Capítulo 16

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Savanna Líncon.

Me miro al espejo por mucho que intenté que el maquillaje tapara un poco mis ojeras fue imposible, al menos el vestido negro y mi cabello estaban bonitos. 

— ¿Ya terminaste? — mi madre  se asoma en la puerta.

— Ya casi.

La visita de Samuel y la promesa que le había hecho a mi amiga fueron el estimulante que me ayudaron a levantarme de la cama para ir a la fiesta de cumpleaños de ella. 

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Al llegar busco a Dora con la mirada hasta que la encuentro cerca de la piscina junto a otros chicos bebiendo y disfrutando de la buena música. 

— Felicidades — nos envolvemos en un abrazo.

Le entrego el regalo que traje — ¿Me gustará?

— Ya me dirás — le guiño un ojo y me voy hasta la mesa de las bebidas.

Agarro uno de los vasos plásticos de color rojo y me echo licor. Me relajo con la música y muevo mis caderas a medidas que las personas comienzan a llegar y la noche a caer.

No sabía que Dora tenía tantos conocidos.

— Mierda — casi me atraganto cuando lo veo llegar. Él no debería estar aquí.

«Joder»

Nuestros ojos se encuentran y no sé qué hacer.

— ¿Lo invitaste? — jalo a mi amiga por el antebrazo.

— No — se encoge de hombros — soy inocente.

— Me voy.

— ¿Serás capaz de abandonar a tu mejor amiga en su fiesta de cumpleaños por un chico?

— Las cosas que me obligas a hacer — bramo.

— Relaja la pelvis y disfruta.

Se va dejándome sola, con ganas de lanzarme en la piscina hasta morir ahogada.

Sigo bailando hasta que siento el toque cálido sobre mis brazos, lo dedos acarician lentamente mi piel y trago en seco cuando el olor a su perfume invade mis fosas nasales.

— No me hagas esto — le digo. Su pecho emana calor en mi espalda y lo quiero lejos.

— Necesito que me escuches solo será unos segundos.

— No.

— Por favor — me voltea — Puedo explicarlo todo.

— Yo no quiero ninguna explicación — mascullo — me jode tanto el hecho de que hayas apostado por algo que ya habías ganado y tú ni cuenta.

— ¿Cómo quieres que lo sepa? — pone su boca en una línea fina — Ese día me pediste sexo.

— Ya lo sé para la próxima te digo: Hola me siento todos los días en mismo lugar, pero para ti soy invisible y hoy quiero decirte que estoy enamorada de tí y que si me quieres desvirgar.

— No, claro que no quería eso.

— Déjame en paz.

— Tengo que decirte algo.

— No te quiero escuchar.

— Cuando era un niño, me caí en bici. Estaba en un parque y una niña se me acercó —confiesa—. ¿Te acuerdas? Esa niña eras tú.

Los recuerdos llegan a mi mente. No sabía que él era el chico.

—Fuiste mi primer amor, Savanna.

— Eres un falso de mierda.

— No me acerqué a ti en todos estos años porque, bueno. Tenía una imagen que cuidar, pero los chicos querían apostar tu virginidad y vi la oportunidad de acercarme.

— Eres una mierda.

Lo empujo con la intención que caiga en la piscina, resulta que el muy cabrón se las arregló para tomar mi mano y lanzarme junto a él.

El agua bañó nuestros cuerpos empapando toda la ropa.

— Imbécil — le salpico agua hacia el rostro.

Me toma del cuello y me besa.

Por un segundo me dejo llevar, para luego rechazarlo e irme corriendo hasta mi casa. 

Me cambio rápidamente la ropa mojada y me quedo mirando el techo por unos largos minutos hasta quedar dormida.

La alarma del me despierta y me sobresalto por el ruido. La cabeza me quiere estallar y ya no aguanto más, lo más cierto de todo es que yo sé la solución y no me atrevo a afrontarla.

¿Samuel Ellis o Charles Griffin?

Mi corazón sabe la respuesta.

Entre Ellos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora