N°16 | 𝐅𝐢𝐧𝐠𝐢𝐫 𝐚 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫

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¿Podemos fingir que nos gusta mentir, o solo mentimos por gusto?

No lo sé.

—¿Qué?— Michael se apaga al instante— ¿Pastillas?— frunce su ceño— ¿Pero de qué estás hablando?

Me crucé de brazos— ¡No te hagas idiota, cuando por fin quiero tener un bebé tú me engañas!— alcé la voz— ¿Acaso piensas que no estoy cansada de que llegaras lleno de las sobras de otras mujeres?, ¿Crees que eso no me lastimó lo suficiente como para orillarme a mentirte con lo del bebé?, ¡Esto es tu culpa!

La voz se me quiebra y los ojos se me humedecen, Michael abre la boca apunto de decir algo, está consternado pero no logra articular palabra, se queda tieso, me mira confundido.

—¡Contesta!— le empujo por el pecho, estoy muy enojada, él camina por toda la habitación y veo sus ojos enrojecerse, pero sigue sin poder decir algo— Bien, ahora tampoco vas a aclararme nada, como siempre lo haces— reí con sarcasmo limpiando mis mejillas— Esto es tu culpa, Michael, me engañas con mujeres, y yo no quiero algo que puedan tener todas.

Una lágrima resbala de sus ojos, jala de sus cabellos mirando a todos lados perdido e inconsciente, entonces se va de la habitación sin haberme dicho una mierda.

Cobarde.

Me quedé en el hotel, me sentía mal, además de que manché mi ropa interior de sangre, mi periodo ha llegado, olvidé por completo la fecha, así que tuve que tomarme algunas pastillas para el dolor por los cólicos.

He confirmado que no hay embarazo.

Aún así, me fui a entrenar, desquitando toda mi furia y enojo en el saco de boxeo, dejando gritos y esfuerzo en el gimnasio, dejando el dolor en el saco y golpeándolo pensando en que es Michael.

Dolía, dolía estarme dando cuenta que no damos para más, dolía darme cuenta que simplemente parece que no podemos funcionar. Pero no es mi culpa, no lo es, trato de convencerme que no lo es.

Sin embargo, no se como, mis pies me llevaron a ir al estadio en donde Michael tendría su último concierto esta noche, ya debe de haber iniciado incluso, quizás solo quería verlo actuar en el escenario una última vez, antes de que algo más entre nosotros pase, me sigue dando tanto coraje que no tenga el valor de decirme a la cara la verdad.

Entré al estadio y después detrás del escenario con el pase que Michael me dió precisamente cuando empecé a viajar con él de gira.

No sabía con lo que iba a enfrentarme el día de hoy.

Hasta que estuve ahí, cara a cara a su penumbra de amor que me podía cegar y a la vez enfadar, odiaba sentirme así, y más porque no merezco vivir bajo la sombra de sus sobras de cariño. Me acerqué únicamente al escenario por la parte de atrás, observando como toda la multitud de personas gritaba y le aplaudía por más a Michael, mientras él bailaba y cantaba solo como él sabe hacerlo.

Él estaba de espaldas para los que nos encontrábamos en el backstage, y no evité quedarme embobada viéndolo trabajar haciendo lo que le apasiona, le vi bailar smooth criminal con aquel vestuario famoso, esa camisa azul que escogió para este baile era perfecta, todo le quedaba bien.

Admiraba su sentido de la moda, de la percepción, incluso de equivocarse, pero nunca lo hacía, no en su trabajo, era imposible.

𝐂𝐇𝐈𝐂𝐀𝐆𝐎 | Michael Jackson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora