3. ¡TE LO DIJE!

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¡Alex!

Todo lo que pasó entonces sucedió como a cámara súper lenta. Emma corrió hasta mí, desde su coche, aparcado frente a la puerta principal de la galería, y se arrodilló a mi lado.

— ¡Alex!—me llamó por segunda vez la chica y entonces yo elevé la mirada y me sentí aliviado y a salvo. Por que por lo menos ya no estaba solo para enfrentarme a Paul, en el caso de que este decidiera seguirme. Y Emma tenía muchas más agallas que yo—. ¡Nene! ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Emma me alzó la mirada para atraer mi atención y me pasó las manos por los brazos para comprobar si sufría algún daño físico. Tenía los ojos muy abiertos. Estaba asustada. Yo me dejé llevar por ese alivio y me lancé a sus brazos.

—Es Paul, Emma—sollocé mientras ella me apretaba contra su cuerpo con fuerza.

— ¿Paul?—ella me soltó y me agarró de ambos lados de la cara, como si necesitara una explicación—. ¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha hecho Paul?

—Está borracho—susurré disgustado, triste y humillado—. Ha inventado un montón de mentiras obscenas sobre mí. Dice que yo le provoco...—suspiré con fuerza—. Me ha insultado, se ha metido con mi relación con Tyler y James... No sé, Emma, un montón de cosas. Luego... —dudé un momento y se me escapó una lágrima y un sollozo.

— ¡¿Qué?!—Emma sacudió la cabeza para intentar sonsacarme todo de una vez—. ¡¿Alex, luego qué?! ¿Te ha hecho daño? ¿Te ha tocado?

—Sí—asentí—. Sí, me ha tocado.

— ¿Se ha propasado contigo?—quiso saber a ciencia cierta.

—No ha llegado a tanto, yo... —volví a pensar en ese rodillazo que le había dado en los huevos y que seguro que era mi pasaporte para quedarme en el paro. Mi finiquito.

Sonreí histéricamente mientras ella tensaba los músculos y se ponía de pie, con rabia. Tiró de mí y me puse de pie a su lado. Después dio un paso hacia el callejón y me cubrió con su cuerpo.

— ¿Dónde esta ese capullo?—Emma era muy pasional y supe que estaba dispuesta a darle su merecido a Paul.

Pero no podía permitir eso. El miedo mi inundó el cuerpo de nuevo, por que aunque Emma fuera muy osada y estuviera llena de coraje, Paul era más grande que ella, y sin duda más fuerte.

— ¡No, Emma!—la agarre de un brazo y tiré de ella—. ¡No, entres, por favor!

—Voy a patear a ese cabrón—soltó ella muy enfadada—. ¿Está dentro?

—Le he dado una patada en las pelotas y he huido—volví a tirar de ella.

—Eso no es suficiente—me miró de reojo y gruñó furiosa.

—Por favor, sácame de aquí, nena—utilicé la baza de la pena—. Por favor, quiero irme, no quiero estar aquí más tiempo. Llévame a casa... Por favor.

Emma se pasó una mano por el pelo y me dedicó una mirada llena de indecisión. Aún se debatía entre entrar y darle su merecido a Paul, cosa que me llenaba de pánico, o arrastrarme hasta el coche y marcharnos de una buena vez.

—Venga, vamos—Emma tiró ahora de mi brazo y me arrastró por la calle hasta que llegamos a su coche. Allí se aseguró de que entraba en el asiento del copiloto—. Átate.

Me puse el cinturón y eché el pestillo de la puerta. Ella entró y salimos de allí a toda prisa. Yo apoyé la cabeza contra el cristal mientras Emma se colaba entre el tráfico con rapidez. Tomamos la dirección de casa, era evidente que nuestros planes para aquella noche habían quedado cancelados.

Sol de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora