Capítulo 13

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Samuel Ellis.

Llego al bar donde sabía que estarían todos los de mi clase, beben, fuman, bailan y van tan borrachos que cualquiera les robaría y no se darían ni cuenta.

Me siento junto a los del equipo de baloncesto, no son de mi agrado porque siempre piensan con la polla en vez de con la cabeza.

— Que sorpresa — reconozco la voz de Hugo.

— Un gusto verte también — enciendo un cigarrillo.

— ¿Jugamos? — señala la mesa de billar.

— Claro — el humo gris abandono mis labios.

— ¿Con quién vas a jugar? — le pregunta su chica.

— Creo que será para la próxima, estás en desventaja sin Charles.

— ¿Dónde carajos está? — bufa el moreno.

Siempre hemos jugado en pareja, Hugo con Charles y Lewis conmigo, y para nadie es un secreto que el castaño es quien sabe jugar.

— Con Savanna — le dice su novia, mascando chicle.

— Se está tomando muy en serio el trabajito de desvirgar a la virgen.

— Esa era la apuesta ¿no? Y el tiempo casi se acaba. 

Me quedé en el limbo por unos segundos, claro que sabía que Savana quería su primera vez con Charles, pero la palabra "apuesta" era de peso mayor y estaba seguro de que ella desconocía esa apuesta por completo. 

— ¿Que apuesta? — pregunto irritado. 

— Esa chica gritó a todo pulmón en la biblioteca que no quería ser virgen — se burla y me dan deseos de romperle los dientes con mi puño —, le pidió a Charles que le hiciera el favor, le dije que no sería fácil pero el aseguró que lo haría en menos de un mes y que incluso lograría que ella se enamorara de él. 

La sangre me hierve.

— Así que nos apostamos mucha plata — agrega.

— Sabes perdiste la apuesta porque Savanna lleva toda una vida enamorada del maldito de Charles Griffin — bramo — y no te preocupes él tampoco ganará la apuesta porque yo me encargaré de que eso no ocurra.

Intento irme y el estúpido me retiene por el hombro. 

— Cálmate — se ríe — cualquiera que te viera pensaría que estás enamorado de la virgencita.

Lo fulminé con la mirada.

— ¡No me lo creo! — exclama — Estás enamorado de ella.

No pude evitarlo mis nudillos se estampan contra su rostro, pierde el equilibrio y cae al suelo. Me apresuro a lanzarme sobre él, pero me empujan hacia fuera.

— Es mejor que te vayas. 

Aprieto mis dientes y me encamino en busca de mi moto.

El aire me abraza, correr a toda velocidad me sube la adrenalina y amo cuando eso sucede, en segundos apago el motor. Lo primero que veo al llegar es a la chica que quiero solo para mí besando a otro.

Entre Ellos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora