James no pudo evitar levantarse de su asiento y mirar atentamente a través de la ventana mientras yo cruzaba la puerta y me incorporaba a otra jornada de trabajo. Había pasado ya una semana desde que Paul había destrozado mi coche. Algunos días, él me esperaba e íbamos juntos al trabajo, otros días, como aquel viernes, él debía entrar antes por asuntos relacionados con la junta que los vigilaba a él y a Kare, y yo llegaba después. O bien me traía Tyler, o bien David o Emma venían a buscarme para llevarme. No tenía coche, así que alguien debía llevarme y recogerme. Siempre, eso sí, escoltados por un coche policial y dos agentes.
Como siempre que llegaba a la galería después de él, James se incorporaba y miraba por la ventaba para ver quien me había llevado y asegurarse de que iba bien escoltado por los guardias. Luego él suspiraba tranquilo y volvía al trabajo. Karen también suspiraba, ya que me había dado cuenta que ese gesto de preocupación hacia mí de James la molestaba bastante.
—Guau, como llueve—se quejó Emma mientras sacudía su paraguas en la puerta y luego saludaba con la mano a Margaret.
Había una tormenta de verano bastante fuerte. Y aunque hacía un calor agotados, no había sol aquella mañana y llovía bastante. Ambos dejamos nuestros paraguas en el paragüero y luego los guardias nos siguieron hasta dentro. Normalmente no se acercaban tanto, pero estaba lloviendo y tampoco era plan de que se quedasen en la calle mojándose.
—Esos son nuevos—nos murmuró Margaret, a quién Emma había puesto al día de todo.
—Sí, se cambian cada doce horas más o menos—puse los ojos en blanco y le quité importancia al hecho de que me siguieran a todos lados.
— ¿Y no se sabe nada de Paul?—preguntó mi jefa de nuevo.
—No, nada, hija—contestó Emma por mí—. Ese cabrón sabe esconderse bastante bien.
— ¿Oye, tú tienes que irte a trabajar?—la insté para que dejara de cotillear con mi jefa sobre mi vida.
—Sí, es cierto—se inclinó y me besó en la cara—. Chao.
Los dos nos despedimos de ella y luego se marchó. Luego, Margaret y yo nos pusimos a trabajar como todos los días. Aunque era agotador. Yo no paraba de mirar hacia el despacho y me ponía celoso y alterado cada vez que Karen se acercaba de más a mi novio. Aunque me esforzaba por morderme la lengua y pasar del tema, mostrándole una sonrisa más que falsa.
—Hola—como siempre, James salió un rato después y me besó en los labios para saludarme. Ella nos miró desde la ventana del despacho con cara de molestia, también como siempre—. ¿Qué tal todo?
—Bien—asentí y le correspondí el beso—. Estoy a salvo, como tú querías.
—Eso me gusta—me tocó el culo y luego me guiñó un ojo—. Voy a trabajar un rato en el almacén. Luego te veo.
Y se marchó para trabajar también. Margaret y yo despachamos a un par de clientes aquella mañana, luego embalamos cosas e hicimos facturas.
—Alexander ¿Puede venir un momento a mi despacho?—me llamó Karen cuando ya estaba apunto de salir a comer.
—Te espero—me informó mi jefa mientras recogía su bolso.
Le susurré un "Gracias" y luego caminé con desagrado hacia el despacho. Karen llevaba aquella mañana un vestido negro ceñido al cuerpo. Algo, sin duda, más apropiado para una fiesta que para el trabajo. Estaba sentada en el sitio de James y tecleaba en el ordenador.
—Dime—dije tras golpear la puerta.
—Pasa y siéntate—me señaló un sitio frente a ella—. Tengo que hablarte sobre un asunto.
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Sol de Medianoche
Novela JuvenilAlex comienza una nueva vida con los chicos, James y Ty, pero lo que parece idílico pronto se dará cuenta de que cuesta mucho de mantener una relación sana cuando hay involucrados más de dos personas. Dos pasiones distintas, metas personas diferente...