19. ESCÁPATE

103 9 0
                                    


—No hablas en serio—dio un paso hacia mí y le detuve con una mano para que no se acercara más—. ¿Me estás echando de casa?

—Creo que es lo justo—bajé la mirada para no tener que enfrentarme a su cara de decepción—. Fuimos a vivir allí para que fuera un hogar para los tres. Y creo que Tyler y yo lo estamos consiguiendo, el que está fuera de lugar últimamente eres tú.

—Y me voy de casa, así sin más—inclinó la cabeza para obligarme a que le mirase.

—De verdad pienso que es lo mejor—y entonces lloré—. Al menos, por un tiempo.

— ¡Pero yo no quiero irme!—me gritó—. Quiero estar contigo. ¡Dios, Alex! ¡Ya pasé por eso hace dos años y casi me muero! ¡No puedes hacerme esto, no puedes dejarme!

—No estás dejando tú—le reproché—. Piénsalo y verás que tengo razón.

—Alexander, por favor—me suplicó.

—Estoy tan cansado—suspiré—. Vamos a darnos este tiempo y luego ya veremos, James. Creo que ahora tú necesitas otras cosas.

—Yo te necesito a ti más que a nada—di un paso hasta mí y volví a levantar los brazos. Sabía que si me tocaba no podría ser objetivo y caería ante él, y eso a la larga no solucionaría nada y nos haría daño.

—Pues ya no siento eso—cerré los ojos—. Por favor, saca tus cosas cuanto antes.

—No puedo creer que esté pasando esto—se giró y se apoyó sobre la mesa—. ¿Y ahora como te digo lo otro?

— ¿Lo otro?—reí—. ¿Hay más?—él no contestó—. Va, suéltalo de una vez.

—Kate y yo hemos estado hablando y hemos llegado a la conclusión de que los guardias no dan buena imagen para el local todo el día apalancados en la puerta—soltó—. Y dado que ahora mismo no puedes andar por ahí sin escolta, creo que lo mejor...—se detuvo.

—No puedo ir sin escolta por que un chalado intenta matarme—le dejé claro.

— ¿Crees que no lo sé?—susurró—. Créeme, lo tengo bastante presente.

— ¿Y la solución de Tuya y de Karen, es...?—incité.

—Alex...—se giró y siguió suplicándome con la mirada.

—Bien, voy a seguir poniéndotelo fácil—reí y me sequé las lágrimas de la cara—. Será mejor que no venga a trabajar mientras no cojan a Paul, o no me mate.

—No digas eso ni de broma—chirrió él.

— ¿Es todo o hay algo más?—ironicé. Él negó con la cabeza—. Vale, buena suerte con tú negocio—me giré y luego me detuve—. ¿Puedes hacer que me manden las fotos?

—Sí, yo mismo las llevaré a casa—suspiró.

—A mi casa—le recordé—. A partir de hoy tú ya no vives en ese lugar, que no se te olvide.

—Alex, hablémoslo, por favor—me pidió—. Tiene que haber alguna solución.

—Eso espero—rompí a llorar con fuerza y me apoyé en la puerta para no romperme en dos—. Pero sinceramente, ahora mismo no veo cual.

No había nada más que decir, así que abrí la puerta y salí de allí a toda prisa. Elevé la vista y a Margarte, ella me miraba triste desde el otro lado del recibidor, por lo que supe que lo habían oído todo. Karen estaba junto a la puerta, con la mirada perdida, no mostraba ningún sentimiento, pero supe que por dentro tenía que estar bastante contenta.

Sol de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora