Michael se encontraba ahora en Nueva Zelanda preparándose para un concierto por la noche, aunque sus ánimos no eran los mejores ni los más felices, debía continuar con la gira, todavía faltaba un año.
No sería la primera vez que sube a cantar y bailar estando triste.
Tener que sonreír sobre el escenario o tener que reírte cuando solo quieres dormir, pensar y quizás llorar, es horrible. Pero el rizado ya tenía experiencia fingiendo ánimos que no son.
—Michael, debes volver al ensayo, te están esperando— Karen, su maquillista había entrado al camerino donde su gran amigo se refugiaba en los descansos para tomar agua.
Sin embargo, el hombre no tenía cabeza para nada.
—Necesito una pastilla para relajarme— él suspiró recostándose en el sofá que había ahí.
—Sabes que los analgésicos no te hacen bien, pueden dañarte— Karen da una mueca, cierra la puerta del camerino y se acerca para pararse a un lado de su amigo— ¿Podrías decirme que te pasa?, ¿Esto es por esa mujer, cierto?
Michael coloca sus manos en su rostro con frustración.
—La extraño mucho, Karen— contesta él con cansancio— No quiero estar aquí.
La mujer suspira observando a su amigo tirado en el sofá, así que se agacha para estar más a su altura y tocar su hombro en señal de apoyo.
—¿Entonces por qué no la perdonaste?, te sientes peor estando sin ella que cuidando tu orgullo.
Michael quita las manos de su cara y fija sus ojos en el techo del camerino.
—No lo se, quería que supiera que no siempre puede tenerme, traté de hacerme el valiente, sabes, pero no me siento de esa forma.
Es la segunda vez que Chicago hería y tocaba el punto sensible en el ego de Michael, el cual era una persona a veces demasiado dura cuando alguien rompía con su seguridad de que va a tenerlo todo.
La primera vez, ella no quiso casarse con él, y ahora, hace dos días, que estuvo a punto de perdonarla decidió aguantarse las ganas de solo besarla y olvidar todo, porque la rubia había vuelto a dañar su narcisismo.
—Creo que querías demostrar que ella no tiene control sobre ti— Karen opina— Pero, viéndote, realmente Chicago puede lastimarte con un chasquido de dedos, y puede hacer que le perdones con solo intentarlo un poco más.
Michael se para del sofa con más molestia de la que ya traía en la cabeza, la cual le palpitaba y dolía con una agonía punzante.
—La odio, pero no el tipo de odio que piensas, la odio porque ella es tan increíble, porque antes de saber la verdad me hacía ser feliz, y odio que su alma gemela siempre será su esposo muerto— él ríe con amargura— Incluso si yo tratara de sacárselo del corazón jamás podré ser su otra mitad.
El rizado sale inmediatamente de la habitación con el humor más desestabilizado de lo que ya poseía antes que Karen entrara al camerino.
Su maquillista se quedó pensando en su amigo triste y agotado.
Chicago... ¿qué tenía realmente esa mujer para que Michael no pueda ni comer sin recordarla ahora que no está?
La respuesta era muy simple.
Cuando ella no miente, es maravillosa.
(......)
Me desperté agitada y asustada por el ruido en mi cuarto, me senté sobre el colchón poniendo una mano en mi pecho con temor mientras veo con sueño a las dos personitas que están al pie de la cama con osos de peluche en sus brazos.
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𝐂𝐇𝐈𝐂𝐀𝐆𝐎 | Michael Jackson
Fanfic❝ La conocí en mi camino a Chicago donde ella estaba completamente sola, yo también lo estaba, así que le pregunté por su nombre. Ella sonrió y me miró, yo estaba sorprendido de ver que una mujer así estuviera interesada en mi ❞ Obra original de:...