Capítulo 4

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Savanna Líncon

La semana había pasado rápido por suerte, el instituto fue un poco difícil porque ahora todos sabían que yo era virgen y todos querían hacerme el trabajito.

Por razones que desconozco mi seguridad se había ido de paseo junto a mi dignidad. Y no sabía qué hacer ni que pensar. 

Ahora tenía ¿Miedo? De ¿Perderla?

Lo único que me mantenía contenta ahora mismo era que mi libro estaba creciendo poco a poco y los lectores esperaban con ansias la escenita caliente entre los protagonistas.

Vaya lío.

Y yo sin saber absolutamente nada de sexo.

Ya tenía a los pobres personajes cansados de discutir.

Charles Griffin pensaba en él y se me hacía la boca agua, eran tan sexy, tan guapo, tan caliente, tan popular que daban deseos de comérselo enterito y para mi desgracia aún no sé comer. 

Samuel Ellis, lloré horrible cuando me dejó de hablar sin ninguna explicación, era mi único amigo y mi primer beso. Jamás pensé que yo le gustaba. Éramos muy pequeños y ahora me confunde.

Como cada mañana mi mamá entra en mi habitación sin llamar a la puerta y comienza arreglar todo el reguero que acumulo entre semana. Organiza cada rincón y limpia cualquier rastro de suciedad. Por dónde yo ya había limpiado.

Canturrea por lo bajo mientras yo tomo un poco de agua mirándola desde la cama.

— ¡Oh por Dios! —exclama a todo pulmón— pero Savanna.

Me atraganto y comienzo a escupir el agua. Entre las manos de mi madre había una caja de condón que me había regalado mi mejor amiga. Por si acaso.

— Puedo explicarlo —le digo rápidamente.

— Espera —me corta y sale de la habitación.

Regresa unos minutos después con aires de misterio, pone el seguro a la puerta y cuando se gira para verme lleva en una mano la caja y en la otra un pepino.

Sí, escucharon bien un pepino enorme. 

— Mamá...

— No puedo creer que mi hija ya sea toda una mujer.

— No es lo que parece.

— Calla y escucha —sentencia y se sienta a mi lado.

Pasa unos minutos intentando abrir el condón con los dientes.

— Hija mía en las películas te estafan —resopla— no es tan fácil como lo muestran.

Después del intento número cien lo abrió con las manos y sostuvo el pepino entre ellas.

— Te voy a enseñar cómo se hace.

— Mamá en serio no hace falta.

— Si hace falta —me regaña— presta mucha atención.

Lo pone en la punta y empieza a deslizarlo torpemente. No logro retener la carcajada y ella me fulmina con la mirada.

— Sigo siendo virgen.

— ¿De verdad?

— Si mamá.

— Que alivio joder.

Mi madre sale de la habitación después de dos horas de charla sobre relaciones sexuales y todo lo que conlleva.

Mis ojos comienzan a cerrarse por el aburrimiento, pero recibo un mensaje que altera todo mis sentidos y no sé qué hacer.

#

Llamo al timbre de su casa y espero hasta que me abren la puerta.

Sus ojos se abren como platos cuando me ve— ¿Qué haces tú aquí?

— Necesito tu ayuda.

— ¿Para qué soy bueno? —se cruza de brazos.

— ¿Quieres volver a ser mi amigo?

— Sí.

— Perfecto —suspiro aliviada— Solo tendrás que hacer una cosa por mí y te perdonaré que me hayas dejado de hablar.

— ¿Qué?

— Enséñame a tener sexo sin perder mi virginidad.

Entre Ellos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora