Savanna Lincon.
Lunes por la mañana, el viento era horrible, tenía que aguantar con una mano mi cabello y con la otra la estúpida falda del uniforme escolar para no mostrar las bragas a medio instituto. Mi padre acababa de dejarme en la puerta del colegio, pero yo me había quedado pasmada con semejantes vistas.
— ¿Algún día dejaras de babear por él? —preguntaron a mi espalda—, creí que ya lo habías superado.
Al instante reconocí esa voz.— Ellis, ¿tienes fiebre? — frunció el entrecejo—. No me habías hablado desde hace cinco años.
Samuel Ellis, mi ex mejor amigo, antes éramos solo él y yo. Fue mi primer beso cuando éramos unos niños, un día decidió no hablarme más, llore un mes completo y desde ese entonces ha pasado mucho tiempo. Hay rumores de que se droga, anda en moto y con cara de querer matar a todos. Sin olvidar que ahora está más bueno y que lleva tatuajes.
— Por eso mismo me alejé de ti — comentó sin importancia.
— ¿Perdón?
— Mírate —me señaló—, acosando a Charles y tú vida sigue siendo aburrida.
— ¿Quieres decir que dejaste de ser mi amigo porque tú molas y yo no?
— Nunca mejor dicho, Savanna — dió un leve toque en mi hombro y se fue.
«Imbécil»
Era verdad, cuando crecimos Samuel comenzó a llamar la atención de todos porque realmente es muy guapo y yo quede entre la sombra. Le preguntas a cualquiera de mi propia clase por mí y seguro no me conoce.
A primera hora tenía Matemáticas por lo que me dispuse a caminar por los pasillos, encontré a Nora junto a las taquillas y entramos al salón.
«La ley de los cinco minutos»
El profesor no llegaba y todos se fueron así que decidí quedarme sola y buscar algunas cositas en mi teléfono.
— Ay Santa Madre en serio tengo que escribir sobre eso.
Si gente estoy viendo porno en el salón. No critiques que estoy segura que tú también lo hiciste alguna vez.
La puerta se abrió y entró él. Charles Griffin, el popular del colegio, guapo que te cagas, todas suspiran por él y no las culpo también es mi único amor desde pequeña.
— ¿Tú eres de aquí? —Santa Madre me está hablando a mí, permíteme morir un segundo.
— Me siento todos los días en el mismo lugar —señalé la mesa que quedaba justo a su lado.
— Nunca te había visto.
— Claro porque tú sola miras a las rubias teñidas —susurré.
— ¿Que dijiste?
Voy a meter la pata, me puse nerviosa por su presencia, dejé ver la pantalla de mi teléfono y sus ojos se abrieron como platos.
— ¿Estás viendo porno?
— Pues si —me encogí de hombros—¿Quieres ver porno conmigo Charles Griffin?
— Me conoces.
— Más de lo que crees.
— ¿Eres otra acosadora frustrada con mi existencia? —se sentó a mi lado.
— Si llamas así a tu club de admiradoras, pues si soy.
— Me gustas… emm. ¿Me dices tú nombre?
— Savanna Lincon —le sonreí.
— No te limitas al hablar y eso es bueno. Me recuerdas a alguien.
— ¿Vemos la porno?
— Si claro— asintió.
Pasaron unos diez minutos de vídeo y lo que se reproducía me llamaba la atención. No estoy loca juro que no, pero no sé que estaba pasando por mi cabeza cuando aquellas palabras salieron de mi boca.
—¿Puedo hacerlo?
— ¿Qué? —por un momento analizó mi rostro.
— Eso —pos claro que me refería al sexo oral de la porno.
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Entre Ellos ✓
Teen FictionAntes "No quiero ser Virgen" - Que quiero acabar de perder la virginidad ¡ya! -le hablé a mi mejor amiga. - Yo puedo hacerlo -respondió una chica de pelo azul, vestía de negro y llevaba perforaciones en su rostro-, tengo la casa solo hoy. - ¿Si m...