Diez

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Siempre fue una persona objetiva, desde que tenía memoria, lo cual era casi desde su mismo nacimiento. Buscaba el lado lógico de las cosas y formulaba una hipótesis antes de saltar a una conclusión. Confiaba plenamente en el método científico para resolver sus conflictos.

La situación era simple: estaba en un lugar desconocido, casi sin memorias de la noche anterior y Grace estaba durmiendo a su lado. ¿Qué hipótesis podía formar de todo eso?

Una bastante simple. Lo había jodido todo.

Lo último que recordaba (con esfuerzo en medio de su jaqueca) era llegar al Moondancer y que uno de los bailarines le comprara una bebida. Lo siguiente era confuso, pero estaba segura de que Grace estaba presente. Lo demás eran partes: luces brillantes, personas bailando... un beso.

Eso último debía ser un error. ¿O no lo era? Miró a Grace, que dormía con tranquilidad junto a ella. Tenía toda su ropa puesta, así que no fue una noche "apasionada" como en las películas. Pero si realmente había besado a alguien, mínimo quería conocer a las personas que besaba.

Consideró despertarla, pero no pudo hacerlo. Sentía el impulso de huir de ese lugar, aunque no tenía idea de donde estaba. Necesitaba hablar con Grace, pero a la vez no deseaba hacerlo.

Dios, su mamá. Buscó su teléfono en aquel desordenado dormitorio y lo encontró bajo un montón de ropa sucia. Extrañamente no tenía mensajes, tampoco llamadas perdidas.

—¿A dónde vas?

Simone quedó congelada, con la mano en el domo de la puerta.

—Buenos días, Grace.

—¿Cómo te sientes?— le preguntó.

—Tengo una migraña, pero puedo soportarlo— respondió. —Me iba a casa.

—¿Tan temprano? ¿No quieres desayunar?

Lo último que pasaba por su mente en ese momento era comer. Sentía el estómago vacío, pero el vacío dentro de su cabeza era más urgente en ese momento.

Grace se levantó, caminó hacia ella y le dio un beso en la frente. No esperaba eso y fue mucho más impresionante que haber despertado en ese lugar. Fijándose en la decoración, no le fue difícil descifrar que era la habitación de Grace. 

Estaban en su casa. La misma casa donde vivía la directora Brooks.

Quiso salir corriendo. —¿Qué pasó aquí?

—¿Qué quieres decir?

—No recuerdo nada— admitió. —¿Qué pasó?

Grace parecía haber visto un fantasma. La miró como si fuera una broma, pero al verle la cara supo de inmediato que Simone no era una persona bromista. Luego se vio decepcionada, pasó una mano por su rostro y suspiró, sentándose en la silla de su escritorio.

—Fuimos al Moondancer— le explicó, visiblemente molesta. —Uno de mis amigos te compró una bebida, creo que fue Duncan, pero le puso algo y no te diste cuenta.

Simone se sorprendió. —¿Me drogaron?

—Creo que sí. Tomaré completa responsabilidad— le aclaró. —Bueno, te desmayaste en medio de la pista de baile y te traje aquí para que descansaras. Juro que mataré a Duncan.

Esa historia cubría la mayoría de las lagunas en su memoria. No quiso preguntar por el beso. Si el tan Duncan había intentado drogarla, ¿Quién le aseguraba que no la había besado? Si ese era el caso, entonces prefería no recordar. No quería un beso con un hombre así. No de nuevo.

Bailando Bajo la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora