EPILOGO | 𝐄𝐥 𝐩𝐥𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞 𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚

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Me siento diferente, como si hubiera estado durmiendo por horas y horas. La cabeza me da vueltas, sobre todo por lo acontecido hace un par de noches, pues soñar con mi padre era un hecho que hacía tantos años no sucedía, era increíblemente extraño que se me haya aparecido en mis sueños solo así, pero tal vez tiene algún propósito haber visto su rostro unos segundos.

Había una probabilidad de que viniera a visitarme para alegrar un momento mi vida, justo ahora que me siento por los suelos. Después de esa conversación con Michael en su cocina, las tres semanas que han transcurrido fueron caóticas para mi, mentalmente hablando.

—¿Necesitas un té?— Christopher me sienta una taza en el buró de la cama donde estoy pensando— No has desayunado.

—El apetito no aparece— bromeé alzando mis hombros, restándole importancia— Deberías ir a tu casa, has estado mucho tiempo aquí.

—No me iré, no ahora— él me mira suavemente relajando sus lindos ojos avellana— Estoy ayudando a tu madre con Polo, Santi llega muy tarde de la universidad, Axel está por regresar a la ciudad, y tú no luces nada bien, has estado enferma las últimas semanas, estoy preocupado por ti.

Mi novio era más de lo que hubiera imaginado encontrar después de Michael, en el fondo de mi corazón se que Christopher merece algo mejor que una mujer aún enamorada de su ex esposo.

—Pero no quiero que te ocupes solo conmigo— hice una mueca triste— Supongo que tienes planes o cosas pendientes del trabajo.

—Primero estás tú, y después lo demás— toma mi mano besando mis nudillos sin despegar sus ojos de mi— Iré a cocinarte algo, aunque no quieras comer lo harás porque es importante.

Asentí únicamente sin responder nada, la garganta la tengo seca. Chris caminó hasta el umbral de la puerta, pero antes de salir giró para decirme:

—Por cierto, Michael llamó muy temprano para avisar que no podrá quedarse con Polo este fin de semana— alcé mis cejas.

—¿Por qué?

—Está en el hospital desde anoche, Sophie perdió al bebé.

Oh Dios.

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Todos los días me arrepentía un poco por no haberle dicho a Michael que estaba embarazada de Polo, quizás pudimos disfrutarlo juntos, tal vez pude haber visto como se emocionaba con la noticia, o probablemente me hubiera encantado verle asimilando la noticia de que sería papá, comprando libros sobre crianza, comprando cosas para el bebé, y acariciando mi pancita cada cinco minutos.

Pero el "hubiera" no existe.

Él me dijo que no podía dejar a su novia porque estaba esperando un hijo suyo, aunque no quisiera a la madre, estoy segura de que le emocionaba saber que un pequeño humano venía en camino, que esta vez si estaba viendo el ciclo completo de convertirse en padre, desde la noticia hasta el final.

Sin embargo, hoy todo acaba de irse al caño, y me duele verle tan destrozado, incluso si no lo demostraba.

—Tengo que irme a casa, pero iba a preguntarte si querías algo más— le hablé parada a unos cuantos pasos de él, su cuerpo se hallaba sentado en el sofá de su sala, hacía poco menos de una hora habíamos regresado del hospital.

𝐂𝐇𝐈𝐂𝐀𝐆𝐎 | Michael Jackson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora