Siete

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Solía volver a casa los fines de semana, ayudaba en la librería y hacía las entregas. Le gustaba pasar tiempo a solas con su madre, tener un día solo las dos. Habían sido solo las dos desde que su padre falleció y desde entonces la familia se mantuvo de dos personas.

Su mamá jamás tuvo relaciones después de enviudar. Por esa misma razón, no supo cómo reaccionar al ver a un hombre desconocido sentado en su sala de estar.

—Buenas noches, ¿Quién es usted?

El hombre levantó la vista del periódico que te estaba leyendo.

—Hola. ¿Eres la hermanita de Marie?

—Soy su hija.

El hombre abrió sus ojos como platos. —¿Hija? No sabía que... disculpa, ¿Cuántos años tienes?

—Cumpliré 16 en tres meses.

La situación no mejoró y el hombre parecía a punto de tener un ataque cerebral. Casi al mismo tiempo su madre salió refrescada del baño, secando su cabello y tuvo una reacción similar a la de aquel hombre, como si se extrañaran de verla en su propia casa.

Lapin, ¿Cuándo llegaste?

Antes de poder responder, el hombre se adelantó.

—Marie, ¿Qué es esto de que tienes una hija?— le preguntó.

Incluso con su falta de habilidades sociales, pudo entender cierta tensión entre ellos, similar a la del doctor LaMontagne con su pareja, así que se retiró a su habitación para dejarlos conversar. 10 minutos después, escuchó la puerta de la entrada cerrarse y su madre entró con un pedazo de pastel de frutas.

—Lamento que vieras eso...

—No se presentó, que grosero— dijo Simone.

Su mamá se sentó en el borde de la cama. —Su nombre es Terance, pero no creo que vuelvas a verlo.

Simone asintió. Su madre había tenido un par de citas a lo largo de los años, pero nunca una pareja que le quisiera presentar. Quizás aún no estaba lista para volver a casarse o simplemente la protegía de personas innecesarias en su vida.

—¿Hace cuánto lo conoces?

—Nos vimos un par de veces, pero no te preocupes por eso— colocó un mechón de su cabello tras su oreja. —¿Puedes creer que se enojó porque no le hablé sobre ti? Si va a reaccionar así, ya no lo quiero.

—Es común que los hombres quieran evitar relaciones con una madre soltera— comentó.

Su madre sonrió. —No me digas.

—¿Es mi culpa que seas soltera?

—No. Eres mi única prioridad en este momento— le dijo. —Dejemos de hablar de mí. ¿Cómo te fue en la residencia?

Hablaron por casi dos horas y no volvieron a mencionar a Terance, ni siquiera de casualidad. Su mamá aún era joven y hermosa, de querer formar una familia nueva desde cero podría hacerlo. Pero se quedaba con ella a pesar de todo.

Por razones como esa y varias más la amaba, o al menos creía sentir amor por ella.

XxX

El día estuvo lento en la librería y pudo aprovechar de archivar los recibos para hacer la declaración de ese año. Apenas tenían gastos además de los básicos y todo el dinero iba para mantener la librería que su padre había creado con tanto esfuerzo.

Al sonar el teléfono, contestó.

—Librería Lune, ¿Puedo ayudarlo?

Bailando Bajo la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora