Veintitrés

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Tenía los ojos cerrados con fuerza, así que no podía ver nada. Pero sus otros sentidos estaban en punta, alertas a cualquier estímulo. Sentía el corazón latiendo con fuerza dentro de sus oídos, sus manos sudorosas, el aroma de la champaña y algo dulce e indescriptible en los labios de la chica. Al principio estaban apretados con fuerza, pero luego se soltaron y acoplaron a los suyos.

Las manos de Grace, antes de su cintura, subieron hasta agarrarla a ambos lados de la cabeza y besarla con fuerza, tomando el mando. Era evidente que era experimentada, a diferencia de ella. Fue muy distinto al beso que le dio aquel hombre, el que no recordaba o el de Jack. Era bonito.

Después que la soltara y se separaran, Simone tuvo que abrir los ojos, pero no sabía a donde mirar o que decir. ¿Por qué había hecho eso? Le gustaba Ezra, un chico amable con el que se veía estando. Pero Grace... no mentiría diciendo que nunca sintió nada más que amistad por ella.

Era tan distinta y extraña. No podía categorizarla como amiga porque eran más que eso, mucho más, y con este beso era obvio que las barreras de amistad se habían caído abajo. No la veía de la misma forma que a Elly, a quien quería como amiga, pero tampoco como a Ezra, de quien se había enamorado (o al menos eso creía). Como si no pudiera colocarle ninguna etiqueta.

—Ya van dos veces que me besas sin decir nada, muñeca.

Simone ya tenía una disculpa preparada, pero algo en esa frase no le cuadró del todo.

—¿Qué quieres decir? Nunca nos habíamos besado antes.

Grace volvió a apretar los labios, con una expresión clara de que dijo algo que no debía. Era tan clara como el cristal, veía totalmente a través de ella.

—¿Cuándo nos besamos antes? No recuerdo eso— insistió. —Grace. Contéstame.

—En la fiesta después de mi presentación— admitió Grace, algo culpable. —Duncan te puso algo en la bebida, así que te llevé afuera por aire, pero me agarraste de la cara y me besaste.

La boca de Simone se abrió totalmente. —No lo recuerdo...

—Porque pensé que significaba algo más, así que no hice preguntas y te llevé a mi casa— continuó Grace, Simone abrió los ojos con horror. —¡Tranquila! No te hice nada, solo dormimos. En la mañana era obvio que no recordabas nada, así que preferí no decírtelo.

Simone usó cada neurona en su cerebro para recordar, pero nada. Solo nubes de memoria. Solo recordaba una sensación dulce muy similar a la de hace pocos segundos y no creía que Grace le estuviera mintiendo. Todo eso llenaba muchas lagunas que antes no pudo descifrar.

—¿Por eso estabas tan enojada? ¿Porque no recordaba el beso?

—Solo pensé que... me querías de otra forma— murmuró Grace, avergonzada. —Luego te enamoraste del payaso y no quise confundirte más, estos temas son complicados para ti.

Lo eran. Todo en su cabeza era un desastre y no lograba poner un orden lógico. Sabía que le gustaba Ezra, pero también albergaba sentimientos por Grace. ¿Cómo podía sentirse así por dos personas al mismo tiempo? Era injusto además de poco ético. ¿Los quería a ambos de la misma forma, o solo se conformaba con Grace al saber que no podía tener a la persona que deseaba?

—No sé por qué lo hice, lo siento tanto...

—¿En serio? Porque a mí me pareció que sabías lo que hacías— dijo Grace. —Muñeca, sabes que nunca te presionaría con nada, pero no puedes seguir teniéndome de esta manera.

—¿A qué te refieres?— preguntó.

—Con el corazón en la mano, yendo de un lado a otro sin saber lo que sientes por mí— dijo, un poco triste. —¿Me quieres o solo soy un premio de consolación? ¿Qué significa todo esto?

Bailando Bajo la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora