Savanna Líncon.
Me miro al espejo por mucho que intenté que el maquillaje tapara un poco mis ojeras fue imposible, al menos el vestido negro y mi cabello estaban bonitos.
— ¿Ya terminaste? — mi madre se asoma en la puerta.
— Ya casi.
La visita de Samuel y la promesa que le había hecho a mi amiga fueron el estimulante que me ayudaron a levantarme de la cama para ir a la fiesta de cumpleaños de ella.
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Al llegar busco a Dora con la mirada hasta que la encuentro cerca de la piscina junto a otros chicos bebiendo y disfrutando de la buena música.— Felicidades — nos envolvemos en un abrazo.
Le entrego el regalo que traje — ¿Me gustará?
— Ya me dirás — le guiño un ojo y me voy hasta la mesa de las bebidas.
Agarro uno de los vasos plásticos de color rojo y me echo licor. Me relajo con la música y muevo mis caderas a medidas que las personas comienzan a llegar y la noche a caer.
No sabía que Dora tenía tantos conocidos.
— Mierda — casi me atraganto cuando lo veo llegar. Él no debería estar aquí.
«Joder»
Nuestros ojos se encuentran y no sé qué hacer.
— ¿Lo invitaste? — jalo a mi amiga por el antebrazo.
— No — se encoge de hombros — soy inocente.
— Me voy.
— ¿Serás capaz de abandonar a tu mejor amiga en su fiesta de cumpleaños por un chico?
— Las cosas que me obligas a hacer — bramo.
— Relaja la pelvis y disfruta.
Se va dejándome sola, con ganas de lanzarme en la piscina hasta morir ahogada.
Sigo bailando hasta que siento el toque cálido sobre mis brazos, lo dedos acarician lentamente mi piel y trago en seco cuando el olor a su perfume invade mis fosas nasales.
— No me hagas esto — le digo. Su pecho emana calor en mi espalda y lo quiero lejos.
— Necesito que me escuches solo será unos segundos.
— No.
— Por favor — me voltea — Puedo explicarlo todo.
— Yo no quiero ninguna explicación — mascullo — me jode tanto el hecho de que hayas apostado por algo que ya habías ganado y tú ni cuenta.
— ¿Cómo quieres que lo sepa? — pone su boca en una línea fina — Ese día me pediste sexo.
— Ya lo sé para la próxima te digo: Hola me siento todos los días en mismo lugar, pero para ti soy invisible y hoy quiero decirte que estoy enamorada de tí y que si me quieres desvirgar.
— No, claro que no quería eso.
— Déjame en paz.
— Tengo que decirte algo.
— No te quiero escuchar.
— Cuando era un niño, me caí en bici. Estaba en un parque y una niña se me acercó —confiesa—. ¿Te acuerdas? Esa niña eras tú.
Los recuerdos llegan a mi mente. No sabía que él era el chico.
—Fuiste mi primer amor, Savanna.
— Eres un falso de mierda.
— No me acerqué a ti en todos estos años porque, bueno. Tenía una imagen que cuidar, pero los chicos querían apostar tu virginidad y vi la oportunidad de acercarme.
— Eres una mierda.
Lo empujo con la intención que caiga en la piscina, resulta que el muy cabrón se las arregló para tomar mi mano y lanzarme junto a él.
El agua bañó nuestros cuerpos empapando toda la ropa.
— Imbécil — le salpico agua hacia el rostro.
Me toma del cuello y me besa.
Por un segundo me dejo llevar, para luego rechazarlo e irme corriendo hasta mi casa.
Me cambio rápidamente la ropa mojada y me quedo mirando el techo por unos largos minutos hasta quedar dormida.
La alarma del me despierta y me sobresalto por el ruido. La cabeza me quiere estallar y ya no aguanto más, lo más cierto de todo es que yo sé la solución y no me atrevo a afrontarla.
¿Samuel Ellis o Charles Griffin?
Mi corazón sabe la respuesta.
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Entre Ellos ✓
Teen FictionAntes "No quiero ser Virgen" - Que quiero acabar de perder la virginidad ¡ya! -le hablé a mi mejor amiga. - Yo puedo hacerlo -respondió una chica de pelo azul, vestía de negro y llevaba perforaciones en su rostro-, tengo la casa solo hoy. - ¿Si m...