Capítulo 5

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Samuel Ellis.

Entramos en mi casa y nos quedamos hablando solos en el salón, por suerte mis padres estaban trabajando.

— Estás loca. 

— Eso dicen, pero ahora no importa —agrega— Tendrás que ayudarme si quieres mi perdón.

— Definitivamente estás loca.

— No lo estoy —exhala— Escucha bien, me he pasado la semana entera recibiendo mensajes, llamadas y hasta señales de humo que todos me quieren quitar mi virginidad. Ninguno me interesa, pero hoy ocurrió lo que tanto he estado esperando toda mi vida.

— Respira Savanna —le corto. 

— Charles Griffin me escribió y quiere tener sexo conmigo.

— Bravo —aplaudo— ¿Yo que tengo que ver con todo esto?

— Es popular, sexy y tiene experiencia. Necesito que tú me enseñes lo que debo hacer para estar lista. No quiero quedar en ridículo.

— ¿Quieres practicar conmigo? — me burlo— para luego ejercerlo con él.

— A si es —dice, orgullosa.

— ¿Qué gano yo?

— Mi amistad nuevamente.

— Vale.

— ¿Si? —se sorprende— ¿Tan fácil?

Asiento y se lanza a mis brazos para luego besarme. Sus labios se estampan contra los míos y se funden en un adictivo beso, nada comparado con lo de hace unos años cuando éramos unos niños.

Me separo de ella y tomo sus manos para subir las escaleras hasta mi habitación. Cierro la puerta al entrar y sin pensarlo me acerco. 

— Tenemos un problema Savanna.

— ¿Cuál?

— Charles ¿Le gusta duro o suave?

Sus ojos se abren como platos y luego muerde su labio inferior.

— No lo sé.

— ¿Entonces que hago?

— A tu manera supongo.

— Ven —le digo, sentándome en el borde de la cama.

Se acomoda a horcajadas sobre mí y pego nuestros labios nuevamente. Acaricio su espalda y mis manos viajan por todo su cuerpo hasta que retiro su blusa.

— ¿Dónde carajos pongo las manos? —pregunta y suelto una carcajada— Esto es serio, no te rías.

— Prueba quitar mi pulóver y acariciar mi piel.

Hace lo que le digo, sus dedos recorren lentamente el contorno de mis tatuajes, siento como sus manos temblaban, pero no le digo nada. Rodeo su espalda con mi brazo y me las arreglo para dejarla acostada sobre el colchón.

— ¿Qué más?

— Abre las piernas virgen.

— No me digas así — protesta, pero lo hace y me coloco entre ellas.

— Ahora mis dedos bajarían hasta aquí —toco el botón de su diminuto short— te los quitaría de golpe, quedando solamente en bragas.

— ¿Después de eso que más? —es increíble como su voz no se quiebra ante la situación.

— Después mis dedos estarían en tu interior, presionando tu hinchado clítoris, alcanzando el placer para después reemplazarla con mi po...

— Ya lo tengo claro —trago en seco— ¿Me va a doler?

— De seguro sí.

— Eso no ayuda. 

— ¿Te puedo hacer una pregunta?

Asiente.

— ¿Por qué sigues siendo virgen?

— Digamos que no he encontrado el indicado —responde, dudosa— ¿Te puedo hacer una yo?

— Claro.

— ¿Por qué quieres recuperar mi amistad?

Porque estoy jodidamente enamorado de ti. Esa es la verdad.

Ja, pensaron que lo iba a decir tan rápido.

— Porque eres una buena persona —improviso.

— Gracias por la ayudita — se levanta de la cama y recoge su blusa.

— Espero que te vaya bien ¿Amiga?

— Amigos —sonríe.

Sale de la habitación dejándome solo con una pequeña erección que nadie había notado.

Entre Ellos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora