Capítulo 6

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Savanna Líncon.

Las piernas me temblaban, las manos me sudaban, tenía un enorme nudo en la garganta que no me dejaba tragar y sentía cientos de pirañas hambrientas en mi estómago. Nada de mariposas y ni rastro de seguridad. Mi cuerpo completamente era una gelatina.

Estado: todo flácido. 

«Joder»

Ya había tocado el timbre, no podía salir corriendo, pero era lo que realmente quería, correr, desaparecer y gritar. Perder mi virginidad era mi mayor objetivo, acostarme con Charles Griffin era mi sueño frustrado; que hoy se haría realidad. 

«Mierda»

Solté un enorme suspiro cuando la puerta se abrió y el chico de mis sueños apareció ante mí sin camisa, su pelo le caí despreocupado por la frente, el aroma que emanaba llegó a mis fosas nasales y tuve que poner una mano en la pared para no caerme. 

— Hola —dice al fin. Yo trago en seco.  

— Hola —le digo como puedo y muerdo mi labio, impaciente. 

— Creí que ya no ibas a venir.

— Estaba un poco ocupada — aprendido a tener sexo sin perder la virginidad porque quiero que tú seas el primero, pero no puedo lucir inexperta.

En fin, suspiro y clavo la mirada en sus abdominales. 

— Pasa —agrega y lo persigo por toda la casa con pasos torpes— Debe ser una odisea que ahora todos quieran hacerte el trabajito —lo escucho reír por lo bajo. 

— ¿Estabas en la biblioteca?

— No —ladea la cabeza— me lo contaron.

— Ya —me encojo de hombros— no quiero ser virgen, pero tampoco voy a estar con cualquiera. 

Llegamos a lo que supuse que sería su habitación y entramos cerrando la puerta con pestillo. 

— ¿Qué soy?

— Eres un cualquiera, pero al menos eres atractivo y popular. 

— No sé si ofenderme o agradecerte —comenta, dando un paso hasta mí— ¿Estás nerviosa Savanna?

«Si»

— No.

— ¿Ni un poco? — mete un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja. 

«Demasiado»

— Nada de nada.

— Entonces quieres que yo sea tu primero.

— Si —intento no lucir desesperada.

— Bueno deberías besarme.

— Sí.

— Si —repite y se le forman unos hoyuelos hermosos.   

Cierro los ojos y él acuna mis mejillas entre sus manos para luego besarme. Su boca se abre sobre mis labios y lo dejo guiarme hasta que mi espalda cae sobre el colchón. 

Acaricio su oscuro cabello entre mis dedos mientras su lengua juega con la mía, sus manos se posan sobre mi cadera, respiro con dificultad cuando el bulto de su entrepierna comienza a crecer. 

¿En serio esto está pasando?

Tiene que ser un sueño, aunque el cosquilleo de mi interior se sentía muy real. 

El calor entre nuestros cuerpos aumentaba junto a mis dudas y sin pensarlo, rompiendo el beso por completo lo empujé con ambas manos por el pecho.

— ¿Todo bien? —pregunta incrédulo. 

— Lo siento yo no —balbuceo— no estoy preparada aún.

Se levanta y me mira en silencio unos segundos para luego decir:

— No importa, cuando te sientas preparada —me guiña un ojo— y sigas queriendo que sea yo, me buscas. 

Besó mi frente, para luego sonreír y ese gesto detuvo mi corazón por unos segundos.

Me levanté con la intención de marcharme pero su voz me detuvo:

—¿Quieres ir a la playa conmigo? —su respuesta me toma por sorpresa.

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