Epílogo

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Mucho tiempo después. 

Savanna Líncon.

No recuerdo el día exacto pero si la historia, cada momento de felicidad vivido. Mi boda, mi primer embarazo, la llegada de mi nena y luego mis niños. El día en el que triunfe, por ende cuando todos supieron que Anónima25 era yo.

— Mamá, mamá — me chillan — Te va a coger tarde. 

— Ya casi estoy — protesto — ¿Tus hermanos?

— Están abajo esperando por la nana.

— Papá llega hoy — le digo y sus ojitos le brillan.

— Que bien — termino de arreglarme. Llaman a la puerta. — Nana llegó. — la pequeña se va corriendo.

El salón es un desastre, Luke y Kian brincan de un sofá a otro, mientras Laura lloriquea porque sus hermanos le arrancaron la cabeza a su juguete favorito.

— ¿Puedes con todo esto tu sola? — miro a la anciana que se ha ganado el cariño de todos.

— Vete ya, hoy es tu día — me regala una cálida sonrisa — Cuando regreses tendrás que decirme con quién se queda la chica.

— Sabes que no te diré. 

— Tenía que intentarlo.

— Suerte mamá — me gritan a la par. 

— Hasta luego — reparto besos en su frente. 

Casi llego tarde a la librería, me las arreglé como pude para pasar por desapercibida ya que toda esta multitud era por mis libros.

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Horas y horas firmando autógrafos, regalando sonrisas y fotos con aquellas personas que confiaron en mí.

La fila era inmensa pero no podía estar más feliz, tomo el libro que colocan sobre la mesa, sin levantar la vista para firmar un autógrafo.

— ¿Algo en específico? — la pregunta que llevo haciendo todo el día.

— Lo nuestro nunca fue posible, porque quizás en esta vida no estábamos destinados a estar juntos — esa voz, mierda — Pero siempre seremos el uno para el otro, como amigos — doble mierda — Con amor, Samuel.

— ¿A quién le darás el libro? — digo imaginando la respuesta.

— Para tí, yo ya me lo leí.

— Te recuerdo que yo lo escribí — me atrevo a mirarlo.

— Este lo amarás más, porque yo te lo regalo.

Tengo ganas de abrazarle, saber que ha hecho en todos estos años, pero no me atrevo. Una vez le puse punto final a mi historia llamada Samuel Ellis y hoy por hoy no tengo intenciones de una secuela.

Porque miro a mi pasado y estoy más que feliz con todo lo que he logrado. 

— ¿Podemos hablar un segundo?

Me saca de mis pensamientos. 

Le hago una seña a la encargada de la editorial y me disculpo saliendo a la calle con mi mejor amigo.

— No me lo podía ni creer cuando tú nombre comenzó a ser reconocido en todos los lugares.

— Yo tampoco me lo creia — le digo —, pero mírame aquí firmando mis libros en físico.

— Te mereces esto y más — aplaude — Escritora reconocida.

— Gracias — Seguimos caminando sin rumbo — ¿Que es de tu vida?

— Yo también me casé — confiesa — pero no con la persona que amo.

— Yo tengo tres hijos — hablo rápidamente — Dos gemelos de cinco años y una niña de ocho. 

— Lo sé, de hecho todo el mundo sabe sobre ti. 

— No es para tanto. 

— ¿Cómo está él?

— Un poco más maduro, menos popular, pero sigue siendo la misma persona que me destruyó el corazón y luego lo armó.

— Me imagino. 

Volvemos a la librería. En la entrada me esperan y no me sorprende que este ahí vestido completamente de negro con aires de chico malo. 

— Debo irme — miro al castaño que me espera.

— Fue un placer verte.

— Lo mismo digo — le sonrío antes de alejarme en busca del hombre que me espera a la distancia.

La persona con la cual me había casado me envuelve en un cálido abrazo, besando mis labios.

— ¿Cómo estás?

— Genial.

Después de todo Samuel Ellis no era la persona destinada a mí, el chico de los tatuajes estaba en mi corazón pero solo como un amigo, no creo mucho en eso del hilo rojo que te une a alguien, pero si lo pudiera ver, estoy segura que al final de mi camino está Charles Griffin, esperando por mí.  

Yo había tomado la decisión correcta de eso estaba segura.

Entre Ellos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora