el que amontona las nubes contra su hija Perséfone, la que trae la muerte? Si bien era un linaje familiar complejo, hubo siempre una gran disputa entre dioses que poseían la misma sangre. El más fuerte enfrentamiento recordado resultó ser La guerra de Troya.
—¡Zeus ha cometido una enorme infracción al enviar en contra de su voluntad a nuestra diosa Ariadna, mi hija amada!¡Pasó por alto el respeto de una reina y su decisión, haciéndome comprender que tampoco soy digna de decretar nada!¡Ha manchado mi honor como reina pasando sobre mí y mis marcadas decisiones! —Perséfone se pone de pie —¡Que arda todo si tiene que arder!
Entre la multitud aparece la joven de cabello oscuro, lacio y ojos brillantes como los que posee la diosa Atenea.
Su vestido largo y blanco se arrastra sobre el piso pulcro del palacio. Tiene las manos hechas un puño cerrado, al borde de clavar sus uñas contra las palmas para reemplazar por un rato el dolor de su alma en pena. Las almas hacen una reverencia con respeto al ver como camina en dirección a la reina.
Se le detiene el corazón a Perséfone al verla de aquella forma. Le arrebataron esa luz que la caracterizaba. Esa sonrisa pícara cuando conseguía lo que quería.
Todo por una traición inesperada por parte de una persona a la cual le entregó su confianza. A la cual amó en algún momento.
Todo ese amor, toda esa fidelidad, fue sustituida por un rencor violento y el deseo de una venganza.
—Que arda todo si tiene que arder —carraspeó Aria con los dientes apretados y clavando los ojos sobre su madre.
Perséfone levanto la barbilla, sin dejar de observarla y asintió con lentitud.
Educó a una hija fuerte y está orgullosa de ello.
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Sedúceme si puedes (libro 3 TRILOGIA SAGA EL PECADO DE LOS DIOSES)
RomantizmAria Evans es una diosa que tiene a todo hombre a sus pies. Es consciente de ello y la hace sentir con poder. Pero aquella belleza es invisible para el resistible Dante, su amor no correspondido. Muere por él y mataría por conseguir su atención. O...